domingo, 17 de junio de 2012

Amigos prohíbidos: Javier Krahe y Alfredo Grimaldos

Mi amigo desaparecido Óskar Kalvo, alías Otoski, me hace llegar por las redes el veto/kalvario a Javier Krahe en la ciudad manchega de Infantes: "El calvario de Javier Krahe no terminó el pasado día 8, con la absolución por un pretendido delito de atentado contra la libertad religiosa. La acusaciones por su vídeo 'Cómo cocinar a un Cristo para dos personas', juzgado ahora pero grabado en 1978, no fueron a más pero ahora amenazan con interponerse en su carrera de cantautor. El Ay-untamiento (que diría, otro amigo, Riki López) de Villanueva de los Infantes (Ciudad Real) ha negado a una asociación cultural el local que le habían prometido para ofrecer un concierto de Krahe el próximo día 23."
Como ya rozo la ancianidad, con mi vara de "tío", que mis amigos gitanos me han regalado, todo esto me ha transportado a esa villa renacentista donde reposaron los huesos ya cansados de Quevedo, y aún hoy sus cenizas. ¡Qué pena de ediles, digo caciques!
El próximo lunes en Malasaña cerraré los bares con Krahe y malasañeros, ya le preguntaré por esta nueva tropelía, y si hay algo nuevo de interés, os lo comunicaré.
Como decía, ahora quiero recordar otro episodio deshonroso acaecido bajo la jurisdicción de esa villa manchega. Antes que desaparezcan todas las webs pioneras en España que por esa época del pasado siglo albergaron mi denuncia, la paso aquí para que no perezca:
http://www.nodo50.org/derechosparatodos/DerechosRevista/Derechos1-Albadalejo.htm
También la foto del Krahe para la ocasión me ha recordado al ingenioso manchego Alonso Quijano, más conocido como el caballero andante don Quijote de la Mancha:
El mendrugo de Gutiérrez Aragón despreció el ofrecimiento del amigo Krahe para interpretar al más distinguido manchego de todos los tiempos. Culpa in eligendo, ya su mediocre resultado para la serie televisiva se resintió ab initio.
En cuanto a mi otro amigo Alfredo Grimaldos, qué decir, sino que así se administra la justicia en este reyno donde prevalece el fingido honor sobre los más execrables crímenes de guerra, entiéndase la nuestra en el cortijo del Noroeste, Galicia.
Mi amigo Alfredo ha sido condenado por decir la verdad, ¡ay, pero!, sin guardar las formas. La causa, el libro de la portada. A nadie en su sano juicio le queda duda de que la familia Rosón fue cacique en su tierra y durante la guerra algo tuvo que ver con la justicia sumarísima o ni eso, la terriblemente extralegal vertida en su dominio y en otros tantos. Entiéndase el eufemismo como ejecuciones sin juicio, en román paladino: asesinatos.
Nunca han sido probadas las acusaciones, vox populi, llegadas desde el pueblo bajo panfletos anónimos de los que el bueno de Alfredo se hacia eco. Por tanto, el honor de los Rosón, como el de los Prizzi, debe permanece incólume -otra iuris fictio- y el periodista Grimaldos condenado a reparar en los principales diarios su osado ultraje. Y mientras todos los historiadores con título o aficionados debemos llorar puesto que los testimonios orales de las víctimas siguen sin valer un higo o una higa. ¿Pruebas documentales exigen? Después de una guerra y una dictadura que alarga hasta hoy sus efectos de impunidad. Esto solo pasa aquí, al paso que sigue aumentando nuestra querida prima de riesgo. Nunca depuramos las responsabilidades ni criminales ni de cualquier calaña y así nos va.
Como corolario ofrezco esta lectura de un bravo historiador, Francisco Espinosa, que ya trató toda esta temática y el caso del que desgraciadamente nos ocupamos:
Callar al mensajero: La represión franquista. Entre la libertad de información y el derecho al honor.

jueves, 7 de junio de 2012

Antonio Martínez y las patrañas del fútbol


Pensaba que Pouso, el célebre entrenador del no menos célebre Mirandés, quiso llamar pachanga (el partido como fiesta) a este último play-off entre el Real Madrid Castilla y el Deportivo Mirandés, pero no se equivocó al calificarlo como patraña antes y ratificarlo a preguntas del que esto escribe, después del partido de ida jugado en el estadio Afredo di Stéfano de Valdebebas. Según el María Moliner, patraña es "enredo o embuste; cosa falsa que se cuenta como verdadera; particularmente, cuando la falsedad es muy grande y hay mucha complicación de sucesos". No el menos fácil de explicar de los muchos acaecidos fue la grave lesión de Antonio Martínez a manos de un excompañero, en realidad también castillista como él desde alevines. Pero no fue un manotazo duro -como dijo el poeta- caído "desde un cielo gris desconsolado", sino "un hachazo invisible" y fratricida, ocultado deliberadamente por los medios que muestran solo los goles (lo demás no es fútbol) y omiten como al jugador rojillo lo llevan en camilla, y más aún, la entrada tan a destiempo, sin balón y en el medio del campo del capitán del Real Madrid B, Nacho Fernández. Este, además no se interesa por el ángel blanco caído, al que acaba de fracturar la tibia y el peroné. ¡Qué va! Para nada. Este otro ángel blanco, de corazón negro, al contrario, se revuelve y encara contra los jugadores del Deportivo Mirandés. Por su acción el 4 del Castilla debió ser expulsado, en cambio él a veces llamado trencilla tan solo le apercibió con una tarjeta blanca, perdón, amarilla. El conjunto de Anduva que había fallado un penalti por no tener quien lo tirase, venía a una pachanga dando descanso a los titulares: se encontraron con una patraña Pouso dixit), más cuando el mismo trencilla sí que expulsó al portero visitante, después de pitar otro penalti tan discutible como el primero. Que luego la crónica solo destaque los goles conseguidos por los jóvenes valores del Real Madrid Castilla ignorando la mucha complicación de sucesos, de la que nos ilustra el María Moliner, no niega los hechos como se obstinaba Hegel -"peor para los hechos"- cuando refutaban sus teorías, sino que da cuenta a su pesar de la patraña del partido y la propia complicidad mostrada de los medios.
En la merecida comida del martes del presidente de la institución blanca con los cachorros merengues en el salón VIP del Santiago Bernabeu, presente también don Alfredo, alguien debió explicar al joven capitán castillista, cuales son los valores vigentes del mayor club del mundo. Quizá alguien debería haber dejado claro a Nacho Fernández, mirándole a los ojos, que esa entrada tan tardía e injustificada no fue un desafortunado lance del juego, sino una acción torpe y reprochable, castigada como tantas veces tibiamente por el llamado trencilla cuando perdón por el macabro chiste, de tibias hablamos; que al menos habría merecido dicho reproche de los máximos responsables del club.
Hubiera quedado así claro cuales son los valores que presiden el deporte rey, si el resultado por encima de todo, la efectividad a cualquier precio, o bien la entrega y nobleza, esos viejos valores que solo un club romántico, el Athletic de Bilbao parece defender al margen de la consecución de otros títulos.
Llega ahora la vuelta en Anduva, donde otra afición más propia también de otros tiempos, implorará (y vitoreará) a su ángel rojo, Antonio Martínez, caído sobre el cielo gris de Madrid, gris de bochorno y de verano desocupado:
¡Martínez, Martínez!
Levántate: te esperan tus botas.