Mañana de domingo en el almacén de vinos de la calle Calatrava tomando vermú como dicen los mayores que ha de ser. Nos esperaban Patrizia recién llegada de Tours, Annarita, Paola y también Cristina, pues ya vale de italianas. Para lo cual no incluiremos a Martina, hoy gozosa de su santo, ni a Ikuko, algo indignada por no gozar de los favores del santoral ni en este largo enero ni en día alguno. Antes de arribar a La Latina, visité una espléndida exposición fotográfica "Brangulí"en la Telefónica, que por suerte se prorroga un mes más y a la que volveré con más detalle.
Y detalles como esta foto del interior de una fábrica textil, sumadas a las miles que sacó de la Barcelona industrial de primeros de siglo (del pasado, claro) nos retrotraen fielmente a aquella época. Más de cien años en los que para mi solo media una generación: en esa Barcelona nació mi padre. Y el suyo, es decir, mi abuelo Ángel al que no llegué a conocer, conducía un tranvía como este:
La gente viajaba hasta en los topes, sobre todo si andaba mal de alpargatas y de dinero para comprar el billete. Recuerdo haber escuchado esa palabra, los topes, más de una vez a mi padre.
La foto de la derecha es aún más impagable: niños y bebés a los lados mientras sus madres cosen con la Singer empeñada al Monte de Piedad "Nuestra Señora de la Esperanza".
En fin, volveremos en adelante a esta Barcelona ajena a la Belle Epoque. No por nostalgia, que también -por San Blas mi padre habría cumplido 95 años-, sino porque aquellas condiciones de trabajo dickensianas (qué le vamos a hacer si nuestra revolución industrial se atrasó un siglo) vuelven a reverdecer.
Conocí hace unos pocos años a un señor nacido en esa Barcelona en que un obrero ganaba un jornal de 3 pesetas cuando un kilo de carne costaba 2, 50. Se encontraba de paso por Madrid en la Residencia de Estudiantes, ya que nunca volvió del exilio. Me acuerdo de la fecha de su nacimiento por varias coincidencias. Ese día, Alfonso XIII, después de asistir a la ópera Sansón y Dalila en París junto a Loubet, presidente de la República Francesa, salió ileso de un atentado anarquista. El 31 de mayo de 1906, justo un año después, otro joven anarquista, Mateu Morral, arrojó un ramo de flores desde un balcón de la calle Mayor con una bomba Orsini dentro al paso del cortejo nupcial....Estallada la guerra civil un libro suyo cayó como una bomba sobre el bando llamado nacional. Lo escribió en París durante el verano del 37, conoció 8 ediciones, 2 francesas, 1 catalana, 2 inglesas, 1 italiana,1 argentina, 1 cubana. Terminada esa guerra, llamada civil, preámbulo de la mundial, el libro perdió interés y su autor emigrado a Nueva York comenzó a trabajar como periodista y una vida nueva. Poco más se supo de él.
¿Por qué se llama Puerta Cerrada?
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*La plaza de Puerta Cerrada* se llama así por una puerta de la muralla
cristiana del siglo XII. Estaba situada más o menos donde está el paso de
peaton...
Hace 1 semana
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