domingo, 17 de noviembre de 2013

A LAS 6 DE LA MAÑANA EN LA PLAZA ELÍPTICA


Cada mañana en la plaza Elíptica de Madrid se repite la escena. Llegan los empleadores, usaremos este técnico eufemismo, para elegir mano de obra barata. Aunque les llaman "los pistoleros", ya que con sus escrutadores ojos y el brazo extendido eligen apuntando, como en las plazas de los pueblos andaluces lo hacían los caciquiles señoritos al señalar a los lugareños más idóneos para las faenas del campo. En los años del ladrillazo las furgonetas proliferaban frente al bar Yakarta, exótico nombre para recibir a los sin papeles de otras tantas latitudes: África, América y la Europa del Este. En el aledaño barrio de Carabanchel ha cerrado el otro castizo Yakarta después de décadas sirviendo el mejor marisco de la zona. Aquí, las gambas llevan gabardina para combatir el frío mañanero, y en cuanto a las del aperitivo del domingo, algunas están de negro luto.
La plaza Elíptica lo es geométricamente, claro. Y también conceptualmente, puesto que añade la virtud elíptica de que sea más conocida así que por su verdadera denominación: Fernández Ladreda. Nomenclatura, que a su vez es elíptica: falta el nombre. Su inserción en un tradicional enclave obrero podría convencernos de que el elemento elidido es Baldomero, un guerrillero asturiano ejecutado en la posguerra a garrote vil. Por contra, el sentido común del callejero madrileño me orienta hacia un ministro de Obras Públicas franquista.
Especialmente en el lenguaje cinematográfico la función de la elipsis es más agradecida y acertada. Hace posible que una vida entera no necesite otra vida paralela para contarse. Si el protagonista se acuesta y acto seguido amanece y se despereza, por lo general habremos de entender que ha dormido las horas reglamentarias sin el cansado seguimiento, ni ayuda de ningún cartel explicativo. Aunque cineastas hay también que nos quieran mostrar enteramente amaneceres o las variaciones de la luz del membrillo.
Las entradas biográficas de una enciclopedia a la fuerza son también elípticas. Veamos esta de la wikipedia: "Empezó su carrera en un equipo de su país, el Kadji Sports Academy, y en 1996 fichó por el Real Madrid B..." Se refiere al futbolista africano de mejor currículo: Samuel Eto'o. Si bien su negra piel no cuajó con el color merengue, ese "fichó" puede obviar cualquier zozobra en su traslado europeo a manos de intermediarios sin escrúpulos. No es el caso, ya que sus sinsabores fueron muy futbolísticos, y no le impidieron continuar su veloz progresión.
En las películas de misterio, policíacas, el llamado género negro, al espectador se le oculta en el momento del crimen al asesino por culpa de un objetivo desenfocado. Esta otra elipsis (objetiva) es muy habitual también en el mundo depredador de los cazatalentos, que mediante engaño, rapiñan a niños tercermundistas, como en tiempos de la esclavitud. Y rara vez los focos de la fama se desvían de las estrellas prestando atención a estos numerosos dramas.
A menudo los relatos más impactantes se construyen en primera persona. Desde el Lazarillo a las confesiones de Rousseau. De este modo, la que no muestra la cámara o la pluma obedece a la ignorancia del narrador. La elipsis subjetiva.

A las 6 de la mañana en la plaza Elíptica no he visto jamás a Eto'o, pero sí a tantos marfileños, malíes, senegaleses o de su propio país. Uno de ellos, Alassane Diakité, ha vencido los miedos y tinieblas de un "ilegal"  para denunciar a los traficantes de sus sueños a través de Change.org. "Con 15 años vino a verme un hombre que me prometió que podía convertirme en una estrella del fútbol en Europa. Mis padres invirtieron todos sus ahorros... Pero cuando llegué a Francia, en lugar de llevarme a un estadio de fútbol, me metieron en un sótano durante meses, sin ver un balón".
Aunque la FIFA prohíbe que los clubes europeos contraten a menores fuera de Europa, sus agentes han traído fraudulentamente unos 20.000 chicos africanos.

Acabemos con esto. Pídele a la UEFA y a la Real Federación Española de Fútbol que adopten un Código de Conducta contra el tráfico de menores en el fútbol, al que se adhieran los equipos europeos. (Es la petición de Alassane Diakité a través de la referida organización).
Aún existe en la sociedad del éxito una elipsis mayor. Es la que plantea la película de próximo estreno, "Diamantes negros", con denuncias como la del joven malí. A quienes resulta que, como él, no son el nuevo Eto’o o el nuevo Drogba, se les abandona a su suerte en un país extraño, lejos de sus familias y sin dinero. Sin embargo, todos los focos se dirigen a los campeones. La hierba brillante del Bernabéu nos atrae más que la negra oscuridad de la plaza Elíptica a las seis de la mañana.

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