"Soy delirante, que no delineante. Me gustan los gorros, pero no llevo guantes. Como fiscal jamón con guisantes. Más vale temprano que antes. El juez se las daba de importante, muy diligente, pertinente, nada distante, permaneció sonriente y poco pedante durante el juicio trancurriente, cosa inteligente téngase presente en un público sirviente de todos referente. Resultó gratificante, y hasta sorprendente ver en la Nacional Audiencia cosa semejante. Por algo me declaró inocente, que no culpable indecente, si bien rimbombante declarante y reincidente por accidente en lo tocante. ¡Querido Watson…¡Evidente! Si se me apura ¡Muy interesante! ¡Muy interesante! Una hormiguita sobre un elefante…Pero ahora, el puñetero togante, puñetero mangante toma por indicante lo ausente por lo primante y aún no viéndome delincuente, ni simulante, a falta de médico volante percibe en mí un discurso delirante e hilarante, que se hace en mi mente muy chocante, cuando no rebuznante, apremiante, justificante, pues si algo fue en su momento, mejor se dice coherente, elocuente, congruente y sincerante, dado que de rositas me marché tan campante, y triunfante, ante su presencia complaciente y no como un penitente implorante, temeroso del religante Dios al que tiene delante. Más le hubiera valido en su sentencia sonrojante, hablar de un fiscal ignorante, de una querella indolente, de una ley vergonzante, de una justicia insultante y por consiguiente, haberse abstenido de decir nada de éste ciudadano brillante, sobresaliente, ente eminente, preponderante, si se quiere, algo hiriente por criticante, rara avis en la mediocridad de éste reino reinante e imperante".
Nicola Lococo.- (En la foto, Nicola Lococo, con su permanente al viento, se come una pizza).
Nicola Lococo.- (En la foto, Nicola Lococo, con su permanente al viento, se come una pizza).
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La que habéis leído es la respuesta del absuelto "por poco" Nicolás Lococo Cobo. Acabo de leer la sentencia. A la espera de que recurra o no el fiscal ("El Ministerio Fiscal, sin perjuicio de las funciones encomendadas a otros órganos, tiene por misión promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por la Ley, de oficio o a petición de los interesados, así como velar por la independencia de los Tribunales y procurar ante éstos la satisfacción del interés social." Art. 124.1 Cons.), en función de lo que estime más defendible, quien les escribe más humildemente hará lo propio: tratar de ver donde está la legalidad, los derechos de los ciudadanos, el interés público y el interés social; o en palabras del juzgador, "la delgada línea en la que acaba el derecho y empieza el delito".
Ahora bien, parece que el Tribunal se ha quedado con las ganas, !ay, ese por poco! de hincarle el diente a ese presunto filósofo apellidado Lococo. ¿O es que gastan tan poco humor que en sus premisas ven locura en lugar de la cordura de la razón?
¿Es que sólo los hermanos Marx pueden permitirse incoherencias "un discurso estructuralmente delirante (el juicio ha sido íntegramente grabado), no pareciendo un simulador" sin necesidad de médicos forenses! O es falta de humor o rayan en el abuso de poder las (des)consideraciones del puñetero Magistrado vertidas en una prosa farragosa, infectada de anacolutos (enfermedad crónica del papel de oficio). Todo lo contrario que la de nuestro colega Nicola Lococo, a quien le sobra tanto humor como amor y razón. A ver, por tanto, si el Ministerio Fiscal se queda con las ganas...(continuará).
/Blas López-Angulo
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