Si a este mundo que habitamos le quedaba algo de lógica, me da que esta última semana ha perdido su último tornillo. Empezando por su calificación de negra, pues deja poco margen para otros colores a tenor de lo que nos espera, que no parece ser menos fúnebre.
Mi perplejidad empieza por el uso del lenguaje, lo que no puede ser casual. Si el mundo se precipita en cascada al reino de lo irracional, la pérdida de la lógica conlleva de modo inseparable el nexo de las palabras, el lógos griego.
En el Saqueo de la imaginación la brillante ensayista, y por añadidura lingüista, Irene Lozano analizaba las “mentiras y trampas del lenguaje político”. No en vano lo que entrecomillo es su subtítulo. ¿Qué significan hoy los conceptos heredados de nuestro vigente sistema político?Algunos como democracia con el pedigrí milenario de su cuna griega, viven precisamente allí días de zozobra. ¿Qué significan hoy términos de nuestra historia contemporánea, tan gastados como liberal, conservador o progresista?
A propósito de la vertiginosa caída de Wall Street de la sesión del jueves los titulares de la considerada prensa más seria han hablado de “La rebelión de las máquinas”. Se nota que ha pasado ya el tiempo de las revoluciones humanas...Detrás del derrumbe en apenas unos minutos del índice Dow Jones (que todos debemos conocer), más del 9%, no existe otro designio que el de los riesgos que conlleva la masiva automatización de las operaciones, ¡el 70% de un total que sobrepasa el medio millón de órdenes al segundo! En Estados Unidos la investigación abierta apunta a la búsqueda de un ordenador fantasma (sic), como origen del espanto y subsiguiente pánico en los mercados.
Porque esa es otra, asistimos a través del lenguaje no sólo a la rebelión de las máquinas, sino a una pesadilla que está requiriendo un nuevo Kafka clarividente para este siglo XXI donde los mercados se asustan, nos contagian sus temores y en esta hora vivimos pendientes de un hilo por su alarma y nerviosismo: hay que calmar a los mercados, titula hoy el citado diario de referencia. Por más que nos empecinemos en no entender el mensaje, está clarísimo. Nos piden sacrificios para aplacar a los inversores. Sacrificios para estos nuevos dioses, que traducidos a la era moderna no piden nuestras vidas, pero sí un poco más de nuestra desclasada sangre proletaria, bajar los salarios en primer lugar. Conseguido lo cual el resto de medidas no se harían esperar. A cambio, las rentas de capital deben ser todavía más privilegiadas en las medidas que adopte el Ejecutivo. Ya no le piden más dinero al Estado que en su socorro se ha endeudado 50.000 mil millones, el doble avalados . Entre otras cosas porque ni puede más, obviamente, y porque ahora toca preocuparse severamente por la solvencia ante los intereses crecientes y reembolsos de esa deuda que contrajo para salvar a los bancos, y que hoy impide hacer lo propio con la mayoría de la población que de verdad se siente asfixiada, cuando no desahuciada. Por desgracia para ella, no hablamos de metáforas sino de términos reales y legales.
En esta operación de acoso y derribo es impagable (aunque me temo que, al revés, ha sido muy bien pagado) el concurso de esas agencias de calificación como Standar&Poor's (curioso apellido el de su fundador). Por otra parte, en la Europa común cada uno barre -como siempre ha sido, no nos engañemos- su propia estancia. Compartimos piso, nada más, decía recientemente en su columna de Público el buen novelista Isaac Rosa. Los más aplicados llaman cerdos (PIIGS!) a los más indolentes, y lo hacen muy ingeniosos jugando con el lenguaje, juntando en sigla sus iniciales en inglés, of course!, Portugal, Italy, Ireland, Greece, Spain. Cuando impera el terrorismo financiero no se puede ser muy educado. Si los inversores actúan como matones -tomo prestado el símil del quijote economista y compañero llamado Juan Torres López-, es normal que hablen también como matones. Calificar como basura los bonos emitidos por el gobierno griego, como hizo la renombrada S&P, da idea de porqué arde Atenas. Que hasta Reino Unido se sienta amenazado explica que hagan memoria sobre nosotros mismos y nos recuerden que el Estado español es líder en quiebras de Estado. En los últimos 5 siglos ha quebrado 13 veces, siete en el XIX. Le siguen Francia y Alemania con ocho default cada uno. De todas formas, el impago más grande fue de EE.UU, en 1971, 60 mil millones de dólares (900.000 millones, según valor oro de la actualidad). Pero cuenta lo que venga al caso. Que Alemania también en su corta historia se haya precipitado sobre todo por otros abismos no es lo mismo.
Sobre la falta de memoria en todo este fenómeno especulativo ya he hablado otras veces. Hoy toca sobre el propio gobierno de la crisis. ¿La política que Zapatero adelantará el miércoles para 2011 quién la rige?
El politólogo Juan Carlos Monedero en su libro El gobierno de las palabras insiste en el robo de palabras como las que hasta aquí hemos destacado. El poder se ha apropiado inteligentemente del significado de las mismas, aunque suponga trastocarlas contra toda lógica, contra toda razón. “Política para tiempos de confusión” es otro buen subtítulo. Confusión interesada por quienes de verdad gobiernan. Los mismos que nos exigen sacrificios, ¿será a costa de que perdamos el juicio? ¿O lo hemos perdido ya?
Eneko (Visto hace unos segundos en Caduca Hoy, la web del humorista Josetxu):
ResponderEliminarhttp://www.caducahoy.com/2010/05/que-quieren-decir-cuando-dicen-que-hay.html?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+CaducaHoylight+%28caduca+HOY%29
Antes de la revolución francesa no pocos sesudos filósosos, ensayistas y resto de intelectuales funcionarios a sueldo del su majestad, habían llenado las estanterías de las bibliotecas imperiales con gruesísimas obras en las que probaban de forma fehaciente el "origen divino del poder de los monarca".
ResponderEliminarTuvo que ser un invento tan sencillo en apariencia como la guillotina, aplicado de forma excepcional y por primera vez a quien realmente lo merecía, el que dejara en evidencia la inexistencia de la conexión directa entre la divinidad y el poder que durante siglos se arrogaban.
Ha llegado el momento de aplicar la guillotina al sacrosanto y divino poder del antidemocrático e ineficiente "mercado" y tirar al cesto su cabeza junto a todos esos sesudos ensayos de economistas y filósofos premios nobel o aspirantes a serlo.