lunes, 31 de mayo de 2010

Viajar

Con el buen tiempo llega el último puente tendido al estío, un anticipo de vacaciones que se anuncian más caseras que nunca. Me temo que este verano como mucho haremos unos bises con nuestros mejores puentes. Hay que ver la parte buena: reducir el stress previo de los preparativos. Puede que prescindamos hasta de las maletas, puesto que los vuelos baratos ya cobran por ellas y por seguir la consigna del poeta, iremos ligeros de equipaje como los hijos de la mar.

Personalmente me resisto a rebajar el nivel de mis sueños. El verano, todos sabemos, es una estación difícil para dormir, pero en compensación, proclive para la ensoñación. Ese duermevela vespertino, de haber dormido poco, ese estado crepuscular, de penumbra por las persianas bajadas con el inquilino dentro, cargado de un aire tibio propenso para todos los pecados.

Viajar es un verbo intransitivo. Casi impropiamente intransitivo, dado que viajar es transitar de un lugar a otro. Añade María Moliner, a otro distante. Doña María, si no fuera a un lugar distante, no sería otro, sino el mismo, ¡y adiós viaje!

Viajar también es estar bajo los efectos de un alucinógeno.

Para viajar el mejor pertrecho eres tú mismo. Tanto mejor si el sueño es compartido.

No se viaja cuando ya se está en la ciudad predestinada. En realidad, llegados al destino del viaje programado sucederán infaliblemente una multitud de imprevistos, o en todo caso, prosaicos aconteceres.

En cambio, mientras proyectamos el viaje sólo concurre el espacio propicio para los sueños. Unas buenas lecturas tampoco son malas compañeras. Cuanto menos práctico parezca el libro sobre la ciudad que visitemos, tanto más probable de que nos conduzca a ella irreversiblemente. Cierto que algunos datos resultan siempre muy tentadores, como donde encontraremos el mejor café del mundo o saber de otro café donde se sentaba Pessoa, lugar inmortalizado en bronce para dar más facilidades al turista. Estos son los trucos fáciles de cualquier guía o libro de viajes. Con todo, no surtirán el mismo efecto que los que nos proponga el autor, construyendo su propio personaje, relatando su personal itinerario. De proseguir la lectura, seguiremos sus peregrinos pasos antes que claudicar ante las rutas turísticas de las muchedumbres. Está archidemostrado que sentimos la necesidad de hacer del verbo carne, del papel la necesidad de visualizarlo. Visitarlo. Que se lo pregunten a Enric González que con sus nuevas historias de Roma está contribuyendo al turismo en tiempos de crisis, a juzgar por su éxito de ventas. Contiene en apenas cien páginas inequívocamente todo lo que el potencial y soñador viajero desea saber: habla de una Roma actual en la que el corresponsal de El País ha vivido, conceptuada entre eterna, trasnochada y caótica. No nos importa, intuimos que su materia es inmejorable, como la de los sueños. Roma conserva como pocas su pasado, más que nada porque en Roma habita el pasado. Los romanos y los turistas omnipresentes no se quejan de sus anacrónicos problemas. Al contrario, se han instalado eterna o eventualmente los últimos, como beneficiarios, y no perjudicados, de su legado.

3 comentarios:

  1. VIDA POETICA




    Siempre andar de bajada o de subida.
    Entrar, salir y entrar... Ir al mercado.
    ¿a cómo están los huevos? ¿Y el pescado?
    Se va en comer y descomer la vida.

    Ir a los templos, ya la fe perdida.
    Sentirse el alma allí gato encerrado.
    Volver al aire... Beber vino aguado...
    Ir al río... Y de nuevo, a la comida.

    Leer el diario y lamentar que todo
    si no es papel higiénico es retrete,
    crimen, vómito, incienso, servilleta.

    Llorar porque no ha sido de otro modo
    lo que ya se fue en panza y en moflete...
    ésta en Roma es la vida de un poeta.

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  2. La gente que me gusta.- Mario Benedetti

    Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla , que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y lo que hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad.

    Me gusta la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus acciones, la gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien se permite huir de los consejos sensatos dejando las soluciones en mano de nuestro padre Dios.

    Me gusta la gente que es justa con su gente y consigo misma, la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de si, agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio.

    Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, pero sin lastimarme ni herirme. La gente que tiene tacto.

    Me gusta la gente que posee sentido de la justicia. A estos los llamo amigos.

    Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría y la predica. La gente que mediante bromas nos enseña a concebir la vida con humor. La gente que nunca deja de ser aniñada.

    Me gusta la gente que con su energía contagia.

    Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos razonables a las decisiones de cualquiera.

    Me gusta la gente fiel y persistente, que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.

    Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza en reconocer que se equivocó o no sabe algo. La gente que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.

    La gente que lucha contra adversidades.
    Me gusta la gente que busca soluciones.

    Me gusta la gente que piensa y medita internamente.

    La gente que valora a sus semejantes no por un estereotipo social ni como lucen. La gente que no juzga ni deja que otros juzguen.

    Me gusta la gente que tiene personalidad.

    Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón.

    La sensibilidad, el coraje, la solidaridad, la bondad, el respeto, la tranquilidad, los valores, la alegría, la humildad, la felicidad, el tacto, la confianza, la esperanza, el agradecimiento, la sabiduría , los sueños, el arrepentimiento, y el amor para los demás y propio son cosas fundamentales para llamarse GENTE.

    Con gente como esa, me comprometo para lo que sea por el resto de mi vida, ya que por tenerlos junto a mí me doy doy por bien retribuido

    Gracias por ser esa gente:

    Imposible ganar sin saber perder.
    Imposible andar sin saber caer.
    Imposible acertar sin saber errar.
    Imposible vivir sin saber vivir:

    La gloria no consiste en no caer nunca, sino en levantarse todas las veces que sea necesario. Y eso es algo que muy poca gente tiene el privilegio de poder experimentar.

    Bienaventurados aquellos que ya consiguieron recibir con la misma naturalidad el ganar o el perder, el acierto y el error, el triunfo y la derrota…

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  3. Viajar maestro, era antes, antes de todo esto, una obligación, llegaba el verano y cogías los folletos de las agencias de viajes y elegias un destino, y en ese destino una ruta, y sabías que a la vuelta de ese viaje ya no ibas a ser el mismo.Ahra maestro la cosas cambian, sigo cogiendo los folletos de las agencias, pero ya no viajo ( solo cambio de sitio), y si lo hago lo unico a lo que me dedico es a la financiación de los que disfrutan verdadermente, y poco más, aun asi maestro cuando veo pasar un avión por encima de mi cabeza, le miro y me pregunto a que lugar el mundo irá. Y me da mucha envidia, lo confieso.

    Un abrazo
    Antonio.

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