viernes, 30 de enero de 2009

Siete días de enero en Río de Janeiro. (“Un artículo en marcha”)

Pascual Serrano me ha agradecido el detalle de que le dedicara "mis perlas publicitarias" hablando "de lo que dice la publicidad...", en pequeño homenaje a sus perlas informativas, que mes a mes nos regala en Rebelión y en dos libros recopiladas. Me comenta que anda por Brasil (Intervención en el Forum Mundial de Midia Livre (Medios Libres). Belem do Pará (Brasil), 26 de enero:Los medios y la crisis mundial). Me ha recordado que yo también estaba por esas tierras hace ahora 2 años. Él está en el delta del rio o mais grande do mondo, yo estaba en la "bahía" de otro río, bueno al menos así lo llaman: Sâo Sebastiâo do Rio de Janeiro. Para los que ni papa de portugués traduzco con glosa: San Sebastián, porque se fundo un 20 de enero, día del santo; Río, por simple despiste de los conquistadores, como allí son tan grandes....después de ver el Amazonas no me extraña; y janeiro como ya habrán adivinado es enero.
Como no tendrá nada para leer estos días al bueno de Pascual le he mandado mis vivencias de esas fechas. Las publiqué, pero como pasaba con el post de ayer están desapareciditas que diría el gran Mihura. Estas menos porque algún rastro queda. Para mi, que otra vez la censura, y es que de Rio no se puede contar todo. Las recupero también para ustedes.




Siete días de enero en Río de Janeiro. (“Un artículo en marcha”)
MULATO BAMBA
Esse mulato forte/ é do Salgueiro/ passear no tintureiro/ era o seu esporte.
Já nasceu com sorte/ e desde pirralho/ vive à custa do baralho/nunca viu trabalho/ e quando tira samba/ é navidade, quer no morro o una cidade/ ele sempre foi bamba./ As morenas do lugar/ vivem a se lamentar/ por saber que ele nâo quer/se apaixonar por mulher.
O mulato é de fato/e sabe fazer frente/ a qualquer valente,/ mas nâo quer saber de fita/ nem com mulher bonita./ Sei que ele anda agora aborrecido/ porque vive perseguido/ sempre e a toda hora/ ele vai-se embora/ para se livrar/ do feitiço e do azar/ das morenas de lá.
Eu sei que o morro inteiro/vai sentir/quando o mulato partir/ dando adeus para o Salgueiro./ As morenas vâo chorar/ e pedir pra ele voltar./ E ele entâo diz com desdém: “quem tudo quer…nada tem”.
(Samba de Noel Rosa, 1932. Del CD “Memorável samba” de Marcos Sacramento, 2003.)

No suelo dar cuenta de mis viajes, y menos literaria o escrita. Ni siquiera soy de esa mayoría a la que le falta tiempo para contarlos a sus amistades a través de encerronas caseras vía ordenador, diapositivas, etc. Y mira que con las actuales tecnologías ya no hay que esperar a la vuelta a casa para hacerlo. Remedando uno de esos clásicos spots publicitarios sobre limpieza, diría que “con el portátil e Internet el esperar se va a acabar”. En León, en medio del camino de Santiago, aunque dentro del oasis nocturno de su barrio húmedo, pude ser testigo de cómo un guiri peregrino mostraba al resto -¡llevaba en su mochila un ordenador!- las fotos de las jornadas precedentes.
Por mi falta de costumbre en este género, he pedido ayuda a Isaac Rosa[1], quien muy prestamente me ha sugerido:
-Haz como yo, vale, no una ‘novela en marcha’, pero sí al menos un ‘artículo en marcha’.
-Isaac, ya es tarde, la marcha o la samba que tampoco hubo mucha ya pasó. Va para 2 meses que regresé a Madrid.
- Qué bruto eres, amigo Blas, una novela en marcha es una forma, un recurso para escribirla, no para andar, vamos que no se escribe en tienda de campaña ni de boy-scout.
- O sea, que todavía puedo escribir el artículo….
Así que en esas estoy. Según me explicó, seguro que agoté su paciencia, sería usando el lenguaje posmoderno, un metaartículo. Me dijo, tomas un modelo de otros blogs donde cuentas, precisamente eso, sus últimos viajecitos, y vas analizando que es lo que cuenta mientras tú mismo vas dejando unas gotas de pintoresquismo, si es lo que procede, o de crítica social, política, arquitectónica o lo que se te ocurra, si es que estás inspirado. Mira Isaac, de estar inspirado haría un metasoneto, que es lo que ya hace bastante tiempo hizo Lope a Violante precisamente para explicarle, como bien sabes, lo que es un soneto. “Bueno, no te preocupes –con alivio concluyó-. Hacer un artículo es mucho más fácil”.

Y sin embargo, me asaltan las dudas. Río de Janeiro es una ciudad con demasiada fama. Tan buena como mala. Allí es verano, abundan los turistas (por cierto, que ni tengo claro si lo fui yo), los bandidos –así los llaman en portugués-, los jefes de estado, con perdón por mi asociación involuntaria (cumbre de MERCOSUR en el mismo hotel de Copacabana donde se han alojado tantas estrellas, artistas, tampoco sé como llamarlas). Debería pensar que es lo políticamente correcto antes de escribir. O ya que os escribo a vosotros, rojos impenitentes, tal vez debiera denunciar enérgicamente todo lo visto, y aún lo no visto, en vez de demorarlo entre caipirinhas y ensayos de las escuelas de samba.
Personalmente preferiría si me permitís comenzar por el nombre de la ciudad. Ciudad que bajo la corona portuguesa y también con la independencia fue la capital de la vasta colonia y luego estado. El invento de Brasilia, lo sabéis mejor que yo, es reciente. Esa fue de mis primeras preguntas en Río: ¿por qué se llama Río? Jamás me tomo la molestia de leer algo sobre la ciudad que voy a visitar. Como mucho me ilustro “sobre la marcha”, o más bien, como fue el caso, me ilustran. Suerte de estar rodeado de historiadores, paulistas y cariocas.
- No hay ningún río en Río. Eso lo debieron creer los conquistadores, pero como ves esto es una hermosa bahía. Y te diré su nombre completo: San Sebastián de Río de Janeiro. Mañana es 20 de enero (¡janeiro!, dices -exclamé interrumpiéndole-), es el día de su fundación y el día del santo que le da nombre, ¿lo entiendes?
-Nem que a confusâo do nome inteiro. (Sí, a pesar de que su nombre entero todavía lo lía más. Me traduzco un tanto libremente como veis).
Deconstruido el nombre debo entrar en materia o tal vez dar por finalizado el artículo que visto que ya pasa de las 1000 palabras sería lo más prudente. Pero, os quiero tanto, que no os puedo dejar cual coitus interruptus.
Una posibilidad, digo yo que sin mayores pretensiones, sería dar cuenta de esas pequeñas cosas que observas o te van sucediendo tan pronto como aterrizas. De esta manera el primer detalle tuvo que ver con los taxis. Siguiendo el consejo de mis anfitriones en el mismo aeropuerto hice el prepago del servicio, comprendida la vuelta con descuento: se trata de evitar sorpresas sobre la marcha con el ocasional taxista del tipo, le llevo hasta Ipanema que hay unas garotas como las de la famosa canción, y para mí la comisión, bueno no quiere es igual le cobro todo el viaje, o déme eso que le sobra y que a mi me falta,….(también debería no olvidar su forma de conducir: se saltan los semáforos, se pasan de revoluciones, los autobuses no se quedan atrás: invaden otros carriles, aún conservan la figura del cobrador sesteando detrás del conductor y pasándose por el forro tus preguntas. No es de extrañar que compitan con Portugal en tasas de accidentes.) Ahora, momento para la publicidad:
“Rádio Táxi Transcoopass, ÉTICA NOS NEGÓCIOS. Autoridades, Empresarios o Público em geral. Todos devemos nos empenhar, num esforço conjunto, no combate a toda espécie de PIRATARIA. O prejuízo é de todos”.
Además, he de añadir, que a mí ya ese nombre de Transcopas –lo transcribo en versión sincopada, más española- no sólo me daba confianza sino que me reconfortaba.
Ahora bien, ¿he de contar lo que en esas horas de llegada estaba sucediendo en la ciudad o esperar al día siguiente por la mañana en que me enteraba leyendo O Globo mientras esperaba a que me recogieran? Como en esa primera noche sabréis excusarme que no cuente nada más, pues nada de especial pasó que no pudiera haber ocurrido en cualquier otra parte, daré cuenta de la violencia del día anterior. Ya tenía noticias de que se estaban dando enfrentamientos abiertos entre el ejército y las mafias de las favelas, pero esa pasada noche en el morro da Mangueira el pánico para los desafortunados transeúntes fue mucho mayor porque el fuego cruzado era más propio de una batalla convencional. Escribo ya de memoria, dado que no tuve la precaución –“en marcha”- de guardar los periódicos, que por otra parte no era míos. Os contaré lo que recuerdo por si sirve. La Policía Militar había aprehendido por esas fechas unos 2.500 kgs. de maconha -marihuana- valorada en un millón de réais (500.000 $ US). Coincidió con la salida de prisión de uno de los capos de Mangueira no dispuesto a quedarse con los brazos cruzados. La PM tuvo la certeza de que se estaban aprovisionando de toda clase de armamento militar, incluidos carros de combate, para dar a conocer su respuesta. La interceptación de parte de ese material adelantó los acontecimientos. Creo recordar que en el 2006 murieron en Río unas 5.000 personas a causa de esta guerra no oficial.
Con estas frescas noticias salí a pasear en mi primer día en Río. Mi acompañante me llevó a Copacabana, paseamos con el cielo nublado, bebimos agua de coco en una mitad vacía. Nada de playa, a pesar del bochorno, algunas gotas de lluvia y sudor caían. Al invierno más cálido que se recuerda en el hemisferio norte corresponde el verano más húmedo por estos dulces trópicos con frecuentes inundaciones en el interior. Los ecologistas o entendidos, científicos tal vez, alertan sobre los cambios o “enfermedades” que de seguir pueden darse en la vegetación o yo que sé. A lo que se ve tan malo como el calentamiento global es el humedecimiento estival por estas parte del globo.¿Más que debo hacer para salir de este engorro climático que me afecta tanto como no sé bien explicar? Una solución fácil la aportan los mass media. ¿Por qué en qué se traduce todo esto en una ciudad como Río que vive de los fastos del Año Nuevo, y de ese ínterin veraniego hasta carnavales? En pérdidas de beneficios proporcional a la pérdida de días de playa. Con todo, los fines de semana grandes trasatlánticos ocupan varios kilómetros de litoral, más allá del residencial y muy chic –para algo su origen es francés- quartier de Leblon. Una legión de turistas europeos y norteamericanos asalta los lugares más emblemáticos. Adelantándome al domingo en mi caótico relato diré que pude comprobarlo subido al teleférico y mirador del Pâo de Açucar. Esta tropa que arroja por día los mayores gastos en la ciudad puede hacerlo gustosamente al lado de patrullas uniformadas que les protege de algunos excesos de amabilidad y receptividad de la población indígena.
Al desayuno de la siguiente jornada le esperaban las truculentas noticias del nuevo día. Por fortuna, separaba una cosa de la otra. Porque aún no he dicho nada de los maravillosos brazilian breakfasts. ¿Y querida relatores de otros blogs, verdad que procede cuando menos un breve comentario? Yo que en otros sitios me abstengo forzosamente de practicarlo, aquí me desquité con ganas. Zumo o sucos de todos los colores y variedades, con frutas (que no llamaré exóticas para no ser tildado de etnocentrista y otras sutilezas) algunas que no había jamás probado. ¿Cuánto valdría este mismo desayuno en Paris o Tokio?[2]
Me toca pasar al plato fuerte de la portada del matutino O Globo: la ex – miss Brasil –recuerdo su apellido Schuster, por su marido, un empresario amigo de Pelé- fue asaltada cuando se dirigía a un garito de la Fashion Rio (sí, muchas cosas en Río: también semana de la moda). Le cortaron el tirante del bolso y los tendones de la mano con que lo sujetaba. Es posible que haya perdido sensibilidad.
Lo cual no me desanimó para salir a la calle con mi voluminoso petate, adentrarme por el barrio más antiguo, Glória, Santa Tereza, Lapa y disparar con mi cámara a lo que se me antojara y seguir sacando la cartera cuando iba a pagar desoyendo todos los buenos consejos que mis ángeles custodios conconocimiento de causa me daban.
Y como para tu bien y el mío, querido lector, no debo extenderme mucho más, me acercaré al fin de semana sin moverme de la zona. Preparando el carnaval los blocos de samba se multiplicaban por locales de todos los gustos. Qué decir tiene que la elección no partió de mí, por lo que excepcionalmente os ofrezco un consejo (aparte de los publicitarios). No vayáis nunca a Río ni a ninguna parte con eruditos y eruditas de la Universidad de Sâo Paulo, la más antigua del país, 1930. Si podéis acudir con Romario o Ronaldo o cualquier otro futbolista de éxito que os llevará al sambódromo y a las principales quadras das escolas da samba, podréis admirar el llamativo talento de Grazielli Massafera en el monte Líbano, o los de Juliana Paes en el Viradouro, o los de Adriane Galisteo en la Tijuca, o los de Sabrina Sato en el Salgueiro, por citar sólo unos pocos.
Las aceras del barrio de Lapa que está viendo la recuperación de viejos edificios, pintados de azul, violeta y otros tantos colores, se llenan también de mujeres sin apenas nada encima. La noche y su desnudez resaltan el libre mercado de la carne. En este punto cuál debe ser la postura de este curioso observador: abogar por la prohibición de su decadente espectáculo, punir su voyeurismo, quién sabe si antesala de una culpable participación en el tinglado. Tinglado tan viejo como dice el tópico, como tan lejos de solucionarse, si es que admite tal posibilidad visto lo dispar de actitudes públicas y privadas, de los gobiernos y especialmente de quienes predican lo contrario de lo que hacen: como es de flagrante actualidad, los periódicos tan serios son los primeros en hacer caja. Por otra parte, habría que preguntar a todas ellas, ¿no os parece?
La mañana siguiente por fin sale de playa: puedo nadar, aunque lo hago en las aguas sucias de Flamengo, (al día siguiente iré a Ipanema, pero las gigantes olas no están para bromas). Al poco, la arena es ocupada por las escolinhas de futebol del club más popular. El rojo y el negro sólo se ven alterados por petos verdes para dividir los equipos ya dispuestos para jugar. Apunto aquí también que visité el estadio de Maracanâ, el mismo que en su año inaugural de 1950 dio cabida a la torcida: 200.000 gargantas enmudecidas (¿está bien empleada, por una vez, la manida sinécdoque, verdad?) por la derrota en la final frente a Uruguay.
Pero me había quedado con torpe delectación contemplando los cuerpos femeninos que pasan por la playa mientras mi concienciada anfitriona insiste en el problema creciente de la prostitución[3]: ¿qué futuro tienen esos cuerpos en Río? No respondo, pues me hallaba en la fase previa de observación del problema. Antes de la ética, demos un repaso a la estética. Me sorprende, por ejemplo, la exuberancia sin complejos de que hace bandeira la mulher brasileira. Su pasear y contoneos tan naturales, ¿y si naturales, podría decir excesivos? Dónde están esas jóvenes anoréxicas enfermas de sus cuerpos, única arma de que disponen para competir.
¡Ay! ¿A estas alturas de mi indiscreción cabe ya una retirada? ¿Habré mezclado mal las ligeras notas de un diario personal con las oportunas reflexiones que debieran producirme? Más teniendo en cuenta que mi irresponsabilidad me lleva a publicarlas.
Con todo lo que llevas (2.500 me señala una simpática ventanita) y no has dicho nada de esa “crítica social, política, arquitectónica o lo que se te ocurra” me recuerda Isaac. ¿De qué te sirven mis admoniciones? Por cierto, Isaac, ¿admonición es consejo o amonestación?
Sumariamente, empiezo por la arquitectura: me desconsoló ver fotos antiguas de la ciudad (Lo hice en una librería de uno de los muchos y modernos centros comerciales) y comprobar in situ su desaparición, El caso más flagrante la praza do 15 de novembro, los puentes de la autovía la cruzan y varios rascacielos se yerguen frente a la bella igreja do Carmo. Es una estampa, por desgracia, muy repetida. A la mezcla de estilos, entre modernos y coloniales, se unen estas salvajadas. Por otra parte, excediendo la crítica arquitectónica te diré que esto mismo es algo que fotografía a la ciudad y es harto bien sabido: los barrios ricos al lado de las favelas[4], los negros desharrapados, ociosos, mendigos o tirando de carros que llevan agua, cartón, cualquier mercancía o desecho al lado de la población blanca, vestida a la moda e integrada…por lo que me advierten, se trata de un racismo latente, sin apenas manifestaciones de denuncia o reivindicativas por parte de quienes lo sufren.
Tampoco he dicho nada de su maravilloso jardín botánico que no visité, del Cristo redentor de Corcovado, obra de un francés, cuyos herederos vencida la concesión -75 años- reclaman más derechos. De la próxima e impresionante floresta da Tijuca –vestigio de una edad anterior a la ciudad- y de tantos otros lugares (la ensenada de Botafogo, la laguna artificial de Rodrigo de Freitas, el puente que une Río con Niterói) que dan fe de porque Río sigue siendo Río, magnificado por el turismo y un privilegiado enclave natural, a pesar de la acción humana.
No creo que deba excederme más, el benevolente lector seguro que no me lo pide. En todo caso, ¡al contrario!¿O he de analizar la cumbre de MERCOSUR, ya que como señalaba al principio, coincidió con mi estancia? ¿O el paquete de medidas para relanzar la economía que Lula presentó poco después? Hubiera bastado el pertinente artículo de opinión. Un artículo de viaje es por necesidad superficial. El ignorante viajero se acerca, mira, escucha si entiende, pregunta si tiene a quien, lee si se aburre o por gusto y disfruta mientras le dejan. No se tome como atenuante si añado que quien ahora escribe fue primero viajero y sólo viajero. Y a estas horas improvisado y tardío escritor.
Una última aclaración: la samba del exordio se la dedico a un taxista. De creerle, los brasileños son como el mulato bamba de la canción: más amigos del baralho y de pavonearse por las playas que del trabalho. En la carrera que me sirvió y yo le pagué hizo un alegato de la pena de muerte que no reproduzco. Ya de por sí no valen mucho algunas vidas en Río.
¡Ja¡ Porque será que me recuerda a muchos taxistas de Madrid.
-P.S.: No habrán podido llamarse a engaño quienes esperasen algo sobre el carnaval: ¡fue en febrero y el título al menos en eso es claro, “siete días de enero….”


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Notas:
[1] Aficionado últimamente a los viajes transoceánicos, aproveché en las horas de vuelo para leer su magnífica novela “El vano ayer”.
[2] Otro momento de publicidad: “BIG BI, Sucos & Sanduíches, rua do Catete, 202”. A falta de chinos o pizzerias italianas en Río en en estos humildes puestos puedes encontrar unas pizzas cariocas con mucho queso (Las paulistas son mejores según la fracción paulista de mis amistades, claro). Las hamburguesas tampoco desmerecen. Lo que no os recomiendo son los árabes, ya que en Brasil gustan del queso y de todo lo natural, pero no de las especias.
[3] Se hace eco la prensa carioca de un reportaje del londinense The Guardian: el número de soldados (norte)americanos en Río se ha cuadruplicado desde el inicio de la guerra de Irak. El ejército (norte)americano –sigo citando la misma información- creó en el 2004 un programa que permite una escapada de las tropas de las áreas de conflicto a regiones turísticas por 15 días, con el transporte pagado. The Guardian cita a una de las empresas responsables de este nuevo flujo de visitantes: Tours Gone Wild, con sede en Miami. En la foto que publican puede verse el site de la agencia reproduciendo imágenes de garotas em boates, “brazil girl hotties” en clubes nocturnos.
[4] Lo más que me acerqué fue desde un hermoso tranvía (los chavales subidos a los topes) que salía desde la parte más vieja de Glória, frente a la sede de la poderosa Petrobras, al lado de uno de esos buffet libres de a kilo. El recorrido, aún sin entrar en ellas, por su belleza no tiene pérdida.
































jueves, 29 de enero de 2009

Porno en el autobús


Hace ya unos años publiqué un artículo con ese título y fue todo un éxito. Creo que el más leído de cuantos he escrito. Me temo que muchos acudieron equivocados. Luego misteriosamente desapareció de la web, por otra parte muy seria, que lo cobijaba. Pasado un buen tiempo al percatarme de ello pregunté por las razones. No lo habían censurado, se ve que se fue él solo por no encontrarse cómodo en aquel lugar. Lo cierto es que suele pasar. Yo muchas veces acudo a la Red para pillar algún artículo mío (el desorden de los archivos en mi ordenador es mucho mayor) y resulta que se ha perdido. Son los desaparecidos de la nueva era.

Hoy he buscado a este prófugo hijo mío y aquí está listo para ¡Das Experiment!


Porno en el autobús

Os quiero comentar una carta leída en el 20 Minutos madrileño, que no tiene que ver nada con la revista 10 Minutos. Ayudadme a juzgarla:
Una asidua cliente de una línea nacional (Madrid- Murcia o Madrid Elda) parece quejarse del contenido inapropiado de las películas puestas durante el trayecto. Transcribo su queja general:
“Se trata de cine que cae con frecuencia y gratuitamente en la grosería y en la inmoralidad, con escenas de sexo explícito en horario entre las 16.00 y las 22.00, momento en que también se desplazan menores”
Aún sin ver el tipo de cine al que se refiere la viajera, no dudo de que “sus programadores” adolezcan de un gusto exquisito o muy esteticista. Dejando para otra ocasión conceptos tan resbaladizos como el de su inmoralidad (¡qué habría qué decir del resto del cine!, donde seguramente la violencia es aún más explícita); lo que menos me convence es el agravante que quiere ver en su horario, especialmente, por la alusión que hace a los menores. ¿Es que por las mañanas no se desplazan tantos niños o más? ¿Y de madrugada no acompañan algunos menores a sus padres? De todas maneras, su carta induce a pensar que ese cine de “sexo explícito” no le parecería tan mal a partir de las 10 de la noche, lo que, a mi modo de ver, tampoco encuentro motivos para que en un sitio público por mor de la franja horaria ese tipo de cine hallara tan peregrina justificación. Por otra parte, a partir de esas horas de la noche, más bien existe prohibición de exhibir cualquier vídeo. Al menos, eso he comprobado la mayor parte de las veces en que personalmente he sido viajero.
Pero vayamos a los hechos, en concreto, al día en que manifiesta haber “sufrido”, según sus propias palabras, una película cuyo título es Picking up the pieces (algo así como Recogiendo los trozos, según ella misma traduce). Este es su juicio, que cito textualmente:
“Es una blasfemia continua contra la Iglesia católica. Se trata de un hombrecillo que mata y descuartiza en siete trozos a su mujer porque le ha sido infiel. Entierra los pedazos y pierde en el ajetreo (Y tanto que ajetreo –comentario mío-) una de las manos con el dedo corazón alzado, el resto (de los dedos) están encogidos y con lacas de uñas violeta.
“Con la mano va a tropezarse una señora ciega de un pueblo cercano, que al caer al suelo recupera la vista de repente. En dicho pueblo hay una calle central, en una acera está la iglesia; en la otra, el prostíbulo. ¿Y el cura? Pues en el prostíbulo por la noche y en la iglesia por el día, ofensa gratuita a los sacerdotes católicos, cuando debería tenerse en cuenta que por uno desviado hay por lo menos mil entregando su vida sólo al servicio de los demás.
“El caso es que la mano en cuestión llega al pueblo con la recién curada, que va a presentarse al cura. Al difundirse el milagro en el pueblo, se proclama dicha mano como la mano de la Virgen, a la que los lugareños se dedican a pedir irreverentemente milagros del tipo “que tenga un buen pecho, y ¡deseo concedido!”. Al enterarse de lo que estaba sucediendo, el obispo del lugar y una religiosa acuden a investigar, y, por supuesto, se ven mezclados en el ambiente de orgías y desenfrenos del lugar...” Fulanita de Tal, 26 años.
Pues cuidado Pilarín que casi eres menor. ¡Cuánto sufrimiento Pilar! ¿Lo de poner la edad sería porque eres casi menor?
Ah, y otra pregunta: ¿cómo sabías los milagros que pedían los lugareños? ¿Es que tenías los cascos puestos? Sería por interés artístico-religioso. ¡Qué penitencia!
Pues a mí, me gusta el cine, pero así pensando... que no llego a recordar cuál fue la última vez en un autobús que presté la más mínima atención a una película. Y es que hay líneas que tienen delito -digo pecado-, no sólo la tuya.
Me recuerda todo esto a una sentencia del Supremo, ya hace años, que condenaba por escándalo público (!) a dos homosexuales que fornicaban como hace mayormente todo hijo de vecino en la intimidad de su hogar. Y todo porque dos abuelitas les espiaban subidas no sé donde, poniendo en riesgo no sólo su integridad moral, sino principalmente la física. ¡Ay, la sacrosancta santidad del hogar, qué vueltas da!
Y la iglesia, joder con los curas y la iglesia, qué pobrecita. ¡Que martirio el suyo! Corramos a su auxilio, que se está poniendo de moda. Porque es lo que más te solivianta, ¿no? ¿Y no tendrán que ver todos los años de represión bajo los dictados de su fe con la existencia de ese cine torpe y blasfemo?
Contestadme, por Dios, sed buenos.

miércoles, 28 de enero de 2009

El reino de la publicidad. Curiosidades niponas

He recibido el mensaje. Gracias, Google. Probablemente Dios no exista, pero aunque existiera permanece mudo. En cambio Google si que es omnisciente, vigila cada una de nuestras palabras y guarda los excedentes, casi todas, en inmensos vertederos. Puede un pobre articulista sufrir humillación mayor. Carl Schmitt pronunció una sentencia célebre: "tres palabras rectificadoras del legislador convierten a bibliotecas enteras en basura" . Tres clarividentes anuncios de Google convierten en superfluos todos nuestros esfuerzos en decir algo. Y no bromeo: nos tienen cogidos por los huevos o los ovarios. Podremos darle mucho al intelecto, pero este mundo del que formamos parte se rige por otras partes y pulsiones de nuestro entero organismo. Quedó ayer probado: hablar de conflictos en Gaza o catástrofes en Ribadelago, ¿para qué? A mi lo que me preocupa es la enuresis de mi hijo o poder hacer piragüismo en el lago de Sanabria.

He entendido el mensaje. Cifrado en tres escuetos anuncios que me han dicho lo que dice la publicidad, o sea, la verdad. La verdad es que queremos que ésta conduzca nuestras vidas hacia el reino de la felicidad. La cual ya reina por completo en el mundo de la publicidad. ¿Han visto un niño o niña feos, una familia menesterosa, una esposa que no sea encantadora, un marido que a su vez no luzca un look atractivo en el mundo de la publicidad? ¿Existe el blanco y negro en la publicidad?
Bienvenidos, entonces a su reino. Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Nosotros somos tu propiedad y posesión, oh Señor. Fortalece en nuestros corazones la convicción de ser tuyos a fin de no servir a nadie fuera de Ti. No permitas que otro espíritu del mundo reine en perjuicio de las almas inmortales. Refrena la incredulidad, haznos soberbios y sensuales a tu semejanza. Extiende tu reino por medio de la propagación de tu fe entre todos los pueblos de la tierra, por la libertad y exaltación de la Publicidad, por la multiplicación de su influjo en todas las manifestaciones de la vida a su alcance, para ennoblecer la sociedad y poder llevarla a su verdadera felicidad. Toma posesión de los corazones de todos los hombres a fin de que puedan llegar a ser herederos de tu reino eterno.

Lo que queréis saber me ha contestado hoy el todopoderoso Dios Google son curiosidades, todo tipo de curiosidades. Cuánto más curiosas mejor. Para satisfacer las vuestras voy a emprender un largo viaje hasta las antípodas, que siento llevar la contraria a Javier (Krahe): en las antípodas no puede ser todo idéntico a lo autóctono. Ya sería casualidad, ¿no os parece? ¿O tanto han cambiado las cosas en el mundo de la globalización?

Así que, paradojas aparte, me he desplazado hasta el blog más vecino y sin que se entere le he mangado esto, todo sea para satisfacer vuestra bendita curiosidad:



http://kisaburo-es.blogspot.com/2009/01/ver-cul-es-la-entrada-para-mujer.html



http://kisaburo-es.blogspot.com/2009/01/quiero-que-entienda-mi-sentimiento-un.html



http://caminodesantiagoes.blogspot.com/2009/01/blog-post_2853.html

martes, 27 de enero de 2009

DE LO QUE DICE LA PUBLICIDAD (EN CLAVE DE HUMOR)

ESTAS PERLAS PUBLICITARIAS DEL MES van dedicadas al periodista Pascual Serrano, el más grande de nuestra generación perdida, y a sus jugosas perlas informativas.
(foto publicitaria del icono de mi blog)

Gracias a la publicidad la prensa nos mantiene informados, gracias a la publicidad en las televisiones, además de hacer otro tanto, nos entretienen con buenísimas películas y todavía mejores programas. Bueno, eso creía yo hasta que un primo periodista me abrió los ojos. La prensa a lo que se dedica principalmente es a vendernos propaganda en todos los frentes, hasta en los más inimaginables. Con clientes y lacayos de toda estopa, desde el presidente de la República francesa y el Pocero entre los primeros, al bueno de Urdaci y al más pintado entre los segundos. No hay más que echar un vistazo a todo el espacio que la dedica. Desde luego, los lugares más destacados y páginas enteras a todo color. En las televisiones, incluida las públicas, tres cuartas partes de lo mismo. El metraje dedicado a los anuncios ha ido ganando terreno, pese a lo que prescriban las leyes, de manera que se invierten los hábitos: hay que acudir al W.C. o fregar los platos después de la publicidad, tal como hace mi hija alguna vez que encendemos la caja tonta (no sé porque la llaman así). Esto se puede evaluar por el consumo de agua. Hagan la prueba y comprueben ustedes mismo caseramente cuando sube con menos presión.
Gracias a la publicidad, un servidor incluso puede llevar adelante este blog, se llama sakurambo tsumamu, lo digo pos si les pueden interesar sus magníficos mensajes publicitarios (como ven el nombre es facilísimo de recordar, sakurambo tsumamu). Uno es lo bastante humilde para reconocer que mis interminables artículos se pueden resumir en dos o tres eslóganes brillantes, algunos del tipo aquel tan afortunado como “los-rojos-no-usaban sombrero” u otros más bien admonitorios: “aprende a escribir en Fuentetaja o en la pensión Kafka”. Algo de caso los he hecho. A partir de ahora para descubrir lo que de verdad digo en lo que escribo pienso fijarme con atención en los anuncios que aparecen en su alrededor. A saber:
Si entra en mi portal usted, atento lector, estará al día y a la última porque “La Moda llega a Afflelou” y gracias a Afflelou y a mí, usted, querido lector, podrá presumir de no ser un ignorante (o, faltaría más, le ofrecemos la posibilidad de serlo. Como guste). Podrá, igualmente obtener el carné de paracaidismo en dos días, aprovechar la Oferta de Cursos Gratis para “ponerse al día”, o no pasar por alto el bombardeo del mercado de Alicante, me temo que no hablo en sentido figurado por la fecha: 25 de mayo de 1939.
Gracias a los anuncios de Google he podido averiguar lo sustancial de cada uno de los post publicados. No hay que llamarse a engaño.
- Yo trataba de opinar sobre las injurias-al-rey, valiente sandez, lo ignoraba todo: il re é nudo: Fraude Fiscal, Memento Fiscal 2009 –avisan otros- o sea Memento, imperativo del latín: acuérdate del IRPF, no te pase como al Rey y a Lola Flores, Lola I de España. Tampoco debe quejarse, en un pispás se le ofrece un ramillete de abogados penalistas para su defensa o le aconsejan Jurisprudencia Española respaldada por el grupo Aranzadi (vasco, pero nada sospechoso). Los había más surrealistas: “que trabaje para el ayuntamiento”. Oigan, que de estos anuncios se hace responsable la Empresa Anunciante. Tengamos la fiesta en paz. (Aclaro que el de la foto y borracho soy yo, por si acaso).
- Si lo que trataba es de hablar de la situación en Gaza lo importante es aprender inglés en dos semanas, ¡con dos cojones! Para otros es saber, “Sepa quién alimenta a Gaza” -advierte-. Hay uno, en principio en la misma línea: "5 kilos a la semana?" Error: puesto que añade “sí es posible para perder peso mucho y rápido” ¿O es que se nos invita a viajar a la franja? O puede que la solución al conflicto esté en presentarlo en clave más alegórica, como algunos analistas han hecho en otra sede mediante el-discurso-de-la-tapia o como problemas-de-vecindario. En ésta se han apoyado en el choque generacional padre - hijo, especialmente, frente a la enuresis. El que se mea, digo yo, que será Israel.
- Evocando la-tragedia-de-ribadelago descubro después que me he pasado al reportaje turístico o de viajes. Lo más acogedor o más seguro que el turismo rural es el Parador Nacional para visitar el Lago Sanabria.
- Que pregunto por el-hombre-que-mató a-durruti-y-ascaso. Me responde todo un gremio de pesados anunciantes otra vez con sombreros o con un reloj de lujo Tudor. ¿Es que Durruti usaba sombrero o esos relojes? Según el novelista Pedro de Paz, autor del futuro best-seller "El hombre que mató a Durruti" es bastante improbable. Aunque es lo más sorprendente que se ha escrito desde su enigmática muerte, no todo va a ser frivolidad. Al otro lado del muro alguien se pregunta “cómo podemos mejorar el mundo en que vivimos? Entérate Aquí!”
-Que al abrir el blog sakurambo tsumamu cito a Baltasar Gracián, pues lo confunden con otro paisano de Calatayud que hace un vino cojonudo de uva garnacha. Un poco fuertecico, eso sí, maño. Y de paso prefieren el blog de Rita, laviejita.com.
-Que escribo sobre la cárcel desde mi celda, ¡me contestan en inglés!
-Que yo hablo de prejuicios-y-etiquetas, pues me recuerdan haberme dejado las etiquetas adhesivas y otras etiquetadoras.
Así podríamos seguir ad infinitum, mas yo también prefiero en estos momentos comprobar de todo lo que llevo escrito, lo que realmente he dicho. Con cierto pesar he de admitir que notoriamente suelen ser esos curiosos consejos publicitarios lo más interesante. Vayamos, por fin, a la publicidad. No sin antes dar las gracias a Google, por ilustrarme tanto. Y, por favor, compren los productos, y sobre todo, las marcas anunciadas. Sean buenos, háganme caso.

(Entrada escrita mientras escuchaba "Tengo una pregunta para usted, Presidente").
/Blas López-Angulo
Blog del autor: http://sakurambotsumamu.blogspot.com/

domingo, 25 de enero de 2009

Contestando al autor de “El hombre que mató a Durruti”.



Los sombreros, signo de distinción de los caballeros de una época ya fenecida, primero al gran Otoski le llevaron a su novela y ahora me llevan a mí ante su autor. Discutamos, pues, de sombreros.
En los primeros meses de la guerra y revolución en Madrid por supuesto que no se llegó a una total uniformidad. Lo que si experimentó la vestimenta del personal fue un cambio considerable. Parecido ocurrió en la España rebelde-nazionalista con la proliferación de tantos falangistas de camisa azul o requetés con pistolón al cinto. En Madrid, la gente más acomodada guardó los trajes en el armario, incluidos los sombreros, y hasta prefirió cierto desarreglo, cuando no desaseo. No tengo aquí la novela que le cité de Juan Iturralde, Días de llamas, por lo que recuerdo, recrea muy bien todo aquello. El protagonista es juez y su padre y familia militares de alta graduación. Siempre en una gran capital la indumentaria nos ofrece un abanico coloridísimo, más marcado y variado. Imagínese durante esos días la tendencia: había que echarle un par para salir con la corbata bien puesta, recién duchado, perfumado y el sombrero en su sitio. Don Pedro, no me valen sus numerosas pruebas en contrario. Se trata de burgueses republicanos en su mayor parte tan distinguidos, que pueden permitírselo: ¡el presidente de la República, el president de la Generalitat y su sucesor, el presidente del Gobierno y un ministro! No eran gente de “a pie”, como se dice ahora, ni de encontrártelos a solas por las calles. Suerte tenían que sus retratos sí aparecían en la multitud de periódicos, revistas gráficas y de humor, en suma, reconocibles y reconocidos por las masas (también mítines, actos públicos,….). De lo contrario, se los imaginan apostados con esa guisa de espías de cine negro en la puerta de una ¡checa!...con los milicianos más coléricos, a un paso.
De todas maneras, debo preguntar como acostumbra usted a algún amigo o experto en la cuestión. Antonio Ferres usa sombrero y tal vez sepa algo. Le preguntaré. En estos momentos no que es muy temprano. Ahí en la foto parece que se lo está imaginando: "Ni se te ocurra, joven".

(Antonio Ferres, qué va, es todo un caballero y gran escritor)

* "...Un comandante republicano a quien el ministro le manifestó personalmente haber sido elegido para la investigación del caso Durruti por su “probada confianza y por sus méritos como policía antes de la guerra” continúa en el cuerpo – ¡nada menos que el encargado de la represión!-, vencidos “los recelos de nuevo régimen” (Blas L-A)
Cierto es que el riesgo de ser reconocido sería muy grande, pero aquí jugamos al 50% de posibilidades. O es que sí o es que no. Y salió el que no. (Pedro de Paz)."

Habrá que concederle ese 50 % de posibilidades, aunque si usted se empeña -por el buen final de su trama- también hubiera podido ser “que si” con un 99% de posibilidades. Desde luego que de ser el rostro del protagonista muy conocido habría necesitado del cirujano de Michael Jackson. El problema es que le podrían reconocer muchos colegas del otro bando o pasados ellos sí con mejor suerte y con la furia del converso, ¿no le parece? Más a un tipo con su historial (Policía Gubernativa e inspector de primera clase con Primo de Rivera, 2 condecoraciones, resuelve el célebre “crimen del compañero”, en 1930 se traslada al cuerpo de seguridad de la P.G., etc.), que en “unos meses” recién terminada la guerra, reingresa en el cuerpo de policía.
Por cierto, no se entiende bien como pudo ser “oficialmente dado por desaparecido” a las pocas semanas. A los más se le tendría por no presentado en el cuerpo de seguridad donde estaba en julio del 36 y depurado por su notorio pasado, en todo caso.
Paso a entrar de lleno en los dos asuntos capitales de su apasionante historia.
1) El hombre que mató a Ascaso.
2) El hombre que mató a Durruti.
Porque, casualidad o no, ese hombre mató primero a Ascaso. “O divaga sobre esa posibilidad”. Se trata de una legítima licencia como narrador (por supuesto, toda la razón, Pedro de Paz) que junto a las anteriores bien administradas consiguen un fascinante final. Y olvidadas en parte las anteriores a fe que lo consigue. Su relato es sobrio, preciso (ya ve, puede que hasta demasiado) y avanza derecho hacia ese final.
Otra cosa es que Otoski y yo, devotos de la figura de Durruti, pinchemos en el juguete que tanto nos ha gustado, como dos traviesos niños, para ver lo que de verdad tiene dentro.

“Lo que no está tan claro es ni el momento ni las circunstancias de su salida de las Atarazanas teniendo que remitirnos en exclusiva al testimonio de Pablo Ruiz.”
En la plaza Arc del Teatre el Comité de Defensa local de la CNT y de la FAI instaló su puesto de coordinación. A la reunión del 19 de julio a las 9 horas acudieron García Oliver, Ascaso, Durruti, Gordo y Manzana, como ya recogí. También otros enlaces, concretamente, Belmonte, de Sindicato de la Madera. A ellos se unieron Antonio Ortiz y Aurelio Fernández. Todo esto lo cuenta el poco después ministro de Justicia, García Oliver, en un artículo en Le Libertaire (18-8-1938) “Ce que fut le 19 juillet” y seguramente en sus memorias El eco de los pasos (extremo éste que Otoski le podrá confirmar, puesto que le han regalado la nueva edición de la obra, teniéndola más a mano que un servidor).




En cuanto a testigos presenciales de la muerte de Francisco Ascaso, sucedida aproximadamente 28 horas más tarde, no sólo lo fue Pablo Ruiz, sino también los demás reseñados en mi texto. El supuesto doble infiltrado Manzana y doble cazador sería todo un prodigio si acertó a abandonar el cuartel, no faltar a las reuniones de la plaza Arc del Teatre y regresar a tiempo al cuartel para cargarse, repito, al mismo Ascaso. Más, si tenemos en cuenta que era el punto más caliente de la ciudad, sin duda, por el fuego cruzado. Otrosí: en toda la anchura de la Rambla Santa Mónica, los obreros del Transporte y de la Metalurgia habían levantado una imponente barricada, impidiendo la salida a la tropa de Atarazanas y Dependencias Militares.

“Pues el doctor Bastos miente o bien en el parte médico (que yo no he tenido ocasión de encontrar ni leer y mira que he buscado) o bien en sus memorias ("De las guerras coloniales a la guerra civil: memorias de un cirujano") por que en estas últimas especifica que Durruti presentaba orificio de entrada en el pecho y de salida en el centro de la espalda.”

En efecto, su parte médico se prestaba a posibilitar la hipótesis oficial de la bala procedente de fuego enemigo, disparada desde el Hospital Clínico. De haber reconocido el orificio de salida por la espalda perdía consistencia, habida cuenta la distancia, que fue calculada en unos 6oo metros .

“Yo solamente hice un puzzle novelado con muchas de las piezas que encontré, entre ellas la de un articulista que decía haber hallado, tras muchos meses de investigación, el expediente militar de José Manzana Vivó (…) En cualquier caso, jamás negaré que todo pueda tratarse de un "cuento de viejas", pero... es lo que tiene de bonito la literatura.”
Había visto ese artículo en la red, lo malo que finaliza de manera un tanto sesgada inopinadamente”: “La versión más pulida sobre la muerte de Durruti apunta a un”
Nada he podido leer de su expediente. No sé usted. Claro que para los intereses que persigue un novelista tanto da.
He pasado por alto la alusión a los “dos hermanos falangistas”. Debería responder el amigo Otoski “que es él que metió la pata” o casi mejor que no porque suele abrir demasiados frentes y algunos muy atractivos, como el de la muerte de Muñoz-Seca atribuida a Gálvez.
En cuanto a la primera, como recojo en un anterior comentario he visto la semblanza que sobre los Durruti traza un descendiente en su blog. En ella cita la trágica suerte de su tío Manolo Durruti (él también se llama Manuel Durruti) muerto en el 34 en Asturias. Por cierto, hace unas horas me ha respondido esto, lo pongo para quienes siguieron aquel comentario. Esto no es una novela, pero también la historia es algo, no lo olvidemos, vivido:
"Estimado Blas:
La nieta del sargento manzana no se ha puesto en contacto conmigo.
Le di mi dirección, pero sin respuesta. Pudo ser una broma.
Saludos
Manuel
Tengo el acta militar del asesinato a Pedro Marciano. Fue detenido el sábado y el domingo asesinado. Todo muy rápido."
En cuanto a la segunda y con esto concluyo (¡habremos de poner un límite a nuestra común pasión!), totalmente de acuerdo.
En esto también habría que precisar al querido Otoski que no se le imputó crímenes concretos, (ergo: no se le juzgó por la muerte de Muñoz-Seca) lo que constituye una muestra más de la irregularidad y nulidad total de los sentencias y de los propios tribunales que durante tantos años después de finalizar la guerra funcionaron, eso sí, a pleno rendimiento. Acerca de esto puede leerse en la Wikipedia: “…un Consejo de Guerra el 5 de diciembre de 1939 por «conspiración marxista y otros cargos más» entre los que se contaba «la muerte de varias decenas de monjas», sin especificar, y no se le comunicó la sentencia…”
Tenemos de nuevo un nieto, para nada apócrifo, preguntándose o, más bien, respondiéndose él mismo: Ussía. Pero le puede el rencor, maneja indicios, no pruebas.
El periodista de la C.N.T. Eduardo de Guzmán (que junto a Ramón J. Sender denunció la matanza de Casas Viejas con Azaña en el Gobierno) compartió las checas trocadas de los rebeldes y prisión con el bohemio sonetista/sablista. Fue testigo de sus últimas horas. (Que no fueron en Porlier ni en Yeserías, sino en el más lejano Alto Carabanchel, al lado de donde, poco después, se construiría la cárcel, la misma que apenas un mes se descopuló con precipitación y nocturnidad). Lo cuenta Eduardo de Guzmán en la primera parte de una trilogía publicada en la transición, Nosotros, los asesinos es su título. El testimonio es de primera por la calidad moral e intelectual del memorialista. Gálvez sufría un arrebato místico-religioso, ¡auténtico! Que no exento de lucidez: «Sé que van a matarme, pero no me preocupa gran cosa. Nadie pasa de viejo, y yo lo soy hace muchos años. Todo lo que pueden hacer es ahorrarme unos meses o unas semanas la agonía y decrepitud».
La leí no hace mucho. A Gálvez se la tenían jurada por su exhibicionismo de miliciano chequista. Daban igual las pruebas. Claro que como cuenta Guzmán en su libro era un personaje, mitad santo, mitad vil fementida canalla, con pasaporte lo mismo para el cielo que para las calderas de Botero.

jueves, 22 de enero de 2009

EL hombre que mató a Durruti y a Ascaso


Mi penúltimo post “Los rojos no comían cordero” inspirado en ese eslogan de posguerra con que lo iniciaba, “Los rojos no usaban sombrero”, ha provocado en el gran Otoski un par de comentarios, que guiados por esa cereza del sombrero le han llevado a “recordar una novela corta "El hombre que mató a Durruti" de Pedro de Paz, dónde un comandante republicano recibe el encargo de investigar y aclarar la muerte del llorado anarquista leonés. En algún momento de la obra, el comandante es perseguido por un hombre con "gabardina y sombrero", algo muy poco usual en el céntrico Madrid bombardeado de principios del 37, dónde se desarrolla la trama”.
Tienes razón, cito la novela:
“Fernández Durán reparó en un hombre alto, vestido con gabardina de color oscuro y sombrero que caminaba detrás de él a una distancia prudencial (¡! –la admiración por el adjetivo es mía-). Aquel hombre había estado en la puerta de la checa cuando él salió y ahora parecía seguirle en su recorrido. Se había fijado en él al salir por el detalle del sombrero”. ¿Solo por el sombrero! Me da que el autor hubiera vestido a tan extravagante espía con la misma vestimenta, así lloviera o cayeran 40 grados madrileños de una tarde de agosto en la Gran Vía. Me da que ese espía –de cine negro, como dice Otoski- no se quitaba el sombrero, la corbata y la gabardina que luce en la portada ni para dormir. Además, esperando discretamente en la puerta de la checa, se imaginan el tiempo récord que debería haber transcurrido para terminar dentro. Esos temores, al menos, hubiesen sido más que fundados. Una lectura atenta de Días de llamas, una de las mejores novelas para entender el Madrid revolucionario de la guerra, de Juan Iturralde, nos sumerge mejor en este otro tipo de zozobras. No es de extrañar que la escena se solucione con ese Humphrey Bogart caído al cielo limpio de Madrid “echando a correr calle abajo”. Si es un mandado con el marrón de presionar al comandante no se comprenden bien los medios elegidos para hacerle desistir de la investigación sobre el final de Durruti. De hecho, salvo el pretendido efecto novelesco, nada consigue. Por cierto, que un poco más adelante, conocemos al amo del sabueso: “vestía un atuendo de aspecto elegante y refinado que en nada resultaba artificial, puesto que lo portaba con total naturalidad (elemental, Watson, es de noche porque no es de día -/B.) y llevaba un fino bigote que le daba un aspecto distinguido”. ¿No sería, además un fascista indisimulado de la quinta columna?
El desenlace es aún más novelesco, digno del Baroja del Escuadrón del Brigante que en el mismo post aludido al inicio comentaba con Diego del ídem (Casa Brigante) de Lerma. Pero, a mi modo de ver, con algunas licencias insostenibles en el plano histórico:
En el último capítulo nos topamos 25 años después con el comandante republicano reintegrado en la policía franquista, ahora como el comisario Lobato. Lo explica de esta guisa el novelista:
“Después de no pocas dificultades y con la ayuda de algunos de los pocos amigos que le quedaban, consiguió crearse una nueva identidad y vencer los recelos del nuevo régimen para ingresar de nuevo en el cuerpo de policía”.
Un comandante republicano a quien el ministro le manifestó personalmente haber sido elegido para la investigación del caso Durruti por su “probada confianza y por sus méritos como policía antes de la guerra” continúa en el cuerpo – ¡nada menos que el encargado de la represión!-, vencidos “los recelos de nuevo régimen”. ¡Hostias, don Pedro de Paz!, ¡Usted fuma más que Baroja! Joder, y qué amigos, pocos, pero para que más, ni el mismo Paquito en persona. ¡Pero mi ahrma!, con un pasado profesional tan significado y en puestos de máxima confianza política como acabamos de ver, no sólo le depuran: garrote y prensa. Y por favor, más churros para el chocolate de la merienda del Vigía….
Entremos, ya, de lleno, en el fondo del affaire Durruti. Tan enigmático como desde el primer día. Otoski comentaba: ”Creo que señalar al sargento Manzana como posible portador del naranjero del que salió la bala que atravesó al anarquista leonés (con dos hermanos falangistas por cierto, uno muerto en el frente y otro fusilado por sus compañeros al no fiarse de él y creerle un espía infiltrado de los anarquistas), ya lo hizo hace tiempo entre otros en sus excelentes memorias Juan García Oliver, el que fuera ministro de Justicia del gobierno de Largo Caballero. Otra cosa es especular con una sola pregunta retórica que se hace el autor, si fue un accidente o fue intencionado. La pregunta es más o menos esta: ¿Por qué se habría reconvertido en anarquista un militar sublevado en Barcelona a sus 34 años? Podría contestarle cualquiera que aunque fuera hombre de confianza de Durruti no tenía por qué ser anarquista, como ya pasó con el cura secretario personal que como puede apreciarse también en sus memorias, nunca fue anarquista pero si "durrutista" hasta la muerte. Y que en ambos casos tal vez salvaron la vida por la intervención personal y directa de Durruti, de ahí su "inquebrantable" lealtad.”
Puesto que hasta la fecha todas las versiones que nos han llegado son contradictorias, cualquier toma de postura es más voluntarista que otra cosa.
Aunque de nuevo el ansia fabuladora del novelista va mucho más lejos: el sargento Manzana, según nos descubre en ese asombroso final, ya se había cargado en los primeros combates a Ascaso, el amigo inseparable de Buenaventura. Ambos, la flor y nata del anarquismo español.
Según el novelista, Manzana estaba dentro del cuartel de las Atarazanas en Barcelona repeliendo el ataque de los milicianos. Como resulta que era “Maestro Tirador”, como resulta también que Ascaso murió de un “certero disparo entre ceja y ceja”, ergo, quien podría haber sido sino Manzana. ¡Joder, y los guionistas de Hollywood en huelga!
En cambio es sabido que los contactos entre los sargentos Manzana y Gordo del parque de Artillería y los comités libertarios eran continuos. Otro tanto se daba con varios oficiales de la base aérea militar del Prat. Ítem plus: el 19 de julio hacia las 9 de la mañana García Oliver, Ascaso y Durruti se encontraban el plaza Arco del Teatro junto con los sargentos Gordo y Manzana, “que habían fracasado en su intento de apoderarse de Atarazanas, y, teniendo que huir por la puerta que daba a la calle de Montserrat, afortunadamente salieron llevándose unas cajas de municiones de fusil y cintas para ametralladoras”. Esta información la da Pablo Ruiz, uno de los creadores en noviembre de la Agrupación “Los Amigos de Durruti”. Allí se convino que Manzana y Gordo, apoyados por un grupo de militantes del Sindicato de Transporte se emplazaran en la terraza de una casa donde se hallaba el restaurante “casa Juan” para desde allí atacar a Dependencias Militares. El 20 de julio sobre las 13 horas cayó Francisco Ascaso. Ese día continuaba el fuego cruzado de Atarazanas y Dependencias Militares. Desde una de las garitas de aquel cuartel fue disparado varias veces sin alcanzarle. “Ascaso se detuvo un instante para descargar la pistola contra el tirador de la garita, muy próximo a él; pero en el momento de ganar, con otro salto, el camión, recibió una bala en plena frente”. Momentos después, en las Atarazanas se levantaba bandera blanca. Se había ganado Barcelona y perdido a uno de sus mayores valedores. (Testimonios de José Mira, Pablo Ruiz y Liberto Ros, recogidos por Abel Paz, Durruti en la Revolución española).
Diego Peña desmintiendo la emboscada de Hontoria del Pinar de Baroja y otro Diego, Diego Camacho, alias Abel Paz, fastidiando los planes de otro Paz.
Con todo, a Otoski, con razón, le parece “la mejor novela del autor publicada hasta ahora, e incluso creo que si profundiza en alguno de los personajes apenas dibujados, puede completar y mejorarla sin duda.Y no sería el primer caso, por citar alguno conocido, algo parecido hizo ya Fernando Quiñones con su excepcional cuento largo "Legionaria, al que añadiendo de aquí y de allá presentó como novela al premio Planeta, quedando vencedor sin amaño con Lara, es decir finalista, bajo el nombre de "Las mil noches de Hortensia Romero".
Por lo demás, ya entrando en el enigma Durruti, ahí juega con ventaja, puesto que no hay forma humana de atar cabos. Y la discusión puede alargarse, mientras persita el interés por la figura del heroico luchador, bastantes décadas más.
- En el libro de Joan Llarch, La muerte de Durruti se habla hasta de 7 ocupantes del vehículo. El cual, por cierto para unos es un Hispano- Suiza, para otros Twik y finalmente Packard. En cambio, siguiendo las memorias de Cipriano Mera (ni el García Oliver del Eco de mis pasos ni el resto de dirigentes se hallaba en Madrid), podemos intentar alguna conclusión, siempre provisional, a falta de pruebas irrefutables:
- Los ocupantes del Packard sólo eran tres (véase ilustración del libro Durruti de Rai Ferrer). Durruti solía ir delante y los testimonios del chófer y el sargento Manzana no coinciden para empezar siquiera ni en su número. Para José Manzana viajaban también dos escoltas, cuya identidad nadie conoce, y Miguel Yoldi. Para Graves no hay más testigos que él y el sargento.
- El arma homicida no se recogió. Durruti acostumbraba a llevar un colt 45 y Manzana un naranjero. El sargento Manzana llevaba el brazo derecho vendado en cabestrillo.
- Sobre la posibilidad de que fuera un accidente, en un foro ácrata muy concurrido http://www.alasbarricadas.org/, recojo lo siguiente:
“Aquí, el primer nombre, de creo el jefe de la milicia anarquista, el nombre de esta se me ha pasado lo siento. López-Tienda, muerto el día 2 en Móstoles al bajarse del coche, y caerse el arma, muriendo de herida mortal producida por esta, y recogido, por un tal Climent Ferrer, en circunstancias parecidas a la muerte de Durruti.”
Es un dato más, los dos jefes de los milicianos que acuden a la defensa de Madrid mueren de accidente similar. ¿Casualidad?
Sería muy prolijo entrar en los intereses partidistas de los defensores de Madrid, la supuesta evolución de Durruti, las purgas estalinistas, etc. Me limito sumariamente a manejar un mínimo de datos, desde los cuales resulten más plausibles unas hipótesis que otras.
Tampoco coinciden las versiones de los cirujanos que NO operaron a Durruti. (Recojo también estas manifestaciones del foro:)
“Hoy he caído por casualidad en este foro, buscando algo sobre mi abuelo, el Doctor Manuel Bastos Ansart. Don Manuel Bastos fue llamado en su época, el padre de la traumatología moderna y aún hoy se estudian sus tratados en las facultades de medicina de medio mundo. Aparte de esto, fue él quién efectivamente atendió a Durruti, al que herido de muerte llevaron al hospital que se había habilitado en el Hotel Ritz. Mi abuelo murió hace ya tiempo pero siempre contaba la historia de como llegó Durruti, de como se le había disparado el naranjero, y de las pocas palabras que salieron de su boca antes de morir. Al parecer y según contaba mi abuelo, repetía ya moribundo: "que tontería, que tontería "el jodío fusil", así ni más ni menos. No dijo nada más, pero si es cierto, al parecer, que en el momento de la muerte decidieron que nadie contaría nada de la forma tan "poco heroica" en que murió.” (http://www.alasbarricadas.org/forums/viewtopic.php?p=58708&sid=5d61f1d8d647e1e068f1c4f6bcc15679). De hecho, en su parte médico dice: “… la bala de gran calibre (seguramente del 9 largo) rozó el colon, destruyó el bazo, perforó el diafragma, hiriendo el pulmón donde quedó alojada”. No menciona que el disparo fuese a corta distancia. En cambio, en su libro, De las guerras coloniales a la guerra civil. Memorias de un cirujano, manifiesta: “los que le rodeaban (al herido) no se recataron en darme a entender que habían sido sus propios secuaces los causantes de la herida”.
José Santamaría, médico personal de Durruti, años más tarde, en respuesta a Joan Llarch estima en 35 cm. la distancia del disparo, “cálculo deducido por la intensidad de la impregnación de pólvora en la prenda que vestía en el instante de los hechos”. No obstante, la camisa y cazadora para apreciar el agujero de la bala también desapareció. De la camisa que fue entregada a su viuda se habla de que la abertura era enorme y manchada por la detonación, lo que probarían que el tiro fue a quemarropa y no fuego enemigo desde el Clínico, a unos 800 metros. Lo cual, asimismo, sería corroborado por el orificio de entrada en un costado, su trayectoria horizontal y el mortal destrozo, ya indicado un poco más arriba.
- En conclusión, sólo el conductor Julio Graves y el sargento José Manzana podrían haber aclarado lo que pasó. Reunidos con Mera, García Oliver y Federica Montseny, en rápidos viajes a Valencia de ida y vuelta, es obvio que eligieron la versión menos comprometedora, dadas la dificilísimas circunstancias en el frente de Madrid.
A todo esto, no es cierta la huida del sargento Manzana. Puede verse en la foto del funeral en Barcelona, el primero por la izquierda con su brazo vendado, al lado Mera, también herido y la viuda Émilienne. De ahí partió para el frente de Aragón.
Ahora bien, su silencio posterior ha propiciado fabulaciones tan efectistas como la descrita en la interesante –pese a todo- novela que comentamos, donde, para no ser menos que el comandante republicano Fdez Durán o el capitán Angulo de las Milicias de Durruti, el sargento Manzana reaparece cambiado de bando y recompensado. “Pero aún queda el plato fuerte” –anuncia el novelista:
Ya en la posguerra en casa de un general tiene lugar una reunión de militares del régimen vencedor, el anfitrión exclamó: “aquí entra el hombre que mató a Durruti”.
Para terminar deseo para el exitoso autor del documento Saldaña, una reedición de El hombre que mató a Durruti, mucho menos conocida, y que el autopomposo cine español, ¡incluso la lleve al cine!
Sería la primera peli sobre Durruti. Y promete.
De momento nos consolamos escuchando el Romancero de Durruti compuesto por Chicho Sánchez Ferlosio:
Os dejo con una pieza tan sencilla como logradamente popular.
Los solidarios.

lunes, 19 de enero de 2009

Prejuicios y etiquetas

Es acongojante la pasión carpetovetónica por trazar la filiación política de cada hijo de vecino. Mis textos están abiertos para todos. Que el ABC, El Mundo o El País no me publiquen, en primer lugar, obedece sin duda a que yo no les envío nada. Aunque es cierto que el País en tema de Racismo (Gitanos) si se ha interesado y me ha pedido desde Andalucía alguna colaboración. Como fuera de ahí, ni soy escritor de prestigio ni nada parecido es normal que nos ignoremos mutuamente.
Publico en Rebelión porque tuvieron el detalle de leer lo que en su día les mandé sin preguntarme nada. Claro, que tipos de la honestidad intelectual de Pascual Serrano y Carlos Martínez, por citar a dos de sus fundadores, se hallan pocos. Serán de izquierdas: para nada dogmáticos. Se podrán obviamente discutir sus posicionamientos, no en cambio su capacidad y conocimientos.
Otra cosa es deducir de ahí, por tanto, la etiqueta o marbete estabulador correspondiente. Me parece estupendo que ustedes, falangistas, estimen "la claridad, aparentemente exenta de sectarismo, de mi aproximación al tema (...) apoyándose en una interesante bibliografía" pero, oigan, no sólo me juzguen así, cuando por lo visto les convenga. En fin, lo que es moneda corriente a gran escala. Yo no tengo la culpa ni de que ustedes me publiquen ni de que otros no lo hagan.
Y no confundan el culo con las témporas. (Mi) “repulsa a la ilegalización de los partidos abetzales (síc), es decir manteniendo posturas irreconciliables con las nuestras", mi repulsa a la ilegalización –les aclaro- es por cuanto me parece antidemocrática, no porque sea abertzale, que ya que me lo imputan les contesto: NO LO SOY. Por tanto, el desacuerdo está en su postura antidemocrática no en mi supuesto abertzalismo. Les invito a que me sigan leyendo en InSurGente, que sí es lo que ustedes dicen, pero dedúzcanlo de mis escritos, ¿vale?
Por la misma razón, quienes me lean ahora desde su portal me tomarán por un fascista converso de esos tan ufanos que han seguido el camino contrario, ¿no les parece?
Ayer hablaba de tipos como el cura Merino o el alcalde de Roa, que terminaron como voluntarios realistas, en las filas del carlismo y desterrados. Para su satisfacción y curiosidad les confesaré que llevo sangre de ese color desde entonces y del exilio por no tragar mis antepasados con pasteleros abrazos como el de Vergara. Sí, parecido a lo de ahora, seguimos como si Aquí nunca hubiera pasado nada.
Les dejo con el hallazgo:

Fantasmas de desván: CONVERSOS
Bucear en la red casi siempre da sus réditos y si además intentas librarte de prejuicios cuando lo haces, la recompensa suele llegar desde y cuando menos te lo esperas. Este ha sido el caso de los dos artículos de Blas López-Angulo que a vuestra atención os ofrecemos. El autor, es un conocido investigador social y articulista muy conocido por sus estudios referentes al pueblo gitano, procedente de las filas de la izquierda radical y colaborador de publicaciones digitales como insurgente.org, nodo50.org o rebelión.es, donde han sido publicados estos artículos.
Naturalmente ni está, ni ha estado nunca cercano al falangismo, e incluso le hemos encontrado engrosando listas de repulsa a la ilegalización de los partidos abetzales, es decir manteniendo posturas irreconciliables con las nuestras. Pero precisamente por eso choca la claridad, aparentemente exenta de sectarismo, de su aproximación al tema de quienes desde el falangismo “empezaron sirviendo, como piedra de León Felipe, en ese augusto palacio y hoy la arrojan, se arrojan a sí mismas, a sus gruesos muros.(y) Su esclarecida fe democrática ha sido justamente recompensada con las más altas torres de la Moncloa o de otros nobles edificios”.
En el primer artículo “La nómina político-intelectual en los años oscuros” (1), explica su teoría sobre como camisas viejas o nuevas acabaron siendo prototipos para explicar la Transición, que en muchos casos ha camuflado “un espectacular número de transformismo” como un “ejercicio de supervivencia”, cuando no de “ilustres liberales” y “paladines del régimen constitucional”.
Angulo expone que el régimen franquista fue considerado por los indiferentes como el resultado de un pronunciamiento al estilo de los del siglo XIX y por los afines como una cruzada nacional que cristalizó en el nacional-catolicismo, pero para las izquierdas en el exilio y parte del falangismo de postguerra fue visto como una “versión española del fascismo europeo triunfante en los años 30”. Falangistas como Ridruejo, Tovar o Laín contribuyeron a alimentar esa imagen en el exterior, si bien una vez “salvada la vertiente personalista de la Falange y de su fundador” dichas posturas rebelaron un interesado oportunismo con la victoria aliada, que favoreció el dominio de las oligarquías tradicionales más reaccionarias e improductivas de lo cual dan fe el progresivo relegamiento de la Falange y la instrumentalización del partido único, lo cual dio origen a un régimen “más autoritario y represor que totalitario”.
El nuevo estado se sirvió de algunos de esos intelectuales para dotar al régimen de una fachada político-intelectual que le guió en su camino al liberalismo capitalista.
Dicho revestimiento contó con dos líneas divergentes: La que resulto dominante, encabezada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) impulsada por el Opus Dei y su visión tecnocrática de la ciencia, y la del Instituto de estudios Políticos de Valdecasas y las publicaciones falangistas como Jerarquía o El Escorial de Ridruejo, que resultaron fuentes de disidencia reflejo de su desencanto.
Las “contradicciones de esa juventud” que en palabras de Giménez Caballero “pone los huevos en un sitio y canta en el otro” heredados de su formación orteguiana favorecen el tránsito desde el estado autoritario a la democracia orgánica, haciéndose eco de la profecía incluida en “La rebelión de las masas”, que predecía la depuración del liberalismo por parte del totalitarismo.
“El tránsito estaba abonado”.
En el segundo artículo “Conversiones a la democracia” (2), apoyándose en una interesante bibliografía (como el artículo “Antifascistas en España, don José Ortega y Gasset” del número 1 de la revista Autos de F. E., de 7 de diciembre de 1933, o el libro “La contrarrevolución falangista” de Raúl Martín), hace un repaso de los principales “fantasmas de desván” o “galería de personajes conversos” que desde la universidad o la política recuperaron el “denostado capitalismo” en su ascenso al poder, con especial hincapié en la figura de José María Aznar y su progresivo acercamiento a la figura de Manuel Azaña.
Dos artículos para la reflexión con el aliciente de su peculiar procedencia.
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(SIC en cursiva)
(1).- “La nómina político-intelectual en los años oscuro” - Blas López-Angulo en Rebelión (11FEB04)
(2).- “Conversiones a la democracia” - Blas López-Angulo en Rebelión (14FEB04)

domingo, 18 de enero de 2009

Los rojos no comían cordero

PUBLICIDAD DE POSGUERRA
"Horizonte, mayo de 1939. Hemeroteca Municipal de MadridEl anuncio no puede ser más directo y expresivo. Un único eslogan, el sencillo dibujo de un sombrero, y la dirección del establecimiento comercial, BRAVE, sito en el número 17 de la madrileña calle de la Montera, donde podía proveerse de inmediato cualquier cliente potencial al que le acometiera la urgencia de cubrirse la cabeza… ante tan alarmante recordatorio: «Los rojos no usaban sombrero», no fueran a delatarle sus libres y volátiles pensamientos, por lo que había que acudir presurosos a cubrirlos convenientemente. Todo un acierto que debió de llenar las arcas de los empresarios dedicados a la confección y venta de sombreros.Nada de agradecimientos al caudillo victorioso, invocaciones a la patria recobrada, loas a la paz recién reconquistada o rimbombantes saludos a Franco y arribas a España. Ojo al parche: «Los rojos no usaban sombrero». La síntesis de la síntesis. España había quedado arbitrariamente dividida entre los sublevados que fueron capaces de imponerse en media España y los resistentes republicanos que lo impidieron en la otra media. Rebeldes y gubernamentales, franquistas y republicanos, rojos y azules. Dos Españas. Dos escenografías. Había triunfado una, la azul celeste, y la otra, la roja púrpura, debía de doblar la frente debidamente humillada y hacerse perdonar como fuera sus turbios orígenes y costumbres de mal vivir.Se acabó la boina y la chupa de cuero del comisario o el mono azul miliciano y demás símbolos de la España derrotada. La España de orden, la burguesía biempensante, usaba sombrero como signo de distinción . ¡Hala! «Jodíos cojos» (los otros eran caballeros mutilados) y demás tropa de «rojos», ¡a la carrera!, a borrar las huellas (mentales) de vuestro ignominioso pasado republicano o revolucionario. A cubrirse la sesera con el sombrero salvador del pensamiento políticamente correcto: ser de derechas de toda la vida, no fuera a escaparse alguna idea inconveniente. Si la camisa azul era «el salvavidas» que había que ponerse políticamente para hacerse perdonar la «deslocalización política» sufrida al comienzo de la guerra (estar en el bando perdedor), el sombrero era el salvoconducto, la apariencia de que se era y se quería ser gente de buen vivir, de pulcras costumbres como Dios manda, de que se asumían los valores de la España inmortal (la nacionalista) y se arrojaban a las cloacas de la historia los que representaba la otra, la mortal (la republicana) felizmente derrotada. ¿Los rojos no usaban sombrero? «Pues yo sí, por si las moscas»". (Alberto Reig Tapia).
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Confieso que he comido cordero llevado por las circunstancias...Atenuantes, que son:
A mi hija le da por tener hambre nada más pasar por Aranda de Duero, así que en Lerma ya no puede más y tenemos que parar. Me consta que con su mamma en cambio se hace caca: se detienen en un paraje tranquilo como es el mismo cementerio e incluso Martina aprovecha para recoger una flor que luego regala a Ikuko. Conmigo no, conmigo sus apremios son más refinados. Tampoco vale comprarle unas chuches, además en Lerma no hay chuches, en Lerma son muy austeros, de plato único, como en los viejos tiempos, aunque éste se llame cordero.
Yo prefiero detenerme en Aranda, con tiempo. Y atravesarla subterráneamente, ya que toda ella está horadada por cuevas que son bodegas de su vino del Duero. Reconozco que para casos más apurados, como es el de autos, Lerma es inmejorable. Se accede desde la autovía directamente al centro de la plaza donde se yergue el soberbio palacio ducal. La oferta de asadores en ella es muy interesante. A uno le suena el restaurante Ojeda de la capital, o más bien su cafetería con buenísimo chocolate y churros, como también sabe la nonna. Que le vamos hacer si me puede la historia cuando descubro Casa Brigante, además Diego, su restaurador, entre asado y asado charla de húsares y de ejércitos regulares, que es de lo que trata la ponencia que presentó en Burgos con motivo del bicentenario de la Guerra de la Independencia.
Aquí posamos junto a Diego, con Martín el Empecinado al fondo y la empecinada de Martina, a mi otro lado:
El Empecinado fue un héroe del pueblo de los de verdad. Machado evocó su grandeza para resistir a lo que juzgó una nueva invasión extranjera o nueva guerra de Independencia en el 36. En la foto siguiente vemos de su puño y letra la plena conciencia de su lucha (si pincháis en ella, se lee mejor). De como le pagaron lo cuento en otro lugar: Fulanos y menganos de la historia. Me baso en las memorias del alcalde de Roa, el cual tuvo el triste honor de ejecutar al Empecinado. El libro es una rareza única por muchos motivos. Porque concretamente en España no contamos con muchas memorias de personajes históricos. Y sobre todo, porque don Gregorio Glez. Arranz pertenecía a lo más a lo que el maestro Galdós llamó fulanos y menganos de la historia. Diego me puso en contacto con ¡uno de sus descendientes! en Francia. Tras el exilio del antepasado aquí no quedó ninguno. En su respuesta (1) me cuelga un link de las Memorias que él mismo ha escaneado. Todo un detalle ya que su edición es de 1935 en Espasa-Calpe. Yo lo localicé en una librería de viejo de Burgos y en el mismo Roa, donde han hecho una facsímil. Curiosa la historia de ese manuscrito que sus hijos y nietos despreciaron y que Sebastián Lazo (parece un alías) rescató en Lisboa y editó (lo explica en el prólogo).
No pudimos conversar mucho porque a ambos nos esperaba la cabalgata de Reyes, o precisamente porque no nos iba a esperar.
Al salir pasé por la tumba del cura Merino, de cuyas correrías daba cuenta Baroja en el Escuadrón del Brigante, el mejor de los episodios de Memorias de un hombre de acción, sin duda (2). Y que, en cambio, según Diego, la supuesta hazaña que relata, la emboscada en Hontoria del Pinar, no existió puesto que en su abultada hoja de servicios, don Jerónimo Merino ni la menciona (3). Para quien tenga interés por el modus operandi del guerrillero Merino puede consultar otro artículo mío, más antiguo (4). Penúltima cereza proporcionada por Diego: en el buscador PARES pueden hallarse muchos documentos sobre Aviraneta, en este caso, el ancestro de Baroja, sobre el cual tejió las Memorias de un hombre de acción.
Bueno, con este empacho de lechazo y de historia, qué les parece si nos vamos a hacer la digestión.
















Notas:

(1)Bonjour Blas,
Je ne parle ni n’écris pour l’instant l’Espagnol.
J’ai commencé à l’apprendre il a trois mois.
Pour ce qui est de Gregorio GONZALEZ-ARRANZ qui est le grand père de mon arrière grand-père, j’ai trouvé son décès il y a peu de temps.
Il est décédé le 6 Avril 1868 à Nantes (44 Loire Atlantique) en France où devait encore habiter sa fille qui avait accouché de son dernier enfant en 1864.
Cette dernière Anastasia GONZALEZ avait épousé à Alençon Torribio del POZO qui était l’aide de camp du Général MERINO (el cura Merino)
Torribio était aussi son neveu puisqu’il était le petit fils d’Anastasia COB la sœur d’Antonia COB la mère de Jéronimo MERINO.
Personne dans la famille n’était au courant des mémoires de Gregorio GONZALEZ que j’ai trouvé à acheter par internet il y quelques années.
C’est le livre LA VILLA de ROA de Floentino ZAMORA que mon oncle possédait qui m’a mis sur la piste de ces mémoires.
Je ne savais pas alors que Gregorio GONZALEZ était mon ancêtre. Il semble que son petit fils ne voulait pas parler de cela et je ne sais pas pourquoi.
Vous pourrez trouver sur mon site le livre que j’ai entièrement scanné et commencé à traduire
http://pagesperso-orange.fr/jean.delpozo/memorias%20gregorio%20gonzalez.pdf
Je vous souhaite une bonne année 2009
Jean del POZO

(2) De otro tipo de correrías es la siguiente: relata don Pío que mientras el cabecilla fantasma era buscado por toda la provincia de Burgos, "por el día se le vestía un hábito de religiosa para que pudiera pasearse con las hermanas en el huerto, y por la noche se acostaba en la iglesia, detrás de una estatua de Santa Clara (...) Es muy posible que de cuando en cuando la superiora obsequiara al viejo cura sátiro y sanguinario con alguna monja guapa, pues todas ellas le consideraban como un santo varón. Es muy posible, pero no consta en los archivos, que Merino dejara en el convento descendencia mística.” ("Con la pluma y con el sable").

(3) "Al finalizar la guerra de Independencia, Gerónimo Merino envia una carta a su Majestad, Don Fernando VII, enumerando año por año desde que empezó a luchar, las acciones más importantes que ha llevado a cabo, y no existe la acción de Hontoria tal como la relata Baroja. Se da una acción contra una columna de cien soldados enemigos pero es en una fecha muy posterior y en mitad del pueblo, concretamente en la calle principal que viene de Soria a Burgos. Por supuesto no aparece en los datos oficiales ni españoles ni franceses el tal coronel Bremond, que segun Baroja dirigía la columna francesa. Existe un coronel Bremond que es muerto por Longa en Sedano en otras fechas. Ramón Santillán no se une a Merino en Hontoria tampoco, como cuenta con todo lujo de detalles Baroja, sino en Lerma tras el primer ataque de Merino a la Villa en Junio de 1809... Lo cuenta el propio Santillán en sus memorias publicadas por el Banco de España hace unos años. (Ramón Santillán llegó a ser primer gobernador de dicho banco). La junta patriótica de Burgos no se crea en San pedro de Arlanza, sino en Salas en fechas diferentes a las que da Baroja..., y así podríamos seguir con casi todo. Baroja inventa algo que pudo ser pero que no fué, algo que seguramente a él le gustaría que hubiese sido así, pero no es la historia real. Además, en cuanto a la batalla de Hontoria, si uno se acerca a ver en persona el campo en que dice Baroja que vió el suceso, se da cuenta que es casi imposible que allí ocurriera algo asi. Y por si fuera poco, ningún oficial de los de merino, participó en esta acción. Tengo todas las hojas de servicio de esos hombres y esta acción no aparece por ningún lado. En todo caso, insisto, no creo que Baroja sea un mentiroso, simplemente es un novelista, no un historiador. Y por cierto, un gran novelista desde mi humilde punto de vista." (Diego Peña Gil).

(4) El cura Merino (otro santo varón) (…) (...)El cura Merino era bajo, montuno, de gesto feroz, airado, colérico. Montado a caballo, tal vez hallara una prestancia que por sí solo tenía vedada. Por esto, es de imaginar que no se bajara del caballo, ni a tiros. Se sabe que no dormía, y reventando caballos comprobaba, de un sitio para otro, que todo estaba en orden y cada uno en su sitio (el suyo, era el caballo). Su hablar era rudo, su pueblo, uno de Burgos, llamado Villoviado. Su formación teológica necesitaba de una escopeta o trabuco para sostenerse, así que sonando tambores de guerra fuera más convincente y reuniera más prosélitos que desde el púlpito. Bien se ve que este cura de aldea dejó escuela y no precisamente del tipo de la novela de Bernanos. Dejemos al cura, trabuco en ristre, para pasar a analizar su estrategia: las emboscadas o guerra de guerrillas. Pues que nos ha quedado una idea mítica de la espectacularidad, incluso eficiencia de este tipo de acciones hostiles. Por supuesto, que se dio un ejemplo, el primero en la historia contemporánea de resistencia de un pueblo, siempre mejor que el colaboracionismo...pero que a Napoleón, no le echamos ni solitos, ni de un plumazo, sino cuando en Rusia a sus ardorosos patriotas revolucionarios (y mercenarios) se les congeló el corazón y el código civil que llevaban en sus mochilas y no pudieron entonar la marsellesa ni sus valerosas canciones de guerra. Así que el cura Merino no jugaba a ganar. Esperaba agazapado al enemigo y no eran cuatro o cinco -como salen en las películas en que puede que no tengan para pagar los suficientes extras- sino cientos o miles, incluso. Todos los pueblos de las cercanías, admirablemente movilizados. Los emplazaba con cautela, escalonadamente, más asegurando una retirada que concentrándolos para un ataque, que de todas maneras, nunca sería a campo abierto. Estoy refiriéndome, en concreto, a la emboscada por el entonces difícil paso de Hontoria del Pinar. "El escuadrón de Brigante", oculto entre peñascos y arbustos se mantuvo al margen de la encarnizada pelea, cumpliendo órdenes del cura/estratega Merino. Cuando tenían todo a favor perdieron una inmejorable ocasión de haber causado un daño importante a los franceses, cuando por fin "los brigantes" tuvieron licencia para atacar como ellos sabían era demasiado tarde y a pecho descubierto. Haciendo balance, sus victorias, si las tuvo, fueron pírricas. Sus objetivos condicionados a su estatura (no la de su estatua ecuestre, si la tiene, entiéndaseme): nunca corrió excesivos riesgos, nunca incordió a grandes contingentes, prefería asegurar cada acción, aunque la "liliputizara", que ya se marcaría la propaganda la marca de engrandecerla y hacer leyenda de sus precarias y siempre provisionales escaramuzas (Su éxito consistía en que pasaban los años, seguía la guerra y él no perdía, "el invicto" cura Merino). Total que con el cura Merino, tampoco ganamos a los franceses. (...)