martes, 31 de diciembre de 2013

LA BIBLIA DE MOU/CUENTO DE NAVIDAD

A veces los caminos del Señor son inescrutables. Hace tiempo que mantengo un modesto blog con incurable molicie. De vez en cuando cuelgo en él estas columnas o en una web jurídica especializada en el deporte. A primeros de mes, recordarán que publiqué otro cuento no navideño titulado "El librito de Schopenhauer". Recientemente, ha merecido un comentario, especialmente nada amable, de quien se hace llamar "The Special One". Os lo paso: "Eu sou un treinador top y tu outro calunista (!) de merda. Te voy a processar. No tens profundidade...".
Si es quien me temo, este humilde columnista, no calumnista (o columniador) si es que pretendía hacer un juego de palabras, pensaba que este este señor ya nos había dejado en paz, pero veo que desde la Premier, aunque no paran ni en estas fechas ni entre semana, aún saca tiempo para leer todo cuanto sobre él se publique, aunque no siga la prensa y medios deportivos.
Me acusa de mentir, de que le han llamado muchas cosas, pero  que no acepta que le llamen ladrón. "Soy un católico profundo, ya denuncié a otro pseudo-periodista por decir que yo si atropello a alguien me daría a la fuga. Es intolerable". A lo que añade: " Yo al señor Pep nunca he querido robarle nada. Y menos su libretas. Estuve 4 años con él y yo le enseñé todo. Pon eso, si tienes cojones. Por eso yo soy el puto amo, como él mismo dice, y él, un puto..."
Como no me ha dejado alternativa, lo pongo. Además es verdad. El rival de Pep antes de cada partido lo que repasa es la Biblia, porque le da una "sensación positiva". Una Biblia protestante que le regaló Kaká y que tal vez le ayude a protestar. Se trata de la primera que fue traducida al portugués por un tal Almeida en el siglo XVI. En Brasil la editan los evangélicos que son muchos también entre los futbolistas. Como Kaká, que es un atleta de Cristo.
Y no cita a filósofos tristones como Schopenhauer, sino a científicos de la talla de un "tío que se llama Alberto" (Einstein): "La única fuerza motriz más potente que el vapor, que la electricidad, que la energía atómica, es la voluntad".
Gran motivador. En el Txistu cenando con sus discípulos por estas tiernas fechas, hace tan solo un año, me imagino la profecía de este mesías. "Les aseguro que uno de ustedes me va a traicionar". Casillas, ese Judas descubierto, derrama nerviosamente el salero. Días después se lesiona.
Mou es un tipo desengañado. Sus lecturas del Eclesiastés no hacen sino aumentar sus sospechas. "Todo es vanidad y correr tras el viento". El rostro del portugués va perdiendo la sonrisa, se oscurece y las canas le van ganando. Siente que algunos jugadores ya no le siguen. Es su tercera temporada, ha derrotado al Barça y ha llegado la hora de ganar más títulos, sobre todo la décima, que es su máximo objetivo. Sin embargo, sus otrora fieles discípulos han dejado de idolatrarle. Están muy crecidos porque los hay que aparte de campeones del mundo, han vuelto a ganar la copa de Europa. Su particular becerro de oro. Sabe que murmuran y se halla cada vez más solo en la inesperada travesía por el desierto. Necesita vigilar sus móviles como un dios omnisciente, todopoderoso. Otra vez regresa la humillación de su etapa de traductor en que ganaba dos duros y nadie le hacía caso. Por sus venas crece la indignación de sentirse como un emigrante portugués más, igual de despreciado. Uno de sus jugadores se reía de Él en un mensaje mandado a Valdano. Había conseguido echarle, pero comprobaba agriamente que no del todo. "Mou se cree más importante que los que metemos los goles", lanzaba el futbolista. "Cuando empieza el partido, el entrenador es un pobre tipo que pone su cargo en manos de los jugadores. Creerle dueño del resultado no es más que una ilusión", reflexionaba el exmundialista retórico.
 
YO SOY JOSE MOURINHO

(A Rafael Chirbes, amigo de mis amigos, por su loa al Torquemada galdosiano).
Yo soy José Mario Santos Mourinho Félix  y Blas es un buen chico con talento que me ha cedido hoy su columna para contestarle. Aunque empezaré por Valdano y los consentidos que había hasta que llegué yo. Por ejemplo, Cris se cree  Samson y que los goles los mete él, no yo. Pero que va a saber un niñato inmaduro, con una infancia difícil, sin la educación apropiada, y que en el Manchester era un piscinero, eso tampoco se lo consentí en el Real.
Luego está Casillas, un tipo que el primer día me pide que se retrasen los entrenamientos. ¿Qué creéis que iba a pensar yo?    Casillas: "¿Podemos retrasar una hora el entrenamiento?"
Yo: "¡¡¡NO!!!"
Casillas: "En lugar de entrenar a las 10 nos gustaría si es posible hacerlo a las 11 para poder llevar a los niños al colegio."
Yo: "¡Pero si usted no tiene hijos!".
Bueno, ahora sí va a ser padre por esa Carbonero que lo ha echado a perder. Yo buscaba un líder en el vestuario. Se lo propuse a Raúl "tío, aunque no juegues, vas a ser el puto amo, eh", pero el jodido se fue. Luego busco a Casillas y me lo encuentro en un rincón, sin querer saber nada, comiendo hamburguesas. "Prueba Mou, son muy buenas, me las hacen mis abuelos con ternera de Ávila, de Navalacruz".
Ah, eso le dije a Iker, pero aproveché para señalar a  Benzema:
"Si fuera por ti tendría que hacer los entrenamientos a las 12:00 porque a las 10:00 estás durmiendo y a las 11:00 sigues durmiendo." Yo por eso desde que llegué a Floren le pedía un 9. Mi amigo Mendes, un gran tipo -¡cómo hemos progresado los dos desde que nos conocimos en Viana do Castelo!- ya tenía pensado uno. Hugo Almeida, 1, 91 de estatura, además mucho más barato que el Ansias, como le llaman sus querido compas. Qué gracia, ahora en la Premier a mí no me llaman el Especial, y mira que les dije, sino también el Anxious!
Por eso,  por la falta de un 9 me resigné y usé un refrán portugués que dice que si no tienes perro, pues cazas con gato. El problema con Karim es que es un conejo. Una vez quiso conocerme un tal Marías, como no le presté atención en un artículo me llamó chamán de feria y le rió las gracias al viejo rijoso ese que dice que el Madrid juega "como un ratón" mientras el Barça juega "como un león".
Si Floren me trajo a Madrid fue para abrir las aguas del Mar Blaugrana, porque los jugadores en sí, y más en Madrid, son siempre un problema. Yo en el Oporto gane una Champions con once desconocidos. Cuando fui al Inter, más de lo mismo, aún está Materazzi, mi querido tuercebotas, llorando mi inesperada marcha. Para ganar en el fútbol, lo de menos es jugar al fútbol, al revés, a la larga es más bien un problema. Yo se lo decía a Marcelo, "¿Tú me puedes asegurar que cada vez que subas vamos a meter gol?". En cambio, es más probable que sus veleidades las acabáramos pagando. Solo piensan en ellos. Por eso, mi amigo Mendes dio con la solución: fichamos a Cointreau. Total solo costó 30 milloncejos. ¿Que es eso para el Real Madrid? ¿Ah, que es un defensa? Para mí son los que más valen, como mi amigo Pepe, bueno, hasta que se le fue la pinza....
Si por mi fuera en vez de Casillas, Adán o Eva, pondría a mi hijo de portero. El fútbol es una cosa muy seria como para dejarla en los pies de los futbolistas. Lo que prima es la confianza, que se rompe en cuanto oigo risitas: "Se cree George Clooney". Hacía como que no les oía. Volveré cuando no estén. Me lo ha prometido Floren. esta vez él hará el hará el trabajo sucio. Se irá Casillas, se irá Ramos. Je, je, aún no he hablado del hortera de Ramos. Le alababa sus peinados, pero es que no me quedaba otra. Y luego, era yo el malo . Cuando se vayan, hablaremos.
(Artículos publicados en el Diario de Soria/El Mundo)

lunes, 2 de diciembre de 2013

El librito de Schopenhauer

A Osvaldo Soriano.
Mourinho metió un dedo en el ojo del entonces segundo de Guardiola, consumando su impotencia tras una derrota más en el Camp Nou, el estadio donde ejerció como traductor mientras aprendía magistralmente el oficio de entrenador. Hacía ya un tiempo imborrable que no se comunicaba con Guardiola. En ese nefasto clásico, al salir de los vestuarios al campo se dieron fríamente la mano pero su mirada oblicua buscaba dar con el cuaderno con rulo y bolígrafo que llevaba el elegante Pep. Porque no era una libreta como la de Van Gaal, sino un librito encuadernado.
Mourinho como buen aprendiz se había molestado en indagar entre las lecturas de grandes colegas, en buscar con provecho el secreto de sus éxitos. Llegó a saber, en su breve y laureada etapa con el Inter, que Helenio Herrera, además de atesorar su gran escuela del mundo (desde su niñez su biografía es apasionante por el vértigo mundial de su accidentada identidad) leía entre concentraciones y aeropuertos a Erich Fromm, ya saben, El miedo a la libertad fue un best-seller, impropio de los libros de filosofía, y el mago supo sacarle su rendimiento.
Mourinho buscaba una lectura similar que adecuada a su tiempo le sirviera para domesticar los egos del mayor club del mundo, incluido su personal directivo que le mendigaba terminar con la hegemonía de su rival periférico a cualquier precio.
Guardiola, muy cauto y precavido, se percató de las intenciones del portugués. De hecho, Mou durante ese partido se desentendió de lo que ocurría en el terreno de juego. Solo le preocupaba robarle su libreta. A todos sus secuaces repartió órdenes, en realidad, una sola orden: que la pillasen. Desde los primeros minutos, lo que no suele ser costumbre, mandó a la banda a calentar a sus hombres, pero el míster de moda no abandonaba ni por un momento su librito. Para ese menester, más que su banquillo de lujo hubiera necesitado a los más hábiles descuideros del Metro de Madrid. Alguna Ibrahimovic hay.

Gracias a un topo de su bando, y que gracias al secreto profesional no desvelaré, he sabido a quién leía el filósofo de Santpedor. ¡A Schopenhauer! ¡Y en alemán! Ahora entiendo porque perdió el pelo, así como su vejez prematura.
En un libro reciente, Ibrahimovic, cuenta como el filósofo hasta llegaba a usar el latín para comunicarse con toda la tropa en los entrenamientos. Desde esos primeros días, -confiesa el gigante sueco- me entraron las risas y jamás me lo perdonó.
-Socius malorum, compañeros de sufrimientos, my fellow sulfferer!Joder, yo le contesté en romanó y me mandó a correr a la banda. ¡Que poco feeling! Ya me avisó, Eto'o, pero...

Pepe Guardiola, continúa el zíngaro sueco, nos tomaba por bárbaros, sobre todo a mí. Ahora sé que Schopenhauer le aconsejaba a través de su librito proscribir la verdad para domeñar nuestras almas: Lo útil es utilizar el error, el cuento o la parábola para enseñar una fe positiva.

El cabrón nos hablaba de su filosofía, joder, cada entrenador con su librillo. "Mi filosofía es simple, puede resumirse en una única frase: el mundo es el autoconocimiento de la voluntad". Me tuvieron que sujetar, y ya sabía que con esa panda de catequizados mis cartas estaban marcadas. En cualquier otro equipo, le hubiéramos mandado a freír espárragos a la Macedonia, pero...Nos decía, el fútbol no debe ser una obligación, sino un regalo. Qué jodido, interpretaba a su negro al revés. El verdadero filósofo, que paseaba hacia Sachsenhausen con su perrito de lanas, habló de la vida como una labor sin reposo, como lo es cada semana mantenerse en la elite, "una competencia sin tregua, un combate interminable".
El próximo verano que me he quedado sin Mundial terminaré con él, aunque tal vez no haga falta si del Bayern le acaban echando a patadas. Está loco. Claro que hay topos. Pero no, mejor lo aprovecharé con Schopenhauer en las Seychelles, je, je, yo le mangué el librito con sus comentarios a mano. En realidad, por eso me echó.

domingo, 17 de noviembre de 2013

A LAS 6 DE LA MAÑANA EN LA PLAZA ELÍPTICA


Cada mañana en la plaza Elíptica de Madrid se repite la escena. Llegan los empleadores, usaremos este técnico eufemismo, para elegir mano de obra barata. Aunque les llaman "los pistoleros", ya que con sus escrutadores ojos y el brazo extendido eligen apuntando, como en las plazas de los pueblos andaluces lo hacían los caciquiles señoritos al señalar a los lugareños más idóneos para las faenas del campo. En los años del ladrillazo las furgonetas proliferaban frente al bar Yakarta, exótico nombre para recibir a los sin papeles de otras tantas latitudes: África, América y la Europa del Este. En el aledaño barrio de Carabanchel ha cerrado el otro castizo Yakarta después de décadas sirviendo el mejor marisco de la zona. Aquí, las gambas llevan gabardina para combatir el frío mañanero, y en cuanto a las del aperitivo del domingo, algunas están de negro luto.
La plaza Elíptica lo es geométricamente, claro. Y también conceptualmente, puesto que añade la virtud elíptica de que sea más conocida así que por su verdadera denominación: Fernández Ladreda. Nomenclatura, que a su vez es elíptica: falta el nombre. Su inserción en un tradicional enclave obrero podría convencernos de que el elemento elidido es Baldomero, un guerrillero asturiano ejecutado en la posguerra a garrote vil. Por contra, el sentido común del callejero madrileño me orienta hacia un ministro de Obras Públicas franquista.
Especialmente en el lenguaje cinematográfico la función de la elipsis es más agradecida y acertada. Hace posible que una vida entera no necesite otra vida paralela para contarse. Si el protagonista se acuesta y acto seguido amanece y se despereza, por lo general habremos de entender que ha dormido las horas reglamentarias sin el cansado seguimiento, ni ayuda de ningún cartel explicativo. Aunque cineastas hay también que nos quieran mostrar enteramente amaneceres o las variaciones de la luz del membrillo.
Las entradas biográficas de una enciclopedia a la fuerza son también elípticas. Veamos esta de la wikipedia: "Empezó su carrera en un equipo de su país, el Kadji Sports Academy, y en 1996 fichó por el Real Madrid B..." Se refiere al futbolista africano de mejor currículo: Samuel Eto'o. Si bien su negra piel no cuajó con el color merengue, ese "fichó" puede obviar cualquier zozobra en su traslado europeo a manos de intermediarios sin escrúpulos. No es el caso, ya que sus sinsabores fueron muy futbolísticos, y no le impidieron continuar su veloz progresión.
En las películas de misterio, policíacas, el llamado género negro, al espectador se le oculta en el momento del crimen al asesino por culpa de un objetivo desenfocado. Esta otra elipsis (objetiva) es muy habitual también en el mundo depredador de los cazatalentos, que mediante engaño, rapiñan a niños tercermundistas, como en tiempos de la esclavitud. Y rara vez los focos de la fama se desvían de las estrellas prestando atención a estos numerosos dramas.
A menudo los relatos más impactantes se construyen en primera persona. Desde el Lazarillo a las confesiones de Rousseau. De este modo, la que no muestra la cámara o la pluma obedece a la ignorancia del narrador. La elipsis subjetiva.

A las 6 de la mañana en la plaza Elíptica no he visto jamás a Eto'o, pero sí a tantos marfileños, malíes, senegaleses o de su propio país. Uno de ellos, Alassane Diakité, ha vencido los miedos y tinieblas de un "ilegal"  para denunciar a los traficantes de sus sueños a través de Change.org. "Con 15 años vino a verme un hombre que me prometió que podía convertirme en una estrella del fútbol en Europa. Mis padres invirtieron todos sus ahorros... Pero cuando llegué a Francia, en lugar de llevarme a un estadio de fútbol, me metieron en un sótano durante meses, sin ver un balón".
Aunque la FIFA prohíbe que los clubes europeos contraten a menores fuera de Europa, sus agentes han traído fraudulentamente unos 20.000 chicos africanos.

Acabemos con esto. Pídele a la UEFA y a la Real Federación Española de Fútbol que adopten un Código de Conducta contra el tráfico de menores en el fútbol, al que se adhieran los equipos europeos. (Es la petición de Alassane Diakité a través de la referida organización).
Aún existe en la sociedad del éxito una elipsis mayor. Es la que plantea la película de próximo estreno, "Diamantes negros", con denuncias como la del joven malí. A quienes resulta que, como él, no son el nuevo Eto’o o el nuevo Drogba, se les abandona a su suerte en un país extraño, lejos de sus familias y sin dinero. Sin embargo, todos los focos se dirigen a los campeones. La hierba brillante del Bernabéu nos atrae más que la negra oscuridad de la plaza Elíptica a las seis de la mañana.

domingo, 10 de noviembre de 2013

LA BANALIDAD DEL MAL

Recuerdo a mi padre asistiendo ya muy mayor a los partidos de fútbol. No me acompañaba, en cambio, en su edad activa. Alguna vez que otra aplaudía como un gentleman. Y lo único que lograba sacarle de sus casillas eran los insultos de la gente al árbitro de turno. Siempre los mismos. Ya saben, sobre todo esos que mientan a sus madres, las que prudentemente no suele acompañar a sus hijos en ese trance. Mi padre no compartía su gratuidad y nunca le parecieron justificados. Lo mismo que por un asesinato te pueden caer 30 años y en una guerra por mil te condecoran, en un campo de fútbol si alguien injuria a una persona puede ser denunciado, pero a cien mil gargantas les sale gratis vilipendiar al colegiado.
Freud habló de la civilización y sus descontentos. Aunque la duda sería saber si quienes se desgañitan de ese modo en el estadio no pertenecen, en realidad, a un estadio anterior a la civilización. A ello responde que el fenómeno del fútbol haya sido visto como las guerras modernas del siglo XX. A falta de soldados gloriosos, no quedan otros héroes que los que corren en calzones tras el balón. Sirve el fútbol como desfogue, como compensación más que como espectáculo: hay aficionados que invariablemente lo toman como lo primero. Buscan el ambiente más exaltado como las cucarachas y chinches la húmeda oscuridad.
La crítica más académica sienta el canon de que el deporte rey favorece la violencia. Olvidan estos clásicos que los sports, incluido el foot-ball, nacieron y solo lo practicaban las elites sociales. Un sportman era un caballero y la competición no desataba la violencia, porque los juegos tenían unas normas concienzudamente elaboradas en las que el honor, no era aquel caduco de los dramas de sangre de Lope de Vega, sino instrumento para lubricar las victorias y las derrotas.
En una sociedad a veces violenta como la estadounidense el fútbol no ha prendido ninguna mecha, porque les parece un juego bastante anodino, con apenas picos de interés. Y no les falta razón. En cambio, en el mismo continente el fútbol ha dado lugar a episodios violentos y matanzas como la de Lima en un Perú-Argentina en el 64, o la llamada guerra del fútbol, descrita por Kapuściński, entre Honduras y El Salvador. ¿Es culpable el fútbol?
El automóvil o la televisión, ahora Internet, son otros tantos inventos cuyo éxito parecen la causa de todos los males. ¿Intrínsecamente son perniciosos? ¿Habría que talar los bosques para evitar los incendios, o prohibir la circulación para evitar los accidentes, o arrancar los cables para evitar la vulgaridad? En la guerra de Vietnam, en las guerrillas de Latinoamérica esa fue la sucia política de guerra: vaciar la pecera para que los peces no respiraran. Y no pudieran colaborar con el enemigo.
Es también como si los estadios tuvieran la culpa de haber servido de escenario para la tortura y ejecuciones en Chile, en China, en Afganistán y otros regímenes islamistas. Entonces, la antigua plaza de toros de Badajoz, la tendrían que haber derribado muchísimo antes, y no por borrar las huellas de la dichosa memoria histórica, sino porque allí fueron asesinados cientos y hasta miles de inocentes por las tropas de Yagüe.
El libro, que fue tesis, de Báez Pérez de Tudela, "Fútbol, cine y democracia. Ocio de masas en Madrid, 1923-1936", rescata ejemplos inéditos de ciudadanía en las procesiones dominicales hacia el nuevo Metropolitano o Chamartín. El célebre mitin de Azaña en el campo de Mestalla sirvió de ágora para la palpitante y recién estrenada democracia española.


Franco con un gol de Marcelino derrotó 2 a 1 a la Unión Soviética al grito de "Rusia culpable". Cierto, con la complicidad del fútbol. Como Videla en el 78. La Italia de Mussolini utilizó a su squadra azzurra para la conquista de los mundiales del 34 y 38. Resultó propaganda más efectiva que su espantosa participación en la batalla de Guadalajara.

Esta semana la selección española jugará en Guinea Ecuatorial, uno de los regímenes más corruptos, un amistoso. ¿Debería no hacerlo? Dónde poner entonces el listón, teniendo en cuenta además que la imagen internacional de España en esa misma materia no resplandece, precisamente.
El fútbol es espejo aumentado de todas estas banalidades de los poderosos. Que, por otra parte, mantienen relaciones interesadas con cualquier dictadura del globo. Cómo pedirle  ejemplaridad al fútbol si quienes lo rigen no se mueven muy lejos de aquellos.

lunes, 4 de noviembre de 2013

SEÑAS DE IDENTIDAD



Cuando el fútbol se debatía entre el fútbol aficionado y el profesional, los juegos olímpicos ocupaban el universo del primero hasta implantarse los Mundiales y acabar con la impostura de un amateurismo ya inexistente. El Reino Unido, inventor del juego, no mandaba a los profesionales de sus ligas. No pasaba lo mismo con la Europa continental que jugaba con cierto retraso aprovechado.
En 1920 la recién bautizada furia española alcanzó la plata en Amberes. Causó mucha impresión "El a mí el pelotón, Sabino, que los arrollo" de Belauste. Tanta, que ha marcado el lánguido devenir de la selección nacional hasta hace poco. Se tomaba el fútbol "físico" y con garra norteños como señas de identidad. Toda una sinécdoque en una nación permanentemente sin hacer.
Otro error. La ficticia unidad peninsular en torno a la catolicidad común de los reyes de Castilla y Aragón y su supuesta lucha hermanada frente a los moros. Él mismo Ortega, sospechaba que no puede llamarse reconquista, ¡lo que duró ocho siglos! El autor de la España invertebrada y sus hermanos mayores del 98 veían a España como problema. Un problema secular que ni la federal alemana, ni el Reino Unido de la Gran Bretaña con escoceses e irlandeses, ni los franceses con bretones, corsos, etc., han gastado el tiempo en plantearse.
No me extraña por tanto que encaje un brasileiro en la selección, como bien lo han hecho tanto sudamericanos que le han precedido. El argentino Rubén Cano nos clasificó agónicamente para el Mundial de Argentina y Marcos Senna, otro brasileño, inteligente y señorial, nos encaminó hacia la senda de los laureles. Lo difícil ha sido la convivencia bipolar de madrileños, catalanes y vascos, y aún otras periferias y singularidades locales, bajo la misma bandera.
Los del 98 tomaron la esencia de Castilla, su ideal platónico y estético, como argamasa peninsular. ¡Ay, le falta a esta raza ibérica, la república portuguesa del comandante Ronaldo!
Clemente, fino jugador malogrado, tomó la furia de Belauste como identidad seleccionable y también fracasó. España no era eso. España sigue siendo un país de bajitos chillones, aunque no exentos de genio. El de un manchego, Iniesta, con un Xavi de Tarrasa, Hernández charnego. La garra de Puyol catalán junto al andaluz Ramos de Camas. Etcétera.
Nombres, nombres, que diría Ockham, y que el fútbol ha sabido juntar allí donde antes solo había fracaso e incredulidad. Contra la imagen más tópica, el fútbol, un deporte colectivo y práctico, pone gramos de sensatez, en cambio, en la política faltan toneladas.
Los equipos también buscan sus supuestas esencias. Hablaré de mis vecinos de Anduva. El Mirandés padece, en todas las esferas, los problemas de crecimiento. Me dicen los patas negras de la ciudad del Ebro que la gente está nerviosa porque están perdiendo las señas de identidad. ¡Y qué paradoja! Se lesiona, justo un eibarrés, cedido del Athletic, Galarreta, un prodigio de sentido técnico y de fragilidad física. Ocurre, que en el fútbol norteño a semejanza del inglés, no están reñido el juego directo, aéreo, la presión agobiante, con los jugadores inteligentes que ven los espacios y el toque. El tolosarra Xabi Alonso, sería la síntesis.
Hubo que enterrar con siete llaves la metafísica de las esencias, su regüeldo tomista y acudir a la Inglaterra futbolera en busca de espíritus más pragmáticos. Afilar la navaja de Ockham, desechar las abstracciones identitarias en beneficio del experimentalismo (ensayo y error) de Roger Bacon, o del padre del empirismo, otro B
acon, del utilitarismo de Stuart Mill y Bentham (¡el cálculo de la felicidad!) y de Hume, ya hijo de las Luces.
¡Cuánto daño nos ha hecho la leyenda de la furia española!

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Todas las columnas de este octubre veraniego, nada revolucionario, aquí:


viernes, 4 de octubre de 2013

Una visión insólita de la justicia y del derecho

EL CLUB 20.
 Tuve un catedrático de Derecho Administrativo en Zaragoza dispuesto a demostrarnos  cuánto podíamos llegar a aborrecer nuestra afición favorita, si la dejábamos en sus manos como materia jurídica de sus clases. En concreto, el derecho deportivo. Este perspicaz jurista, el profesor Bermejo Vera, pergeñó en su despacho el famoso decreto anti-Porta. Los más jóvenes desconocerán al personaje Pablo Porta, pero este señor fue presidente de la FEF en la transición, con elecciones a las que solo se presentaba él, así que resultaba democráticamente inamovible. Esa sensación la aumentaba todas las noches un auténtico reyezuelo de las ondas, el periodista José María García, que le trataba con gran familiaridad, "Pablo, Pablito, Pablete". Acompañados de cariñosos apelativos, extensibles a todos los dirigentes del fútbol mundial, que no parecen haber cambiado mucho: estómagos agradecidos, abrazafarolas, chupópteros, emperadores del comer y catedráticos del beber y otros tantos de este simpático jaez.
Bermejo Vera elaboró aquel instrumento jurídico para echarlo de la Federación. Un portazo reglamentario a Porta, si se me permite el burdo retruécano facilitado por su apellido. No era ni ha sido el único decreto conocido públicamente por un notorio apellido. Aunque las normas, a diferencia de los actos, deban redactarse atentas al principio de generalidad, de manera que regulen supuestos generales y futuribles y no se  dirijan a personas y situaciones concretas de modo fraudulento; la tradición legislativa española desdice esta pulcra técnica. A muchos menos les sonará el decreto-ley Aranda. El que fuera dominador de Asturias pedía la monarquía juanista, una vez acabada la guerra. Esa ley tuvo el efecto fulminante de pasar al general Aranda a la reserva. Contraviniendo lo explicado en las aulas, nuestro querido profesor Bermejo se inspiró en la tradición, que como se sabe, es la piedra angular del derecho. Y si me apuran, de la civilización.
Lo que sus alumnos desconocíamos del todo era su frustrada faceta de portero de fútbol. Una buena mañana de los ochenta en la contraportada de El País aparecía su foto, bajo la portería de un vacío estadio, con corbata y sus gafas de pasta. Encima, un titular: "Mi padre no permitió que me fichara el Barça porque decía que el fútbol es el opio del pueblo". O algo muy parecido. Un opio, que el entorno supremo del fútbol no quiere que se sujete al ámbito del derecho administrativo, para bien de los estudiantes, futboleros o no, y de la felicidad global.
El descenso administrativo del Guadalajara la última temporada consiguió por una parte enojarme, dadas mis simpatías por la afición alcarreña y el trabajo bien hecho de su entrenador Terrazas. Pero tuvo la virtud de que desempolvara los viejos manuales de García de Enterría, ilustre jurisconsulto, fallecido hace apenas unos días. Entre el desconcierto general, al que las noticias de la prensa ayudaban mucho, su primer tomo firmado junto al profesor Tomás-Ramón Fernández, me recordaba la inmediata eficacia de los actos administrativos. Por tanto, las decisiones de la Liga Profesional son eficaces, una vez  notificadas o aprobadas por el superior jerárquico, esto es, el Comité Superior de Deportes. O que los recursos no suspenden de suyo, sino muy excepcionalmente, la ejecución de los actos impugnados, cuando pudieran causar perjuicios de imposible o difícil reparación.
Ítem plus, esta pasada semana, dado que Castilla es ancha, nos enterábamos con incredulidad, de un posible devastador efecto mariposa. El simple aleteo de un nuevo Salamanca se puede sentir al otro ancho lado de Castilla, conforme al sorprendentemente atinado proverbio chino. La toda poderosa FIFA, que junto al COI, son tan  refractarios a la acción del Derecho como el viejo clan de los hermanos Malasombra, amenazan con expulsar a la federación castellano-leonesa y a la española del Olimpo redondo, si no se saltan el capítulo de la Constitución que obliga a "cumplir las sentencias y demás resoluciones firmes de los Jueces y Tribunales". Aplicar el perverso ordenamiento jurídico español, a juicio de Blatter, hasta nos podría dejar fuera de Brasil, a pesar del mérito constitucional probado de Iniesta, de Casillas y del portero suplente.
Difícil elección entre la razón y el circo, ya que la FIFA, que no es filfa, es la dueña del circo mundial.
EL ODIOSO JUGADOR NÚMERO TRECE
Aún mayor que el sentimiento de justicia lo es el de injusticia.
"Eso en injusto". Por tanto, el filósofo descreído se pregunta: ¿qué es justicia? Un grito destemplado, un golpe seco sobre la mesa que denuncia subjetivamente la situación personal vivida como injusta. Cuando la subjetividad es la masa no cambia nada. Refuerza su sentimiento con más convencimiento. Somos una comunidad emocional, a ver quien es el valiente que advierte que el árbitro cuando pita en contra no siempre se equivoca.
En un mundo feliz no haría falta árbitros. De hecho, en la infancia no los hay. En el fútbol callejero de nuestra nostalgia por no haber no había ni porterías. Tampoco existía el fuera de juego con lo que nos ahorrábamos dos árbitros más. Aunque el portero, verdaderamente vivía muy fuera de juego, como algún otro gordito defensa o delantero centro, si se lo permitían y aprovechaba como caído del cielo el balón que con solo rozarlo acabaría rebasando la imaginaria puerta contraria. Tan imaginaria como el larguero que tenía la virtud de bajarse, a juicio de los defensas, ante un chut enemigo, o levantarse, cuando aquellos hacían de atacantes. En todo caso, lo hábil era disparar raso, pues rara vez se concedía un gol que sufría el mal de altura.
Basta de añoranzas, tan prolijas en los correos y líos de Internet. En el mundo de adultos hay árbitros como hay inspectores de Hacienda, debido a que nadie rasca su propio bolsillo sino tiene un pistolón, así de figurado, frente a su jeta.
De todas maneras, es buena la figura del árbitro. Si no, a quién echar la culpa de nuestras propias derrotas. El odio al árbitro también refuerza al grupo. Une mucho la muta. Desde el quiosquero hasta los que están arriba de los medios, sirve para que el televidente tenga de que hablar los jodidos lunes en la oficina; sirve para que el especialista, subido al púlpito que le presta la radio o televisión de turno- ¡joder, pero si es un odiado exárbitro!- carraspee para ofrecernos el registro más grave de su voz; sirve para que el hincha que conocemos fuera del estadio, expulse todos sus resentimientos pretéritos y futuros.
Y pienso, con la ayuda de Hobbes, que el hombre es una lengua viperina para el hombre. (Menos mal que el no del todo bien entendido autor no se acordó de la mujer). Las decisiones del árbitro son pasto de discusión. En nada ayudan los jugadores, que como rubios querubines se hacen los suecos, incluso antes de oír el silbato. Por momentos, el fútbol me parece un juego que infantiliza, sus protagonistas tienen la malicia de los niños, que no es maldad sino egoísmo. Lo malo es que los engaños de los futbolistas enciscan a los adultos, que se faltan al respeto y se dejan de hablar por esas niñerías.
Sin embargo, el fútbol no muere, ni se mueve. Ofrece cabezas de turco igual que el sistema. Alimenta al poder que le necesita inseparablemente. Por algo es una cuestión de estado donde no faltan todos sus gerifaltes. Desde el patán al más grande patán.
El árbitro es válvula de muchas frustraciones, incluidas las de ellos mismos, que nunca supieron meter un gol, por falta de puntería o exceso de michelines. En cambio, metidos en su papel la cosa funciona. En inglés se llaman referé, que quiere decir que son la referencia, además la única referencia porque son inapelables. Esto va contra todas las garantías, pero el juego dejaría de ser un juego si invocamos las formales garantías. Dependemos de un único juez que quizás sea abstemio, lo que jamás debería permitirse en las buenas tierras del Ebro y del Duero. ¡Que le vamos a hacer! No dramaticemos y no tendremos que llegar a aplicar los convenios de Ginebra.
Al aficionado se le representa como el jugador número doce, el imaginario dorsal del colegiado es el odioso número trece. Ya que también juega. Lo hace, a su pesar, como cabeza de turco en un mundo irremediablemente injusto.
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http://iusport.com/col/95/blas_lopez_angulo____/
En esta web, podéis contextualizar mis artículos con el affaire de la FIFA y el arbitral.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Pero...¿Hubo alguna vez once futbolistas de izquierdas?



"Haga usted como yo, no se meta en política". Auténtica retranca gallega, ya que para los más jóvenes que no reconozcan al autor de tan celebrada contestación habrá que recordar que el gallego militar contraviniendo sus obligaciones profesionales no solo se avino a poner fin a un orden constitucional legítimo por la fuerza, sino que condujo los destinos de esta triste patria durante 40 interminables años.

En el mundo del fútbol tal consejo se obedece más si cabe que las consignas de aquel caduco régimen. Y lo peor aún, se ha interiorizado sociológicamente dentro del ambiente general como un estrago más dentro de un país en el que los hábitos democráticos, hablamos pues de derechos y libertades fundamentales, no han cristalizado jamás.

Existe un clamor general contra la contaminación de la política en el fútbol, la senyera (un símbolo oficial), causa ardores de estómago y casi bélicos, como equipación deportiva del Barça fuera de su estadio en muchos de los apacibles aficionados contrarios. Sería más prudente, es mi opinión, que pasara a ser el primer uniforme en el Camp Nou, posando el grueso de sus jugadores criados en La Masía para la foto al baile de una sardana o formando un no peligroso
castellet que no menoscabe el once inicial. Para sus desplazamientos, no estaría de más invertir el protocolo y vestir sus tradicionales colores blaugranas, puramente deportivos y aceptados con total normalidad en el interior peninsular.
No se entienden las banderas bukaneras, republicanas y sus pancartas y proclamas en el campo de Vallecas, pero sin embargo han proliferado con "naturalidad" banderas con el águila y cruces gamadas en los fondos del Bernabéu, además de las onomatopeyas racistas.

Queremos disfrutar del fútbol como de niños cuando solo es un juego, pero ya ni para ellos lo es por culpa de sus padres y porque ha devenido en las últimas dos décadas en un gran negocio.

Se puede opinar de política en la barra de los bares, salvo que en las tabernas más castizas vuelvan a colgar ese viejo cartel escrito en tiza: "Se prohíbe cantar, blasfemar y hablar de política"; te pueden soltar un sermón de aquí te espero cruzando La Castellana en taxi, pero el fútbol, en cambio, ha de permanecer inmaculado con las galas infantiles de la primera comunión en los estadios o en las interminables charletas, chácharas televisivas, donde nunca ponen el cartel de FIN como acostumbraban las buenas y viejas películas.

Se pueden, en FIN, llenar de políticos los palcos, conversar entre puros y copas sobre recalificaciones de terrenos con las autoridades, aplazar o hasta condonar deudas tributarias (que son delictivas para el resto de los mortales), de la Seguridad Social (que a las pequeñas empresas arruinan) o avalar tus préstamos la propia Generalitat Valenciana, como es el caso   del Valencia o el Hércules. Pero prohibido hablar de política, que la política tiñe y lo dicho una sola vez no hay detergente que lo lave.

En este contexto, los futbolistas profesionales, que muchos son críos pero no tontos, aprenden rápido. Conocerían el salario mínimo solo si leyeran el BOE, cosa poco habitual entre ellos, algunos extranjeros lo multiplican ad infinitum, lo que no deja de ser todo un sarcasmo para los demás trabajadores inmigrantes que apenas lo rozan. Incluso la llamada Ley Beckham vino a apiadarse de estas esforzadas estrellas cuyo sueldo galáctico, comprendidos sus derechos de imagen y publicidad supera, a pesar de la que está cayendo, el millón de euros de nómina mensual, más de mil veces el salario mínimo interprofesional.

Tampoco me extraña que estas estrellas vivan apartadas de la realidad. Otro día contaré lo que he podido saber de algunos de sus clanes familiares. En general, el fútbol propicia una atmósfera de autorreferencialidad -perdón por el superpalabro-, de la que se alimentan también los aficionados.

Y la próxima semana contestaremos a la pregunta del encabezado. Me temo que hablaremos de política.

Y así fue:
ALGUNOS FUTBOLISTAS DE IZQUIERDA
1Sollier 2 Uranga 3 Cappa 4 Ippig 5 Gª Reis 6 Sócrates 7 Ramos 8 Mekhloufi
 9 Lucarelli 10 Tamburrini 11 Caszely
De no ser porque el periodista Quique Peinado sacó esta primavera lo más parecido a un censo mundial -extraordinario trabajo el suyo- de tan rara avis resultaría de lo más arduo contestar la pregunta que les proponía en mi columna del sábado anterior. Les refresco la memoria: "Pero...¿hubo alguna vez once futbolistas de izquierdas?".
Mi amigo, el también periodista Alfredo Grimaldos, que debe su propio nombre a su padre y a don Alfredo di Stefano, me puso tras la pista de algunos...Ya que haberlos haylos, lo difícil es sacarlos del armario, como veníamos a decir, por razones obvias o más que sobreentendidas la semana pasada. Un ejemplo de los que me citó fue el excelente medio de los setenta Ignacio Salcedo (¿recuerdan aquel tridente, los tres puñales les llamaban entonces, del Atlético? Salcedo, Becerra y Gárate). Alfredo coincidió con él alguna noche de farra y pudo comprobar como ambos cojeaban del mismo pie. Sin embargo, no he hallado ninguna referencia pública  de su izquierdismo en el ojo del gran hermano que es la cosa de Internet. Algunas pistas sí, hubo "caso Salcedo". Luego Salcedo era "problemático", además estudiaba, otra rareza en un futbolista para la época. Ni era el ojito derecho de Vicente Calderón ni tan siquiera de su compañero Luis Aragonés, que de la noche a la mañana pasó a ser su entrenador y no dudó en apartarlo. Olía a manzana podrida.
Pesa mucho el tópico del futbolista pijo. Para el entendido Ángel Cappa viven la trampa del ascenso social y de la fama, como plantas alejadas de su hábitat. "Toman las costumbres, el modo de hablar, los restaurantes, la ropa...de otra clase social". Además, su imagen plasma el sueño americano: sus flamantes coches también deportivos a la salida (o entrada) de los estadios, las novias de piernas no menos prometedoras, una familia precoz con rubios querubines saltando al campo de la mano de papá. Y jamás opinar de nada que no sea fútbol, fútbol, fútbol. El resto es tabú. Por algo sois el modelo de los críos. Ivan Ergic, un futbolista rojo que también escribe, subraya la ficción del jugador como personaje de Disney, como producto publicitario al que el fútbol profesional separa de la realidad.
Toca contestar a la autorrepetida pregunta de si hubo futbolistas de izquierda. ¡Claro que sí! El mejor Gento, sin duda, el mejor extremo izquierda del mundo. En la actualidad, la bala Bale. Algo tendrá el muchacho si tal como se está poniendo la vida hay quien pagar una cifra capicúa millonésima. 101. Aunque en libras el guarismo es menor.
¿Quieren más nombres propios? Pablo Infante, cuando era jugador de Segunda B, decía que todos los de su categoría. ¡Ay, pero hablamos de fútbol profesional! El citado Quique Peinado en su libro "Futbolistas de izquierdas" se ha molestado en ofrecernos una lista roja. Me quedo con Pahiño, el lector de Dostoievski en los duros años 40. Pero no insistan, les daré los de la foto y más: de la A a la Z: Afonsinho, Aitor Aguirre, Ardiles, Bazán, Breitner, Cantona, Cordero, Goran Eriksson, Koikili, Kortabarria, Mesonès, Poves, Oleguer Presas, Rocheteau, Sarriegi, Sindelar, Sorín, Thuram, Zampagna. Tomenlo como una muestra.
Hace unos días Bill Shankly, el legendario entrenador del Liverpool, hubiera cumplido 100 años. Una de sus muchas frases célebres es esta: “El socialismo en el que creo es aquel en el que todos trabajan por el mismo objetivo y todos tienen su parte de la recompensa. Así es como veo la vida. Así es como veo el fútbol”. 

jueves, 15 de agosto de 2013

La película del Mirandés


No es la relación entre el cine y el fútbol especialmente feliz. La mayoría de los intentos por plasmar la emoción del juego y la pasión de las gradas se han quedado en eso, intentos. Por lo que la conclusión casi ha llegado sola: el fútbol encierra en sí durante sus noventa y pico minutos la película con todos sus ingredientes. Una retransmisión plena de actores dentro y fuera del césped, emitida sin escatimar medios ofrece la mejor representación y escenificación de las posibilidades del género.
Más allá de Evasión o victoria de John Huston, que por mucho Pelé tampoco ofrece las posibilidades del juego, salvo alguna de Ken Loach (Mi nombre es Joe, o la de Cantona, Looking for Eric),  y aquí, la ya vieja de Once pares de botas de Rovira Beleta o Campeones (1987) sobre un niño y su padre y el Atlético de Madrid. Poco más.
Nick Hornby publicó hace más de 20 años Fever pitch, aquí traducido como Fiebre en las gradas y convertido con el paso de los años en uno de los libros de cabecera del buen aficionado. Se preguntaba el exitoso novelista por las claves del partido perfecto, las que equivaldrían a esos ingredientes indispensables para hacer igualmente el filme perfecto.
Para un hincha el partido ideal -según Hornby- es aquel con gran número de goles (nada más lejos para la conciencia del técnico, que concibe siempre los goles como errores de concentración, tácticos, etc.), una remontada, un árbitraje lamentable, que llueva a cántaros, penaltis fallados por el rival y patadas y expulsiones a mansalva.
¿Cuál sería el pathos? Los sentimientos incontrolados: el morderse las uñas nada más oír el pitido inicial del árbitro y sufrir hasta la taquicardia cada acercamiento del rival, cada pérdida de balón. La injusticia que encierra cada decisión arbitral en contra de nuestros colores, o no en contra del adversario. Lo que a su vez genera una corriente de odio alimentada por el juego sucio de algunos jugadores oponentes que canalizan todas las iras; los fondos clamando venganza, solo posible deportivamente con las explosiones de los goles, el éxtasis moroso y festivo de las celebraciones, o del gol, mejor en el último minuto, como la manida imagen del orgasmo, señal de la victoria.

Más en cambio, ¿en cuántos partidos de la proclamada mejor Liga del Mundo, según algunos medios tan interesados como ajenos al ridículo, se dieron todos esos alicientes en la última campaña? Un campeonato, que el Barcelona con la complicidad de Mourinho, dejó resuelto ya en la primera vuelta.
Por contra, la segunda división a pesar de no contar, obviamente con las estrellas galácticas reúne buena parte del agitado cóctel que hemos descrito. Empezando porque en la división de Plata los partidos no terminan en el terreno de juego. Se ha empeñado el señor Tebas, dirigente de la Liga del Fútbol Profesional, en perseguir con saña a los equipos modestos, sacando a relucir todos los amaños y fraudes que hasta la fecha habían campado  a sus anchas. Debemos agradecerle su esfuerzo por rescatarnos del tedio estival, que mientras los jugadores pasan más o menos felizmente sus vacaciones o entrenan sin las urgencias de la clasificación, el aficionado, o peor aún el directivo, se desayuna con la prensa enganchado a su tablet en busca de noticias propicias o, al menos, que no terminen por descargar los nubarrones del descenso administrativo, pérfida amenaza del día a día.


En este contexto tuvo lugar el anunciado descenso por el sr. Tebas del Mirandés horas antes de que terminara el plazo de su conversión en SAD. No contaba el oscense dirigente con que el club rojillo se defiende como gato panza arriba en la zona Cesarini. El mismo jugador que hace diez años, Iván Agustín, nos libró con su gol in extremis del barro de la tercera, su famoso lemonazo, protagonizaba junto al resto de capitanes, Pablo y Mujika, el compromiso de la plantilla para salvar a falta de cuatro minutos para la medianoche la caída en el abismo. No era justo que lo que tanto había costado mantener en el campo se perdiera porque el que había prometido poner la pasta no desembolsara un puñetero duro (o un jodido centavo, aborrecido Mr. Marshall).
Con esto, la película del Mirandés nos depara esa pimienta extradeportiva azuzada por el susodicho mandatario -un malo perfecto, ¡enfrentado en su rigor germánico! a la propia Federación-, el fantasma de una ciudad del reciclaje inversora con el misterio de un proyecto con exceso de porvenir. Decía el gran poeta Ángel González, "Te llaman porvernir/ porque no vienes nunca". Y por si fuera poco los jugadores compelidos a pasar a la acción, ¡pero como accionistas! El mundo al revés, el fútbol al revés. ¿Están haciendo historia los de Anduva también en su paso a la horma constreñida de las SAD?
Jugadores con compromiso, creciendo año tras año, pero cuya crecida a las orillas del Ebro se ha llevado docenas de directivos. Solo cuatro permanecen al frente en la parte noble de Anduva.Este mismo año triunfaba una película en Francia sobre el modesto Calais, finalista de la Copa del 2000, que desde la cuarta división francesa se merendaba a dos primeras en la tanda de penaltis, al Burdeos en semifinales y se adelantaba al Nantes en la final, en el mismo estadio de París donde dos años antes los bleus arrasaron al Brasil de Ronaldo 3-0 y recibieron la Copa del Mundo. La suerte que acompañó a los pequeños normandos en tal larga andadura, les traicionaba en los minutos finales: 1-2 y de penalti. ¡Qué crueldad! Es la magia amplificada de este deporte.
La eterna leyenda del David bíblico contra Goliat (otro condimento fílmico pues con ribetes clásicos) la reprodujo también el Mirandés, echando a otros tres primeras, Caneda en la zona Cesarini del minuto 93 que dio el paso a semifinales frente al más histórico rival del torneo en un estadio centenario antes justo también de ser derribado. Más no pudo ser. Pero la película continúa. Pupi Avati nos enseñó como la gran peli sobre el fútbol puede lograrse sin necesidad de mostrar un solo partido en un film precisamente titulado "El último minuto". El conjunto del Ebro ya ha acreditado cuál sería la mezcla perfecta. ¿Es que no hay guionistas en el cine español?

lunes, 29 de julio de 2013

EL FÚTBOL, PASIÓN, SENTIMIENTO Y MERCADO




Hasta el final persiste la incertidumbre en el proceso de la SAD del Mirandés, ya hace unos meses mi amigo Carletto escribía esto, y en esas seguimos. Lo mismo que en esa ocasión, hoy también sirve para introducir el texto que me acaba de mandar:
EL FÚTBOL, PASIÓN, SENTIMIENTO Y MERCADO
El protagonista de “Fiebre en las gradas“, basada en las autobiográficas vivencias del reconocido novelista Nick Hornby, derrocha toneladas de estoicismo hilarante como hooligan de su equipo de toda la vida, el Arsenal. Un ejemplo: cuando los gooners están a punto de ganar al Manchester en la Premier en dura pugna por el título recibe la propuesta de ocupar el puesto de jefe de estudios de la escuela donde trabaja. Pues bien, ante la incomprensión de su novia, también maestra, no duda en rechazarlo. No lo necesita, le basta con su mediocre sueldo para administrar su única pasión, el fútbol, y para sobrellevar su existencia. La ocasión de que su equipo tras 18 años reconquistara la Premier eclipsaba, incluso desde su personal punto de vista, el pequeño medro personal.
Si de las orillas del Támesis nos avenimos a las del Ebro, aunque en una escala menor la proporción puede que resulte mayor. Para el Mirandés ascender a la división de Plata "le ha llevado" más de 85 años -contando con que entrara en sus planes- y ya conocemos lo duro que es mantener a su humilde equipo, casi de pueblo, entre otros de capital de provincia o cuando no de urbes de la magnitud de Elche, Jerez o Gijón. No quisiera ni mucho menos con esto propagar ante las desgracias personales ninguna clase de nihilismo escapista, y mira que abundan en la economía globalizada, en la crisis sostenida por los tiburones del planeta.
Lo cierto es que el fútbol puede acaparar y hasta llenar el vacío existencial de nuestras vidas. La nada, la náusea sartriana, nos convierte en espectadores de nuestra propia peripecia humana. Qué otra cosa nos ofrece este capitalismo depredador, sino pasar a depender de esa mano invisible del mercado que de un zarpazo te deja fuera del ámbito habitual de actividad e interrelación.
Para un profano del deporte del balón redondo como yo, después de seguir las dos últimas temporadas del Mirandés, he de declarar abiertamente mi perplejidad. Por una parte, pensaba que tras casi ¡10 meses ininterrumpidos de Liga! ambas partes, la activa contratante y la contraparte contratante pasiva, por seguir el modelo delirante grouchiano, nos daríamos un descanso. ¡Qué va! Esto es un sinvivir. Ganada la supervivencia en agónica batalla de medio año, restaba otra más áspera y con recovecos inescrutables: la obligada conversión legal en SAD, cuyo proceso e
imponderables están todavía por llegar a su fin. La pasta siempre es lo último que se pone y parece que en este terreno hasta la penúltima jornada tampoco desaparecerán todas las dudas, que ya son zozobras esperando a Mr. Marshall. Hemos asistido como nunca a tardes gloriosas de fútbol al tiempo que se alimentaba una devoradora hoguera de las vanidades. De la directiva del ascenso no han quedado más que cenizas, algunas humeantes como las del presidente que se va tras largo tiempo publicitado, pero firma altas después de firmar su baja. Del vicepresidente, más gigante que delfín, que se había dado impulso, otra vez tercia la cosa de la pasta, y ha sido para anunciar su espantada. A punto ha estado de repetirse la asamblea del año pasado y terminar sin apuntador ni quien apagara la luz. El club de la epopeya copera y liguera en los estadios ha pasado por momentos a ser fuera de ellos el club de la comedia, o peor aún, el club de la tragedia. Milagrosamente, ya que de gigantes hablábamos, por suerte algún cabezudo queda dentro, vemos la bombilla encendida en espera del capitalista de turno con la pasta anónima por desembolsar. Deus ex machina.
Por otra parte, la continua sucesión de altas y bajas de la plantilla tampoco permite una tregua. Además, un tanto traumática para muchos aficionados como lo está siendo estos días. Si bien, el trasiego ininterrumpido de jugadores de un lado para otro viene a ser la norma dentro del fútbol profesional. Forma parte de la adicción, el fútbol es una droga dura de dosis diaria (dudo si está reconocida por la Organización Mundial de la Salud). Llaman la atención durante la temporada, esas entresemanas prepartido y pospartido aterradoramente monótonas e insustanciales, con los acostumbrados tópicos que alivian las derrotas y la fe del carbonero para conjurar la siguiente, con los efectos balsámicos de las dulces victorias, reflejadas en la cara de felicidad los lunes de vuelta al trabajo. Viva el capital y la alienación (¡o la esperada alineación de cada domingo!). En cambio, en pleno periodo vacacional, rara es la mañana que no desayunamos con el suspense trágicamente resuelto de una no renovación o la sorpresa incierta de una nueva incorporación. Es como el Panta rei, el todo fluye de Heráclito: el Ebro pasando por la ciudad, aún no siendo sus aguas nunca las mismas. Desde los puentes humanamente trazados contemplamos su cauce con sus remolinos, sus crecidas y estiaje, disfrutamos o nos sobrecogemos con su estampa como transeúntes, nada podemos hacer y sin embargo sabemos que el río encontrará el mar, aquí lo mismo que en mi Arno natal: "Dici che il fiume trova la via al mare", habrá meandros y presas, hasta guadianas como esta junta directiva interregna: "E come el fiume", como el río, el Mirandés llegará a su afición triunfal como merece, con su escudo aún más relumbrante cosido a su camisola, con una estrella ganada en buena lid sobre los campos modernos de Marte. Las aguas se renuevan, el Ebro empero continúa llamándose Ebro, y Anduva, siempre nos quedará Anduva, amigo rojillo.



 
Por eso, ¡o no!, la nave va. Otras naufragan, las noticias no paran, da igual competición o no mediante, El Marca vende, los periódicos no deportivos también (menos, pero más deporte). Amenazas de expulsiones por fraudes varios: hay dos equipos "22", lo que es a todas luces una situación anómala, lo es más desde el punto de vista jurídico; y bastantes partidos amañados por las apuestas. El fútbol a la italiana. ¿Veremos en este país descender alguna vez al Real Madrid? Pelotazos no faltan según la Unión Europea.
El fútbol como consumo democrático. O más bien, gracias a la vía del plasma (tan querida por Rajoy, nuestro presidente popular que no llega a fin de mes -¿o era la Esperanza?-, una vez retirados los sobres), ya que las entradas en taquilla no bajan su glorioso caché para seguirlo en directo. Pasión, ceguera, culebrón y asunto del todo opinable. Muy democrático. Una vez osé criticar amistosa y privadamente un cambio al bueno de Carlos Pouso desde mi retiro en la Toscana. La esperada respuesta llevaba la chispa de su genio harto famoso en los medios, comenzaba así: "Vosotros los que entendéis y no entendéis..."
Este profano aprendiz de tifoso procurará no olvidar nunca más su condición de entendedor y no entendedor de los arcanos del deporte rey. Recién llegado a Miranda, antes de los calores del rigor veraniego, desde el viejo puente de piedra miro río abajo hacia Anduva y observo que eppure la nave si muove, Carlos Lasheras que cogió en tercera este barco sigue remando porque después de que Pouso con su fiel tripulación alcanzara la orilla, no se fía y como el Ulises de Cavafis no descansa hasta llegar más lejos, siempre más lejos. Más lejos, siempre más lejos.

(Publicado hoy en la edición burgalesa de EL MUNDO:
 http://www.elcorreodeburgos.com/noticias/2013-07-29/el-futbol-pasion-sentimiento-y-mercado)

miércoles, 5 de junio de 2013

El Escarmiento de Sánchez-Ostiz. A vueltas con la guerra civil española (I).



En su última novela "El Escarmiento" (así con mayúscula, como si de un sustantivo alemán se tratase. O porque de eso iba el llamado Movimiento) Miguel Sánchez-Ostiz nos da cuenta de su memori a personal de la guerra a través de una crónica exhaustiva de/desde su Pamplona natal en los momentos de la conspiración de Mola, el alzamiento y la escabechina posterior. Una memoria, a veces tortuosa, pues proyecta desde el presente todas las sombras que desde su infancia ha vivido in situ y ha podido imaginar entre archivos y lecturas de mucho años para recrear aquel ambiente no tan lejano. O no tanto como la parte vencedora pretende. Aunque sombras -señala MSO- más debidas al cinismo de los vencedores y  "sus paladines, sus herederos, incluso entre la gente a la que todo esto le resulta indiferente".
El  narrador se queja de una editora, "la Cárdigan", que desdeñó su "monumental trabajo sobre la guerra: 'esto no está de moda'; y haciendo correr las páginas del tocho como si fuera una baraja, añadió: 'Esto es decimonónico...además, el título no es muy original'. 'Qué tal Las fosas, habría dicho Arana -un apócrifo, que no es otro que el propio autor.-. 'No, porque ese tema lo toca uno de mis chicos y eso es sagrado', le contestó la Cárdigan si no recuerdo mal".
Sin embargo, la producción comercial no cesa, películas blandas hasta el hastío, o deuvedés en los kioskos como el que el el diario Córdoba, fundado en 1941 bajo el nombre de Diario Azul, sacaba el pasado domingo, el primero de una serie temática más. Lo cual contribuye a desgastar cualquier otra propuesta honesta y de un escritor de fuste como Miguel.
El documental, a precio de un euro más la compra del periódico, con el pretexto de las imágenes grabadas por el declarado franquista, Russell Palmer, más conocido por este otro: "Defensores de la fe", de los frentes del norte tocado con su boina roja carlista, ensarta una ristra de tópicos y grandes mentiras, que prosperan o más bien reeditan (¡está producido en 2008!) triunfalmente la propaganda del régimen fascista , contra todo pronóstico en tiempos presumiblemente de democracia y de cátedras de historia ...(¡ay, ese venceréis, pero no convenceréis unamuniano!)....que deberían corregirlas. Esto es:
- La República instaurada no sigue los principios rusos del comunismo. Es más bien una democracia liberal, muy tibia a la hora de plasmar la justicia social, lo mismo en el campo que en la ciudad.
- 1936 no es un año negro del terror propagado por el comunismo que llega a España, sino de conflictos que nacen de las provocaciones de falangistas, señoritos y terratenientes tras la derrota inesperada en las urnas de su coalición bajo las siglas de la CEDA.
La guerra civil no fue inevitable y jamás puedes ser "necesaria" 
Ni aquí ni en Roma ni en Constatinopla.
- Los generales golpistas NO habían trazado meticulosamente un plan para el buen fin del golpe, es decir, su rápido avance que evitara males mayores. Las "directivas, instrucciones, informes reservados..."  que firma Mola, el Director, revelan por el contrario que el Escarmiento ha de ser ejemplar, como es sabido y MSO documenta abundantemente.
- El invasor no fue el comunismo, vía soviética. Ni las Brigadas Internacionales, fenómeno inusitado de movilización mundial en defensa del pueblo español, que también quieren borrar. Como sentía Machado y otros concienciados escritores y ciudadanos la invasión fue alemana e italiana y la guerra fue dos siglos después una nueva guerra de independencia. Curiosamente, el éxito inicial dependió de las fuerzas moras que volvieron a cruzar el Estrecho como en aquel 711. La remenbranza me la han sugerido los perpetradores del mencionado documental. Sí que para la pureza cristiana tuvo que suponer una enorme contradicción, por no hablar del pillaje y razzias consentidas que, sin duda, acrecentaron la confusión moral del nuevo Estado, según nos descubre Sánchez-Ostiz, ya desde los preparativos del alzamiento al mostrarnos la calaña de sus protagonistas.
Este apunte me sirvió para escribir el artículo aparecido en Noticias de Navarra el 18 de julio.



martes, 21 de mayo de 2013

La oscura transición



                                    Claves de la Transición 1973-1986 ( PARA ADULTOS). De la muerte de Carrero Blanco al referéndum de la OTAN, del periodista Alfredo Grimaldos, un libro desmitificador y corrosivo, una guía para comprender cómo se produjeron, en realidad, los acontecimientos y por qué se empeñan en ocultarlos.
La otra Transición
No podía ser. El paso de la dictadura fascista, nacional-católica, al régimen constitucional distó mucho de ser Cuéntame. La madurez del pueblo español, repiten los voceros oficiales, unida a la estrategia del consenso y el voluntario sacrificio de las Cortes franquistas; la florentina maestría de los principales dirigentes: Suárez, Juan Carlos I, Carrillo, Torcuato, González, Fraga. El storytelling es conocido. Conocido y falso. Aquello no fue una balsa de aceite. Al contrario. Cambiar, en apariencia, para que nada cambie se asemeja más a la Transición real. La mayoría de los responsables políticos, religiosos, policiales, militares y judiciales siguieron en sus cargos. Estas y otras muchas cosas describe y analiza Alfredo Grimaldos. Los bienpensantes negarán el contenido de este demoledor libro. Un trabajo que conversa con la historia concreta de aquellos años. La CIA al mando de las operaciones. Carrero Blanco asesinado, ay, cerca, demasiado cerca, de la Embajada de EE.UU. De aquellos barros vienen estos lodos. El dilema «reforma o ruptura» fue uno de los mitos del cambio. Aquello no podía ser: todo estaba «atado y bien atado».
Manuel Fernández-Cuesta (PENÍNSULA)
Sobre el autor

Alfredo Grimaldos (Madrid, 1956), es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense. Ha desarrollado, paralelamente, el trabajo de periodista de investigación y la crítica flamenca. Ha escrito, entre otros libros, La sombra de Franco en la Transición, La CIA en España, Zaplana, el brazo incorrupto del PP, La Iglesia en España (1977-2008) y La Lidere S.A. Director de la revista de información flamenca Cabal (1982-1985), y director y presentador de los programas radiofónicos La hora del duende (1984-1990) y A compás (1991-1996), ha publicado numerosos artículos sobre flamenco en los diarios Liberación y La Tarde y en las revistas Actual, Interviú, Artículo 20 y XL Semanal, entre otras. Desde 1989 es el crítico de flamenco del diario El Mundo. También es autor del libro Luis de la Pica. El duende taciturno (2006). Su Historia social del Flamenco (Península, 3ª edición) se ha convertido en un referente de la materia.
(Foto).- Presentación del libro en la Cacharrería del Ateneo, un lunes de tertulias republicanas. Suena el himno de Riego, en la mesa César Herrero y Manuel Revuelta junto al autor, Alfredo Grimaldos.
Anécdota personal.-
 Me viene a la memoria una foto de la Platajunta vista en un apunte de Javier Ortiz en su blog al leer, pg. 45 del libro de Grimaldos, la semblanza que el fallecido periodista donostiarra trazó como participante de sus reuniones: "Había una docena de partidos con el título de socialdemócratas. Nadie sabía cuál era el suyo, todos tenían las siglas recién inventadas. Eurico de la Peña, dirigente de uno de estos partidos, se levantaba cuando llamaban a otro". Y
Y es que estaba desde el PSDE (Partido Socialista Democrático Español) de Antonio García López, un hombre de la CIA que no se recataba de sus visitas a la Embajada de Serrano hasta el USDE (Unión Socialdemócrata española) de Dionisio Ridruejo, al cual venía a apoyar.
Y a todo esto, un servidor, un infante mequetrefe, que asistía a este inusitado revuelo desde las aulas de la EGB, una mañana de aquel curso fue sorprendido por un profesor de la última hornada, al que por sus bigotes y fealdad motejábamos cruelmente -niños éramos al fin y al cabo- de don Cicuta, eran los tiempos también de "El un, dos, tres" jugando a los partidos políticos. Nos pasábamos papeles con esa nuevas siglas, algunas viejas, muertas y renacidas como la del PSOE. Había algún amigo que se sentía del PCE, aunque muy carrillista lo ve7ndía con excusas sobrevenidas por aquél. Con sus gafas pantallas de hipermétrope el serio profesor interrumpió nuestro jolgorio democrático e inquisitivo quiso saber en qué consistía la gracia.
- Es que con esto de las elecciones nos ha dado por apuntarnos a los partidos a ver quien gana. Farfullé con bastante nerviosismo.
- ¿Y a cuás te has apuntado tú?
- Bueno, yo, he fundado uno nuevo.
- ¿Uno nuevo? Se puede saber de cuál se trata. No pude saber entonces ni asegurar ahora el gélido escepticismo que arrojaba su demanda.
- Más pillado aún le anuncié la nomenclatura de mi partido, al que veía con más arraigo en esos días que toda aquella ensalada de siglas que no acertábamos a memorizar, puede ser que por su artificiosidad tan sobrevenida, tan de nueva ola.
Y mi partido era el PQyFE. No una nueva Falange española, sino el Partido de todos los que hacíamos quinielas: con doce años mis esfuerzos semanales se concentraban en escudrinar el acierto de los 14 resultados, una hacía con mi padre que se enfadaba cada vez que acertaba 12 o 13, pues apenas cobrábamos una perra, mientra él soñaba con una de 14; la otra con un profesor del régimen con el que nunca me tocaba nada. O bueno, es posible que sí.
El partido lo llamaba, Partido Quinielístico y Futbolístico español. No comprendo porque al profesor don Cicuta se le dibujó una mueca, solto un ja alargado y corrió un  buen trecho dejándonos que prosiguiéramos el juego de la transición. Mi realidad y la realidad sociológica del nuevo país era que mi partido de haberse presentado a las urnas en buena lid habría obtenido un buen puñado de votos. O es que el fútbol, opio del pueblo, no era digno de mostrarse. Así me sentí yo, antes las fauces del recto profesor. Ridículo. Y han tenido que pasar casi 40 años para que lo cuente.

martes, 30 de abril de 2013

Diccionario gitano-español



Acharar, dar achares (celos), andoba es alguien nombrado despectivamente, arajay (fraile, cura) y arate ya en desuso (humor, sangre, menstruación), baranda, como andoba, aunque particularmente, un hombre con autoridad en determinada circunstancia, barbián, un tipo rumboso, pillo, simpático o gracioso, baré, eran los billetes de ¡5 pesetas!, barí (excelente), baró (hombre con mando, como baranda, aunque esta última despectivamente), bato (padre), batorre, batorri (padrino, madrina respectivamente), biruji -una corriente de aire-, bocata (aunque no lo sea lexicalmente), bofia (policía), boliche (garito, casa de juego), boqui (apetito), bujarra, bujarrón, tomado del italiano, pero con una raíz como bul y bullate (culo), bulo, burda (puerta), burel (toro), butrón, calé, caló, calorro, camelo, camelar: enamorar, querer, aunque se usa más como convencer o engañar con adulaciones o halago; cangallero (carretero), cangrí (cárcel), canguelo, cañí, cate, catear, cipote, (dar) coba: (zalamería), cuezco (rilo: pedo), curda/curdela (borrachera), curra (paliza), currante, currar, currelar, currelo, currito, curro, chachi, chai (prostituta joven), chanchi, chaval, chavea, chavó, chaladura, chalado, chalarse, chamullar (tener conocimiento o entender, hablar), chanada (granujada), chanar y chanelar (saber o entender -de algo-, charrán (de or. árabe: pillo, tunante), charranada, chepa (origen aragonés), chepo (protuberancia como la chepa, pero por delante: seno, glándulas mamarias, o en una palabra, tetas), chichi (cara, fisonomía, rostro, aunque ha derivado en lo que Ud. y yo sabemos), chinar (cortar, de ahí chinaor o chinaores, de actualidad en los metros de Madrid), chinorri (niña), chingar (en caló pelear, fastidiar, beber mucho y sí...eso también, transitiva e intrasitivamente), chipén y chipendi (estupendo y veraz, respectivamente: de chachipén, verdad, verdadero, por eso el sentido de algo tan coloquial como chachi), chiscón (taberna), chivato, chola (cabeza), chorar (robar), chori (choro), chorizada, choricear/chorizar, choriceo, choricero/ chorizo (no referido al famoso embutido español, sino a la anterior raíz caló –choro- y sus derivados), choro, chucháis (pechos), chulé/chulí (los duros que valían 5 pesetas), chunga (guasa), chunguearse, chunguero/chungón, chungo, chuquel (perro), churi (navaja), churumbel, chusquero, dabuten, de bute(n), debla: canción popular andaluza, de carácter melancólico y con copla de cuatro versos, dengue (diablo, diantre) dicar y diquelar (ver,mirar u observar),  diñar(sela), diñelar (ofrecer), duca (fatiga, pena) encalomar -someter (a alguien) a la acción de la policía o de la justicia- encalomársela, copular con ella, encalomo, endiñar, espichar, estache (sombrero), estaribel (cárcel), fané (feo, triste, agotado o cansado), fetén (muy bueno, ya menos usado que chachi, pero idénticos semánticamente) ful (falso, fallido), fulastre (chapucero, hecho farfulladamente), fulero (persona falsa, embustera), fusca-fusco (pistola), gachí, gachó, garito (casa o edificio para habitar. No confundir con garita, que es francés antiguo), garlochí (corazón), gel (burro), geta, gil (tonto o idiota), gili, gomarrero (ladrón de gallinas, ya en la época de El Lute era raro), guipar (mirar), guma (gallina), guripa (de kuripen, soldado, guardia municipal; tipo o individuo, individuo tonto; también golfo o pillo) jai (joven y atractiva), jalar, jamar, jeró (cara), jarana, jayeres (dinero), jinda-jindama (miedo, cobardía), jiñar, julai (tipo o individuo, bobo o incauto, novato, homosexual), julandrón (como julai, víctima fácil, aún más despectivo), junar (ver), juncal (gallardo y airoso), jundo, jundunar (guardia civil, soldado), lacha (vergüenza -sentimiento-), lila (tonto o memo, homosexual), lipendi, longui (locución hacerse el longui -el distraído-), lumi (concubina), lumia (puta), magué (miembro viril, pene), majara, majareta, mangancia, mangar, mangante, mangui-manguta, mangurrino (ignorante), manú (hombre o individuo), menda, mengue (diablo o demonio), molar, molón, mollate (vino común -de mol (vino)-, botella, tarro), (achantar la) mui (cerrar la boca), (salir de) naja, najarse (huir precipitadamente), nasti de plasti (imposible, de ningún modo. Curiosamente, nombre de un legendario cómic underground español de los 70, ya que por esos años era muy usada la expresión), palmar (perder, terminar), pañí (agua), pañí de muelle (de sifón), parguela (maricón, o afeminado según el DRAE: "Fam. And. Parecido a una mujer en su persona y en sus maneras"), (hacer el) paripé, parné, parranda, payo, pelé (testículo), peñascaró (aguardiente), pesquis (inteligencia o perspicacia), piltra, pimpi (embaucador, seductor), pinrel, piño, pira, pirado, pirandón (juerguista, golfo o sinvergüenza), pirar(se-las), pire, piri (cocido -guiso o comida-), piro, pitingo (presumido), postín (lustre, brillo, importancia), postinear, postinero (que se da postín), privar (beber), pureta (de puro -puré- viejo), puri y purilí, raros (vieja), quel (casa), quilar (realizar el acto sexual -con alguien-. Verbo transitivo, pues), randa, (ya raro, ladrón o ratero)  (a la) remanguillé (de manera descuidada o inadecuada), rilarse (temblar de miedo, acobardarse), rilo (pedo), romaní (ó), rulé (trasero), sandunga (gracia o salero), sandunguero, sirla, sirlar  (atracar con navaja), sirlero, sonanta (guitarra), soniche (silencio), ¡sonsoniche! (se usa para pedir silencio, sonsonichar es acallar), sorche/sorchi (soldado que está haciendo el servicio militar), soba (dormido), sobar (dormir), terne (valiente), ternejal (valentón), trajelar (comer), trile y trilero (no parecen de origen gitano en cuanto a la procedencia semántica -tres- . Sí, en cuanto a forma y uso), trimurti (raro: en el brahmanismo, trinidad de dioses).
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De los signos exteriores de un "odioso particularismo" -escribe Bernard Leblon en su obra Los gitanos españoles-  que representaban el traje, la lengua y el nombre mismo de los gitanos las autoridades buscaron a fuego y sangre erradicarlos. El listado de palabras expuesto muestra como esta raza perseguida poseía una lengua propia tantas veces negada o equiparada a las jergas de la germanía. Repárese en el María Moliner al definirlas: "Argot de la gente maleante formado principalmente por palabras de sentido traspuesto, palabras españolas desfiguradas y otras extranjeras castellanizadas. Jerga de los gitanos. Caló."
Por mucho tiempo no se reconoce culturalmente al pueblo gitano ni tampoco el estatus homologable de su lengua. Lo cual hubiera contradicho los fines de políticas secularmente racistas. Se les condena a una vida marginal tendente a su desaparición. Se impedía al caló (pálido reflejo de su idioma originario, el sánscrito y el que se llevaron en el momento de su partida desde la India, como ya está acreditado) servir de legítimo instrumento y, en parte, transcendental para desarrollar un modo de vida independiente, diferente y resistente. Y todo ello dentro de un contexto histórico que otorga una especial relevancia, cada vez mayor, a la lengua como signo identitario fundamental para el reconocimiento de los pueblos sin estado como nación.
La realidad, hoy en día, demuestra que desgraciadamente fue así. Su lengua, primero, debió de adaptarse  a la morfosintaxis y reglas fonéticas de la cultura dominante,  hasta dejar de hablarse propiamente dentro de la comunidad gitana en un largo proceso de aculturación.  Los más de 200 préstamos reconocidos por el DRAE, más o menos los de la lista de arriba dan prueba de hermosos vestigios. A veces, han aportado y aportan, si no esplendor, sí gran fuerza expresiva y naturalista a muchas páginas de la mejor literatura española.

* He usado el diccionario de la foto, una edición facsímil del de hace casi 100 años, he constrastado sus términos con el María Moliner y el DRAE, además de buscar por Internet otros gitanismos  o explicaciones.