domingo, 1 de septiembre de 2013

Pero...¿Hubo alguna vez once futbolistas de izquierdas?



"Haga usted como yo, no se meta en política". Auténtica retranca gallega, ya que para los más jóvenes que no reconozcan al autor de tan celebrada contestación habrá que recordar que el gallego militar contraviniendo sus obligaciones profesionales no solo se avino a poner fin a un orden constitucional legítimo por la fuerza, sino que condujo los destinos de esta triste patria durante 40 interminables años.

En el mundo del fútbol tal consejo se obedece más si cabe que las consignas de aquel caduco régimen. Y lo peor aún, se ha interiorizado sociológicamente dentro del ambiente general como un estrago más dentro de un país en el que los hábitos democráticos, hablamos pues de derechos y libertades fundamentales, no han cristalizado jamás.

Existe un clamor general contra la contaminación de la política en el fútbol, la senyera (un símbolo oficial), causa ardores de estómago y casi bélicos, como equipación deportiva del Barça fuera de su estadio en muchos de los apacibles aficionados contrarios. Sería más prudente, es mi opinión, que pasara a ser el primer uniforme en el Camp Nou, posando el grueso de sus jugadores criados en La Masía para la foto al baile de una sardana o formando un no peligroso
castellet que no menoscabe el once inicial. Para sus desplazamientos, no estaría de más invertir el protocolo y vestir sus tradicionales colores blaugranas, puramente deportivos y aceptados con total normalidad en el interior peninsular.
No se entienden las banderas bukaneras, republicanas y sus pancartas y proclamas en el campo de Vallecas, pero sin embargo han proliferado con "naturalidad" banderas con el águila y cruces gamadas en los fondos del Bernabéu, además de las onomatopeyas racistas.

Queremos disfrutar del fútbol como de niños cuando solo es un juego, pero ya ni para ellos lo es por culpa de sus padres y porque ha devenido en las últimas dos décadas en un gran negocio.

Se puede opinar de política en la barra de los bares, salvo que en las tabernas más castizas vuelvan a colgar ese viejo cartel escrito en tiza: "Se prohíbe cantar, blasfemar y hablar de política"; te pueden soltar un sermón de aquí te espero cruzando La Castellana en taxi, pero el fútbol, en cambio, ha de permanecer inmaculado con las galas infantiles de la primera comunión en los estadios o en las interminables charletas, chácharas televisivas, donde nunca ponen el cartel de FIN como acostumbraban las buenas y viejas películas.

Se pueden, en FIN, llenar de políticos los palcos, conversar entre puros y copas sobre recalificaciones de terrenos con las autoridades, aplazar o hasta condonar deudas tributarias (que son delictivas para el resto de los mortales), de la Seguridad Social (que a las pequeñas empresas arruinan) o avalar tus préstamos la propia Generalitat Valenciana, como es el caso   del Valencia o el Hércules. Pero prohibido hablar de política, que la política tiñe y lo dicho una sola vez no hay detergente que lo lave.

En este contexto, los futbolistas profesionales, que muchos son críos pero no tontos, aprenden rápido. Conocerían el salario mínimo solo si leyeran el BOE, cosa poco habitual entre ellos, algunos extranjeros lo multiplican ad infinitum, lo que no deja de ser todo un sarcasmo para los demás trabajadores inmigrantes que apenas lo rozan. Incluso la llamada Ley Beckham vino a apiadarse de estas esforzadas estrellas cuyo sueldo galáctico, comprendidos sus derechos de imagen y publicidad supera, a pesar de la que está cayendo, el millón de euros de nómina mensual, más de mil veces el salario mínimo interprofesional.

Tampoco me extraña que estas estrellas vivan apartadas de la realidad. Otro día contaré lo que he podido saber de algunos de sus clanes familiares. En general, el fútbol propicia una atmósfera de autorreferencialidad -perdón por el superpalabro-, de la que se alimentan también los aficionados.

Y la próxima semana contestaremos a la pregunta del encabezado. Me temo que hablaremos de política.

Y así fue:
ALGUNOS FUTBOLISTAS DE IZQUIERDA
1Sollier 2 Uranga 3 Cappa 4 Ippig 5 Gª Reis 6 Sócrates 7 Ramos 8 Mekhloufi
 9 Lucarelli 10 Tamburrini 11 Caszely
De no ser porque el periodista Quique Peinado sacó esta primavera lo más parecido a un censo mundial -extraordinario trabajo el suyo- de tan rara avis resultaría de lo más arduo contestar la pregunta que les proponía en mi columna del sábado anterior. Les refresco la memoria: "Pero...¿hubo alguna vez once futbolistas de izquierdas?".
Mi amigo, el también periodista Alfredo Grimaldos, que debe su propio nombre a su padre y a don Alfredo di Stefano, me puso tras la pista de algunos...Ya que haberlos haylos, lo difícil es sacarlos del armario, como veníamos a decir, por razones obvias o más que sobreentendidas la semana pasada. Un ejemplo de los que me citó fue el excelente medio de los setenta Ignacio Salcedo (¿recuerdan aquel tridente, los tres puñales les llamaban entonces, del Atlético? Salcedo, Becerra y Gárate). Alfredo coincidió con él alguna noche de farra y pudo comprobar como ambos cojeaban del mismo pie. Sin embargo, no he hallado ninguna referencia pública  de su izquierdismo en el ojo del gran hermano que es la cosa de Internet. Algunas pistas sí, hubo "caso Salcedo". Luego Salcedo era "problemático", además estudiaba, otra rareza en un futbolista para la época. Ni era el ojito derecho de Vicente Calderón ni tan siquiera de su compañero Luis Aragonés, que de la noche a la mañana pasó a ser su entrenador y no dudó en apartarlo. Olía a manzana podrida.
Pesa mucho el tópico del futbolista pijo. Para el entendido Ángel Cappa viven la trampa del ascenso social y de la fama, como plantas alejadas de su hábitat. "Toman las costumbres, el modo de hablar, los restaurantes, la ropa...de otra clase social". Además, su imagen plasma el sueño americano: sus flamantes coches también deportivos a la salida (o entrada) de los estadios, las novias de piernas no menos prometedoras, una familia precoz con rubios querubines saltando al campo de la mano de papá. Y jamás opinar de nada que no sea fútbol, fútbol, fútbol. El resto es tabú. Por algo sois el modelo de los críos. Ivan Ergic, un futbolista rojo que también escribe, subraya la ficción del jugador como personaje de Disney, como producto publicitario al que el fútbol profesional separa de la realidad.
Toca contestar a la autorrepetida pregunta de si hubo futbolistas de izquierda. ¡Claro que sí! El mejor Gento, sin duda, el mejor extremo izquierda del mundo. En la actualidad, la bala Bale. Algo tendrá el muchacho si tal como se está poniendo la vida hay quien pagar una cifra capicúa millonésima. 101. Aunque en libras el guarismo es menor.
¿Quieren más nombres propios? Pablo Infante, cuando era jugador de Segunda B, decía que todos los de su categoría. ¡Ay, pero hablamos de fútbol profesional! El citado Quique Peinado en su libro "Futbolistas de izquierdas" se ha molestado en ofrecernos una lista roja. Me quedo con Pahiño, el lector de Dostoievski en los duros años 40. Pero no insistan, les daré los de la foto y más: de la A a la Z: Afonsinho, Aitor Aguirre, Ardiles, Bazán, Breitner, Cantona, Cordero, Goran Eriksson, Koikili, Kortabarria, Mesonès, Poves, Oleguer Presas, Rocheteau, Sarriegi, Sindelar, Sorín, Thuram, Zampagna. Tomenlo como una muestra.
Hace unos días Bill Shankly, el legendario entrenador del Liverpool, hubiera cumplido 100 años. Una de sus muchas frases célebres es esta: “El socialismo en el que creo es aquel en el que todos trabajan por el mismo objetivo y todos tienen su parte de la recompensa. Así es como veo la vida. Así es como veo el fútbol”.