domingo, 20 de mayo de 2012

Javier Krahe, el último heterodoxo de la España de Menéndez y Pelayo



El próximo lunes 28 van a juzgar a un inocente.

En los juzgados de lo Penal de Julián Camarillo de Madrid por el viejo delito de blasfemia resucitado a tiempo por el vigente código penal de la democracia.
La acusación particular ultrarreligiosa (no así el Fiscal) pide una condena monetaria bastante elevada que apacigue sus supuestos sentimientos religiosos, supuestamente ofendidos.
Puesto a ser castigado Javier preferiría la hoguera, a pesar de oponerse a la pena capital y me imagino que más aún en el hipotético caso de ser condenado.

La hoguera tiene qué sé yo
que sólo lo tiene la hoguera
.

Recuerda Miguel Tomás-Valiente en su gratísimo libro "De mil amores", un más que merecido ensayo sobre las canciones de Javier Krahe, que mientras los condenados a muerte de la nobleza eran ejecutados mediante la decapitación y los del pueblo llano eran ahorcados, la hoguera era el método reservado a los herejes, el más deshonroso. Añade el común amigo Miguel, por cierto homónimo de otro Miguel, Servet, al que Calvino prendió en la hoguera, ¡y menos mal que el ginebrino había criticado los salvajes medios de represión de la iglesia católica!:
Por eso, en una sociedad en que aparentar era tan importante o más que ser (recordemos El retablo de las maravillas), la gente acudía en masa a los autos de fe, que eran pomposos, solemnes y espectaculares; por eso insultaban y vilipendiaban a los sentenciados por la Inquisición: con la pretensión de hacer patentes sus diferencias con los reos.
Por lo visto, queda un buen número de nostálgicos de la Inquisición. Casualmente, en mi última visita a París reparé en el quartier de Montmartre en una estatua levantada en recuerdo de un caballero ejecutado por no haberse desprendido del sombrero al paso de una procesión. Por estos pagos no he visto ninguna estatua por el estilo, y no precisamente porque no se hayan dado sucesos tenebrosamente similares. Ahora bien, como el propio Javier, preferimos la hoguera si al paso que vamos vuelven las ejecuciones.
En fin, tiene mérito esta asociación católica en su empeño por resucitar a un cristo horneado hace ya la friolera de 35 años y difundir un sacrilegio que nunca traspasó la cocina de su amigo Enrique Seseña. Pero todo esto, lo cuenta mucho mejor mi gran amigo y más grande músico, ad maiorem gloriam del Krahe, Javier López de Guereña. Os lo paso.

Hola, amigos. Os pongo al corriente de la situación procesal de Javier Krahe. No es un relato de Kafka, ni una película de Tim Burton. Es la realidad, en diez días. Quien tenga voz, que vocifere.
En 1986 Javier Krahe manifestó su opinión respecto al referendum de la OTAN en forma de canción: "Cuervo Ingenuo". Fue censurado en TVE, anulada su contratación municipal de ese año y vetado en los venideros. Fué uno de los poquísimos artistas relevantes de España no contratado en la Expo de Sevilla. El escándalo fue mayúsculo pero, además de lamentaciones, no recibió el menor apoyo, se quedó solo. Nadie levantó la voz.
En 1977, dos aficionados al cine y devotos de Buñuel, Javier Krahe y Enrique Seseña, realizan su aportación al séptimo arte: un cortometraje en superocho titulado "Diez comentarios". Uno de los episodios, "Sobre la Cristofagia", es un chiste en el que se propone una receta de cocina ya que los católicos -según su propia doctrina- se comen el cuerpo de Cristo crudo.
El experimento no trasciende el ámbito doméstico.
En 2004, Krahe -60 cumpleaños- es sujeto de homenaje por una parte sustancial de artistas musicales, plásticos y literarios. Llega a enterarse del asunto por ser sujeto pasivo de un documental que llevan a cabo Trincado y Murugarren dentro del mismo proyecto. En la parte biográfica de la película se rescatan (del archivo de Seseña ) las cintas de superocho. Krahe conoce el documental y el disco una vez acabado el trabajo.
Con este mismo motivo Canal Plus le convoca a una entrevista en "Lo más plus". En el curso de la misma se emiten de fondo unas imágenes del capítulo en cuestión mientras Krahe es interrogado. No debería ser necesario explicar que un entrevistado muy raramente determina las preguntas ni los fondos musicales o gráficos que acompañan a su entrevista; no fue así desde luego en este caso como Canal Plus reconoce sin ambages.
El caso salta en internet. La exhibición del fragmento por parte de los foros afines a las asociaciones acusadoras paradójicamente amplía su difusión. Aparecen las denuncias por parte de religiosas que copian el modelo proporcionado por los promotores de la acusación. La causa se mueve entre Colmenar Viejo (donde es archivada), recurrida y archivada en Majadahonda y ,de nuevo, por tercera vez recurrida y archivada en Colmenar. Aparece como acusación la Fundación Tomás Moro y, siendo este el único elemento novedoso, un magistrado de la Audiencia de Madrid considera pertinente que esta misma instancia se ocupe del caso.
No hay ni ha habido acusación fiscal, ni ahora ni entonces.
Krahe y Montserrat Fernández -entonces directora del programa- van a ser juzgados el 28 de Mayo a las 12:20 en la Sala de vistas del Juzgado nº 8 de lo Penal de Madrid, sita en la calle Julián Camarillo nº11, segunda planta, por ofensa a los sentimientos religiosos con una petición de multa de 192.000 € para Krahe (inexplicablemente algo menos en el caso de M. Fernández).
Me ahorro los comentarios sobre el delito de ofensa religiosa, sobre los chistes verdes y de curas (tan españoles,tan nuestros) y sobre la imbecilidad reinante.
No está clara la acusación (se sabe que no mató personalmente a Jesucristo -prescrito-): es tal vez la de rodar en 1977 u obligar a emitir a Canal Plus en abierto y a sus espaldas semejante mofa.
Es de esperar que la cordura y la sensatez se impongan y un juez razonable mande al infierno a los demandantes. Aún así sería una vergüenza condenar de nuevo a Javier Krahe al ostracismo (la anécdota jugosa es que en su día el difunto Jesús Polanco se lavó las manos declarándole persona "non grata" en el canal televisivo).
No podemos dejarle solo.

javi.
N.B.De este asunto hace ¡8 años! ya tuve que dedicarle unas líneas, pese al escaso ruido mediático suscitado, debemos seguir. ¡Pobre siglo XXI, a dónde "avanzas"?

domingo, 6 de mayo de 2012

El abogado del caso Almería



Quien sabe si inauguro aquí una serie de artículos (míos) perdidos en la red, en el sentido de desaparecidos misteriosamente. Por suerte, de un viejo disco duro he podido recuperar este que no encontraba por ningún lado, relacionado con el famoso caso Almería.
Llega mayo, tiempo familiar de comuniones, tres jóvenes se disponen a cruzar la península desde Santander hasta el pueblo almeriense de uno de ellos. Ha invitado a sus 2 compañeros de trabajo norteños a visitar el sur y a su familia que celebrará la comunión de la más pequeña de sus hermanas. Os dejo con el texto:

El pasado mes se recordaron en este mismo diario los brutales crímenes del conocido como “caso Almería”: 25 años después, los asesinos siguen impunes.

Si yerro decídmelo pero fue la primera vez en que miembros –al menos tres, aunque había bastantes más- de la Guardia Civil fueron condenados a penas de cárcel por tortura y homicidio. Hasta su expulsión del cuerpo las cumplieron en centros militares y para afrontar su nueva situación cobraron varios millones de los fondos reservados.

Con todo, esta primera condena en buena parte fue debida a la entrega y coraje del abogado de las víctimas, Darío Fernández Álvarez, a pesar de las obstrucciones, amenazas, que llegaron al atentado frustrado, y del vacío del medio profesional y de su entorno.

Por todo ello, creo que se hace acreedor a detenernos un poco en el conocimiento de su personalidad, consagrada por entero al ejercicio de la abogacía en su más noble e incomprendida –tanto como perseguida- expresión.

Pedro Costa, así lo entendió y realizó su primer filme tomándole como protagonista. Su denuncia de El caso Almería (1984), sólo tenía un precedente en España: El crimen de Cuenca (1979) de Pilar Miró que hasta fue secuestrado por un tribunal militar. Pero las referencias del director pueden ir más hacia un cine de denuncia, tipo Z (1968) de Costa-Gavras, en que un juez íntegro investiga el asesinato de un líder pacifista. De hecho, pensó en Jean Louis Trintignant, uno de los actores de ese thriller político junto a Ives Montand e Irene Papas, para dar vida al abogado Darío Fernández. Lo descartó, más adelante, al no convenirle “por el problema del sonido directo” (Entrevista de Carlos Boyero a Pedro Costa, Casablanca, nº 37, enero 1984). En su lugar, un omnipresente por esas fechas, Agustín González, que francamente no tiene nada que ver con el francés, ni tampoco da el tipo con respecto al personaje real, en absoluto carpeto-vetónico, sino más bien con una formación muy cuidada en el extranjero. Supongo que en el mercado nacional no habría mucho donde escoger. Pero yo no voy a entrar en más valoraciones, me imagino que en las videotecas estará la película. Quien sienta curiosidad que la vea y juzgue, si es que en su día no la vio.

Prefiero centrarme en el libro en el que ella misma se basó El caso Almería (1982) de Antonio Ramos Espejo, en concreto, en el capítulo redactado por el abogado y en el propio libro suyo La justicia manchada en España. Reflexiones y vivencias de un abogado (Primera Parte), Darío Fernández Álvarez (2000); aunque no trate el caso, ni me consten otros libros suyos o continuación en que lo haga.

El ABOGADO

“Yo he quedado marcado para toda la vida…El Crimen de Cuenca es un tema que queda en pañales al producirse este caso, ¿verdad? Aquél no fue un crimen en el sentido de que a nadie se mató. Existió, por error, el crimen judicial. Pero, después del caso Almería, el de Cuenca no tiene vigencia.”

Esa era su tensión por aquellos días. Y su obsesión, tenía un nombre: Casasfuertes. Bien barruntaba el verdadero lugar de los macabros crímenes. “Entonces, me puse a visitar aquellos acuartelamientos de la playa, desde Almería, por la zona del Zapillo, hacia el cabo de Gata”. Cerca también de la alquería de las Bodas de Sangre de García Lorca, intuía Darío Fernández estas otras comuniones de sangre entre las comuniones de mayo. Un abogado sobrecogido mientras busca sus rastros. “Me llamó mucho la atención un pozohasta el punto que llegué a cobrar un repeluzno terrible, al estar con la cabeza dentro y ver que se reflejaba una imagen como si fuera la de un brazo, suspendido en el agua…Y hasta estuve a punto de caerme. Esto ocurrió días después de las tres muertes, de haber vivido una experiencia muy fuerte, alucinante.”

Pero se le denegaron pruebas fundamentales para la reconstrucción itinerante de los hechos. Tampoco colaboró ningún profesional, perito o técnico. Sí, solo ante “la belleza de la verdad jurídica”. Ese fue el único aliento que tuvo, los molinos de viento que percibió.

A diferencia del filme, Darío si analiza el miedo ambiental. “¿Porqué ocurre esto en Andalucía? El temor a las represalias: “Oiga, pero es que usted sabe ciertas cosas y me puede colaborar…Si usted dice que ha ocurrido de esta forma, ¿por qué no viene y lo dice delante del juez?” ¿Les suena?

Como tantas veces la verdad necesitaba su tiempo. Hoy la sabemos por una carta anónima de uno de los guardias. Lo presentía el abogado: “Con el tiempo, los guardias hablarán. Sí, sí, sí…como han hablado criminales famosos en la historia”.

Otro momento espeluznante que no podía dejar de recordar fue el de las autopsias: “Yo, que vea ya las torturas de las cañas introducidas en las uñas, el colgarlos de los testículos, como en El crimen de Cuenca, pues que te digo…Para mí esto me deja marcado para toda la vida. Ver los cadáveres en la forma en que estaban, que Faustino apenas pudo reconocer a su hermano…Y si con quince litros de gasolina, los cuerpos podían quedar así…Y además hay muchas evidencias. Entonces, ¿por qué mentir a un país? ¿Por qué tratar de tontos y de ciegos…? Claro, cuentan con la plataforma de que esto siempre ha sido así”.*

LA JUSTICIA MANCHADA EN ESPAÑA

De lo que este abogado ha querido dejar un testimonio más amplio es de toda su dilatada vida profesional. Ha tenido que ser expulsado por enésima vez del Colegio de Abogados para decidirse desde su retiro a poner por escrito sus enseñanzas dirigidas con predilección a los que empiezan. Nada que ver con las “selectos” libros de anécdotas forenses que recogen otros “ilustres” compañeros eméritos.

Él puede dar mejor ejemplo, como cuando prescribe lo siguiente:

“El abogado necesita saborear la adversidad.”

De toda la adversidad del mundo se nutren las numerosas escenas -puede que hilarantes algunas, pero horripilantes las más-. Son heridas abiertas que necesitaba finalmente verter en tinta impresa. Su estilo acusa en ocasiones la pesadez de los estrados y sus experiencias también manchan sus dolorosas líneas por esa hemorragia que jamás podrá curar, pero la verdad de cuanto dice está por encima de todo. Y salvo el caso más notable del magistrado Joaquín Navarro, otro tanto castigado por los de su casta, no abundan entre los profesionales de la Justicia este tipo de libros. Tal vez aquí el crimen sea señalar al criminal, más cuando no anda muy lejos. En ese sentido, la crítica hacia sus propias instituciones que el letrado don Darío Fernández pudo observar en Inglaterra o EE.UU le han servido a él, pero no ha cundido el ejemplo.

Para terminar entresacamos de la narración casuística lo que sigue:

- Una jueza que archiva una causa civil en una vista penal, declara el archivo firme, hace firmar a una procuradora del público y declara en rebeldía al otro procurador al no ser localizado en la ciudad ese día. Después manda detenerle (a él, el abogado) y se va al rellano de la escalera. (Abría que abrir signos de admiración desde la primera línea al menos hasta el final. ¡Hagánlo por mí!) Llega la Guardia Civil avisada por la agente de la Sala. Ella desde la escalera gritaba sus deseos:

-Deténganle.

Pero a cuál de los 4 que había en el banco. Descendió algo la jueza y se hizo inteligible. “Le objeté a la jueza que los juicios o sesiones concluyen con la firma del acta y a ella correspondía suscribirla en primer lugar. Entró en Sala y así lo hizo; después el fiscal y al llegar a mi turno señalé que no podía hacerlo por estar detenido. La situación era excepcionalmente demencial. No firmé en descuerdo radical con el acto que, sin recogerse, denuncié. Apremió a los guardias a detenerme -¿sería esposado en Sala?- sin moverme de mi asiento. No fui esposado y fui llevado andando al Ayuntamiento. Accedimos a la Casa Consistorial y solicitaron al policía municipal que abriera el calabozo para ingresar al preso. El requerido continuó ocupado con la lectura de un periódico y al ser intimado de nuevo para franquear la puerta del arresto les contestó que la abriría cuando trajeran al detenido pues también el abogado estaba esperando. No dio crédito a que el preso fuera yo. Resignado y confundido deslizó la puerta metálica con titubeo. No accedí al interior sin antes solicitarles, en su apoyo, se proveyeran del mandamiento judicial de detención. Se les facilitó y ante su inconcreción interesé del fiscal y de la juez, por medio de tercero, la concesión del habeas corpus. El recado se salvó con nuevo mandamiento en el que exponía la causa: alteración del orden público. En el anterior parecía gravitar la idea indefinida de desacato….

Pedí ser oído en declaración…Le planteé la irregularidad de su intervención al ser juez y parte. Tiempo baldío. Algo se detectó tras el interrogatorio, que me hizo dudar del equilibrio mental de aquella jueza. El dato fue la forma extrañamente amable que me dispensó. Diría que de deseado tono familiar y afectuoso.”

Le confesó su decisión de abrazar la carrera judicial, debida al caso Almería y a la admiración personal y profesional que le profesaba. A esta anécdota, si así se la puede llamar, la titula el sufrido abogado como: TERRORISMO JUDICIAL.

Cuesta buscarlas de verdad, como no sean éstas:

- “Nunca he sentido sobre mí la presión del tiempo en mis actuaciones forenses, por más que haya irritado a la ‘vecindad’. La señora del Presidente de sala retrasaba la comida cuando a su marido le tocaba los juicios conmigo.”

- “Señoría usted acaba de transformar esta sala de Justicia en una sala de conciertos, pero no estoy dispuesto a oír su solo de campanilla. Entonces, con orden de desalojar la Sala, ante la sonora reacción del público, tal instrumento regaló sus mejores decibelios. Esa ‘melódica frase’ y una entrevista de prensa posterior me deparó un procesamiento por desacato.

Siempre me ha acompañado la idea de sentirme tan al lado de mis defendidos, que he tenido que asimilarla a mi propia suerte pues han sido bastantes las situaciones en que, tras defender….acabara, paradójicamente, tras la absolución de mi cliente, procesado yo.”

Será el sino de la justicia, que no necesariamente el signo de la justicia como por ahí transcribe –es otra anécdota- algún mal apuntador.

* Joseba Arregi, detenido durante 9 días en Carabanchel, tres meses antes, moría con el cuerpo destrozado. A varios presos había relatado como fue colgado en una barra sufriendo golpes y quemaduras en los pies y en todas partes. Lo recuerda nuestro amigo Decio Machado en Diagonal nº 32 al denunciar a uno de sus interrogadores, el actual jefe de la Policía Judicial, J. A. Roca.

viernes, 4 de mayo de 2012

75 años de un libro desaparecido durante la guerra: "Con el general Mola" de José María Iribarren

Se cumplen 75 años de un libro maldito. Como lo fueron los hechos que verazmente describe.
El 20 de julio de 1936 se presentó en Capitanía de Pamplona un joven abogado, como escribiente voluntario. Estuvo allí entre papeles y mesas. A la mañana siguiente, el general Mola tuvo que ir a Burgos. Preguntó por "aquel muchacho, abogado, de luto, que había trabajado en su despacho en la tarde anterior", y se lo llevó como secretario particular.
Un aprendiz de Baroja encontró de "golpe" las estampas y escenas que necesitaba para contar la última guerra de sus mayores, apenas iniciada, porque en su intuición algo le decía, que de nuevo aquellas pólvoras iban para largo.
Y nunca los hipócritas del nuevo/Antiguo Régimen le perdonarán su osadía de evocar una nueva carlistada, de hablar de conspiración, de sublevación, sin seguir las consignas oficiales que la vestían con los ropones bendecidos de una moderna Cruzada contra los infieles judeo-masónicos.
El 4 de mayo de 1937 lo editó la Librería General de Zaragoza y a los pocos días fue retirado por orden gubernativa. Su autor, José María Iribarren, tuvo que trasladarse a Salamanca para responder por él ante el Delegado Nacional de Prensa, Manuel Arias Paz, "un hombre pálido, de unos 45 años, de pelo rizado y facciones correctas...Adoptó ante mí una actitud soberbia, suficiente, y un tono conmiserativo de perdonavidas.
- Pero, ¿usted sabe lo que ha escrito?, comenzó por dispararme. ¿Se da usted cuenta de las barbaridades que hay en su libro? Usted -me dijo- merecía estar fusilado a estas horas...
Yo callaba. Arias Paz abrió un ejemplar de mi obra que tenía sobre la mesa, llena las hojas de paréntesis rojos, de tachaduras, y comenzó a hojearlo.
- Habla usted aquí...Aquí en la página 52... y en la 85...y en la 106...Y más adelante..." (1)

¿De qué es lo que hablaba como para fusilarle? Si el propio Mola puso "el marchamo de autenticidad" (pág. 5 del prólogo) de revisarlo y apenas apostillarlo.
Tal vez en que no elevaba a dioses a los guerreros ni a la santidad a sus generales, sino que con afán de novelista barojiano sentía "atracción por lo anecdótico, lo curioso y lo peregrino". Y a que como buen ribereño era espontáneo (el mismo Baroja no nos tenía aprecio por esto a los nacidos cerca del Ebro, y eso que su familia procedía de no muy lejos). El lápiz, a estos solos efectos rojo de censor, no perdonaba su léxico y su temeraria intimidad:
"El 17 (se sublevaron) las guarniciones de Marruecos".
"Ramón Mola le decía a su hermano: ¡No te subleves, Emilio! ¡Por lo que más quieras, no te subleves, que vamos al fracaso!"
Como cuenta magistralmente en también su primer libro "La broma" Milan Kundera, ninguna dictadura permite tomarse las cosas a chanza, ni soltar chascarrillos y menos en boca de sus prohombres ("No pondrá usted los chistes que yo digo...") por tanto, el lápiz rojo no puede menos que ejercer su rigor: "esto no es serio". Sirvan como ejemplo:
- página 88. "Que le den morcilla a Mola". El primer verso del pareado que se coreó por las calles de Madrid el 14 de Madrid del 31 era: "!Ahora, ahora!" No olvidemos que Mola fue director de Seguridad con "La Dictablanda" que sucedió a Primo de Rivera.
- página 185: "Lo más florido de las chicas de Burgos ha acudido esta noche al té ofrecido por el general".
O más bien por la dureza o la terrible realidad del gerundio cuartelero también aparece tachada en la pág. 360 esta frase de Yagüe: "Me estoy cargando a media España".
Aunque el tachón más marcado se halla en la pág. 52, en el relato del episodio en que Mola, dos días antes del 18 de julio, en el monasterio de Irache con Batet, que era su superior y capitán de la región militar del Norte hasta su asesinato, le da su "palabra de honor" de que no iba a sublevarse, cuando ya tenía por fin lista la conspiración tras arduas negociaciones con los requetés de Fal Conde: no en vano fue "El Director" de la misma. Esta felonía desbordaba la lógica y la gloria castrense del censor Arias Paz: o no pudo decirlo un militar; o si lo dijo, no se podía escribir.


En fin, ¿y qué ha sido del autor de ese libro y de ese libro? (Por no hablar del humilde relator que aparece en la foto, ahíto de verduras, léase habas, guisantes, espárragos y alcachofas de la huerta tudelana).
Le habíamos dejado en la Delegación nacional de Prensa, que estaba en el palacio de Anaya en Salamanca. Mientras el duro censor le señalaba las palabras nefandas, las expresiones impropias, las frases tachadas con trazos gordos y rabiosos, Iribarren permanecía callado y consternado. Al paso nervioso de las hojas, sonaron fuera las sirenas de alarma aérea. En otra situación, aquello le habría sobresaltado. Entonces no. Las oyó como quien oye llover. Estaba hundido, anonadado. En su mente solo resonaban las sentencias del cruel inquisidor: que merecía ser fusilado -se lo había vuelto a repetir-, que no escribiese más, que no servía para escritor.
Al salir del Anaya, la actual Facultad de Letras, todavía con sol radiante vio desfilar la procesión del Corpus, camino de la catedral. Por la tarde hubo corrida.
Al día siguiente continuaron las peripecias. A primera hora le despertó la dueña de la pensión, diciéndole que le esperaban dos señores. Dos señores policías que iban a detenerle y registrar sus maletas. Fue conducido a Comisaría, interrogado e incomunicado. Pasó horas angustiosas, pensando lo peor, vio salir una camioneta llena de detenidos. Le llevaron otra vez al bello palacio de Anaya, al despacho del Delegado que ya conocía. No estaba él. Tras un rato de espera, entró Arias Paz y le dijo, sin más explicaciones, que podía irse. Luego supo que la orden de libertad se debió a Mola.
José María Iribarren de vuelta a Pamplona se alejó de la guerra, volvió a la abogacía, pero antes con renovado tesón escribió otro libro sobre el general Mola ante los ojos abiertos de par en par, tanto de la censura civil como de la militar, que le volvieron a señalar en rojo. Y por fin se dedicó a otros libros tan curiosos como entretenidos...(muy exitoso, "El porqué de los dichos", otros costumbristas, entre ellos, me toca más de cerca, "Los flagelantes de la Sonsierra").
Del libro condenado solo se supo porque desmochadas las tapas circuló privadamente. Y lo que aquí se narra se debe al propio ejemplar que conservó el autor. Entre paréntesis rojos chirriaban "las frases que la censura de Salamanca consideró inadmisibles. Todas ellas son ciertas. Yo las oí y las apunté". Es lo que escribió con su pluma estilográfica al margen en las primeras páginas.
Años más tarde redactó unas memorias que nunca han visto la luz. Así se escribe la historia en este país. ¡Con los testimonios directos más genuinos, 75 años después, esperando mejor suerte!
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(1) "Notas sobre la gestación y peripecias desdichadas de mi libro Con el general Mola." Manuscrito inédito del autor.
* Al curioso lector le invito a acercarse a otro testimonio de la guerra veraz y extraordinario del que ya di cuenta en este humilde rincón.
La televisión vasca recientemente ha emitido un filme sobre Mola, titulado "La conspiración", que paso a visionar. http://www.eitb.tv/es/video/1436385850001