lunes, 29 de julio de 2013

EL FÚTBOL, PASIÓN, SENTIMIENTO Y MERCADO




Hasta el final persiste la incertidumbre en el proceso de la SAD del Mirandés, ya hace unos meses mi amigo Carletto escribía esto, y en esas seguimos. Lo mismo que en esa ocasión, hoy también sirve para introducir el texto que me acaba de mandar:
EL FÚTBOL, PASIÓN, SENTIMIENTO Y MERCADO
El protagonista de “Fiebre en las gradas“, basada en las autobiográficas vivencias del reconocido novelista Nick Hornby, derrocha toneladas de estoicismo hilarante como hooligan de su equipo de toda la vida, el Arsenal. Un ejemplo: cuando los gooners están a punto de ganar al Manchester en la Premier en dura pugna por el título recibe la propuesta de ocupar el puesto de jefe de estudios de la escuela donde trabaja. Pues bien, ante la incomprensión de su novia, también maestra, no duda en rechazarlo. No lo necesita, le basta con su mediocre sueldo para administrar su única pasión, el fútbol, y para sobrellevar su existencia. La ocasión de que su equipo tras 18 años reconquistara la Premier eclipsaba, incluso desde su personal punto de vista, el pequeño medro personal.
Si de las orillas del Támesis nos avenimos a las del Ebro, aunque en una escala menor la proporción puede que resulte mayor. Para el Mirandés ascender a la división de Plata "le ha llevado" más de 85 años -contando con que entrara en sus planes- y ya conocemos lo duro que es mantener a su humilde equipo, casi de pueblo, entre otros de capital de provincia o cuando no de urbes de la magnitud de Elche, Jerez o Gijón. No quisiera ni mucho menos con esto propagar ante las desgracias personales ninguna clase de nihilismo escapista, y mira que abundan en la economía globalizada, en la crisis sostenida por los tiburones del planeta.
Lo cierto es que el fútbol puede acaparar y hasta llenar el vacío existencial de nuestras vidas. La nada, la náusea sartriana, nos convierte en espectadores de nuestra propia peripecia humana. Qué otra cosa nos ofrece este capitalismo depredador, sino pasar a depender de esa mano invisible del mercado que de un zarpazo te deja fuera del ámbito habitual de actividad e interrelación.
Para un profano del deporte del balón redondo como yo, después de seguir las dos últimas temporadas del Mirandés, he de declarar abiertamente mi perplejidad. Por una parte, pensaba que tras casi ¡10 meses ininterrumpidos de Liga! ambas partes, la activa contratante y la contraparte contratante pasiva, por seguir el modelo delirante grouchiano, nos daríamos un descanso. ¡Qué va! Esto es un sinvivir. Ganada la supervivencia en agónica batalla de medio año, restaba otra más áspera y con recovecos inescrutables: la obligada conversión legal en SAD, cuyo proceso e
imponderables están todavía por llegar a su fin. La pasta siempre es lo último que se pone y parece que en este terreno hasta la penúltima jornada tampoco desaparecerán todas las dudas, que ya son zozobras esperando a Mr. Marshall. Hemos asistido como nunca a tardes gloriosas de fútbol al tiempo que se alimentaba una devoradora hoguera de las vanidades. De la directiva del ascenso no han quedado más que cenizas, algunas humeantes como las del presidente que se va tras largo tiempo publicitado, pero firma altas después de firmar su baja. Del vicepresidente, más gigante que delfín, que se había dado impulso, otra vez tercia la cosa de la pasta, y ha sido para anunciar su espantada. A punto ha estado de repetirse la asamblea del año pasado y terminar sin apuntador ni quien apagara la luz. El club de la epopeya copera y liguera en los estadios ha pasado por momentos a ser fuera de ellos el club de la comedia, o peor aún, el club de la tragedia. Milagrosamente, ya que de gigantes hablábamos, por suerte algún cabezudo queda dentro, vemos la bombilla encendida en espera del capitalista de turno con la pasta anónima por desembolsar. Deus ex machina.
Por otra parte, la continua sucesión de altas y bajas de la plantilla tampoco permite una tregua. Además, un tanto traumática para muchos aficionados como lo está siendo estos días. Si bien, el trasiego ininterrumpido de jugadores de un lado para otro viene a ser la norma dentro del fútbol profesional. Forma parte de la adicción, el fútbol es una droga dura de dosis diaria (dudo si está reconocida por la Organización Mundial de la Salud). Llaman la atención durante la temporada, esas entresemanas prepartido y pospartido aterradoramente monótonas e insustanciales, con los acostumbrados tópicos que alivian las derrotas y la fe del carbonero para conjurar la siguiente, con los efectos balsámicos de las dulces victorias, reflejadas en la cara de felicidad los lunes de vuelta al trabajo. Viva el capital y la alienación (¡o la esperada alineación de cada domingo!). En cambio, en pleno periodo vacacional, rara es la mañana que no desayunamos con el suspense trágicamente resuelto de una no renovación o la sorpresa incierta de una nueva incorporación. Es como el Panta rei, el todo fluye de Heráclito: el Ebro pasando por la ciudad, aún no siendo sus aguas nunca las mismas. Desde los puentes humanamente trazados contemplamos su cauce con sus remolinos, sus crecidas y estiaje, disfrutamos o nos sobrecogemos con su estampa como transeúntes, nada podemos hacer y sin embargo sabemos que el río encontrará el mar, aquí lo mismo que en mi Arno natal: "Dici che il fiume trova la via al mare", habrá meandros y presas, hasta guadianas como esta junta directiva interregna: "E come el fiume", como el río, el Mirandés llegará a su afición triunfal como merece, con su escudo aún más relumbrante cosido a su camisola, con una estrella ganada en buena lid sobre los campos modernos de Marte. Las aguas se renuevan, el Ebro empero continúa llamándose Ebro, y Anduva, siempre nos quedará Anduva, amigo rojillo.



 
Por eso, ¡o no!, la nave va. Otras naufragan, las noticias no paran, da igual competición o no mediante, El Marca vende, los periódicos no deportivos también (menos, pero más deporte). Amenazas de expulsiones por fraudes varios: hay dos equipos "22", lo que es a todas luces una situación anómala, lo es más desde el punto de vista jurídico; y bastantes partidos amañados por las apuestas. El fútbol a la italiana. ¿Veremos en este país descender alguna vez al Real Madrid? Pelotazos no faltan según la Unión Europea.
El fútbol como consumo democrático. O más bien, gracias a la vía del plasma (tan querida por Rajoy, nuestro presidente popular que no llega a fin de mes -¿o era la Esperanza?-, una vez retirados los sobres), ya que las entradas en taquilla no bajan su glorioso caché para seguirlo en directo. Pasión, ceguera, culebrón y asunto del todo opinable. Muy democrático. Una vez osé criticar amistosa y privadamente un cambio al bueno de Carlos Pouso desde mi retiro en la Toscana. La esperada respuesta llevaba la chispa de su genio harto famoso en los medios, comenzaba así: "Vosotros los que entendéis y no entendéis..."
Este profano aprendiz de tifoso procurará no olvidar nunca más su condición de entendedor y no entendedor de los arcanos del deporte rey. Recién llegado a Miranda, antes de los calores del rigor veraniego, desde el viejo puente de piedra miro río abajo hacia Anduva y observo que eppure la nave si muove, Carlos Lasheras que cogió en tercera este barco sigue remando porque después de que Pouso con su fiel tripulación alcanzara la orilla, no se fía y como el Ulises de Cavafis no descansa hasta llegar más lejos, siempre más lejos. Más lejos, siempre más lejos.

(Publicado hoy en la edición burgalesa de EL MUNDO:
 http://www.elcorreodeburgos.com/noticias/2013-07-29/el-futbol-pasion-sentimiento-y-mercado)