domingo, 31 de marzo de 2013

Cabeza de ratón o cola de león

El Jueves Santo publicó en la edición burgalesa de El Mundo mi amigo Carletto (rojillo transalpino) un artículo a propósito del futuro incierto, tanto en el terreno de juego como en los despachos, de nuestro querido Mirandés. Como la edición digital  no es de libre acceso lo dejo aquí para todos los mirandesistas. Las leyes, como diría el adorable Chicho Sánchez Ferlosio, no están hechas tampoco en el fútbol a favor del humilde, del cumplidor, sino a medida del ventajista sin escrúpulos, de aquel que sabe y repite que o Yo o el caos o la nada. Es lo que ha venido funcionando también en la burbuja del balón con pelotazo propiamente incluido; sin embargo, ¡aupa Mirandés!

CABEZA DE RATÓN O COLA DE LEÓN

Cuán diferente era la situación hace un año. El Club Deportivo Mirandés besó el cielo de San Mamés y se disponía con toda la ilusión del mundo desde su primera plaza a la conquista fulminante de la división de plata. Alcanzado con paso firme el objetivo, recién invitados a la LFP, la Liga profesional de los 40 principales, comenzaron los problemas. En el tránsito forzoso hacia la metamorfosis del club en SAD, sociedad anónima deportiva, el camino ha venido sembrado no de flores y coronas de laurel, sino de coronas de  espinas en forma de avales y demás imprevistos. No fue menor el requisito de las 16 fichas profesionales, a más de 20.000 euros el cromo. Porque de eso en parte se trató en el para nada plácido, sino más bien ajetreado verano, en comprar cromos que llegada la pereza del invierno, como ocurre con esas colecciones de Panini, desechamos. Se nos fue un cromo de primera, Colsa, un cromo bonito, Bernal, y otros más ya del todo olvidados.
Somos cola de león de plata con pasaporte provisional de hojalata. Pongamos mejor de cristal, aunque no precisamente de Murano. En un mercado tramposo que admite dinero público para algunos y pufos a discreción para otros es complicado jornada a jornada durante diez ininterrumpidos meses cumplir dignamente el papel de cenicienta. La aventura de la Copa del año pasado no traspasa el espejo de Alicia ante esos mismos equipos, Racing y Villarreal en esta segunda, que no es el país de las maravillas, sino el de la realidad de las derrotas,  incluida la del Sporting, con mucho Molinón, pero sin derecho a réplica. Una segunda dura e inmisericorde empedrada con un interminable pasillo de sufrimientos.


No se caracteriza el banal mundillo del fútbol por ejercer la autocrítica, por abundar en los fríos análisis, sino más bien en los elogios  sin venir a cuento y palmadas al hombro, por confundir al jugador y confundirse ellos mismos sobre sus expectativas, a pesar muchas veces de los repetidos fracasos. No se puede predicar la referida anorexia mental futbolera sobre las mientes de Pouso, el técnico por rachas mediático, arropado por la agradecida tribuna de Anduva, ni de los jugadores rojillos, muchos de ellos con cabezas bien amuebladas que rompen el tópico un tanto caduco de ser duros o ligeros de mollera. No en balde destaca también  este Mirandés, a juicio de la principal prensa deportiva, no solo por el jugador "banquero", sino por reunir entre todos más títulos académicos que los demás colegas del calzón corto. Son además, el llamado Euskomirandés: sin ningún equipo vasco en segunda, conforman la selección de Euskadi en la diáspora menos dispersa y representativa de la categoría. Y han elegido lo que queda del humo fabril de Miranda para cuadrar el tópico de su laboriosidad, disciplina y entrega solidarias y una religiosidad que más parece calvinista que católica, pues como los europeos del Norte administran los escasos recursos, en estas lides los goles, hasta el límite de su rendimiento. Lo mismo cabe decir respecto de la directiva y sus predecesoras,  que se resisten a la tentación del gasto manirroto, más propio de vecinos meridionales, tahúres ventajistas y merodeadores, cuando no directamente asaltadores del código penal.


En la patria del cervantino Ginesillo de Pasamonte, del actualizado retablo de las maravillas de maese Pedro con Bárcenas y Roldanes, la gente anda escaldada y no se fía. Y en esas estamos. Hay socios cualificados, una especie de vieja guardia que ha estado al cargo del club y a la que los propios éxitos ha retirado, por eso que decía antes, de que para algunos no ha habido corona de laurel, sino de espinas. Tampoco entienden que rozando los 5.000 socios los nuevos se queden a la espera del proceso, más si cabe cuando esta primera fase (que da derecho a la segunda) no va a llegar al pico de la capitalización -unos 200.000 euros-, faltando el principal que son dos millones. No se entiende, ya que el Lugo con mil socios menos y sesenta mil habitantes más ha dado cancha a todos en aras de conseguir que el club no salga de manos de los socios, él mismo fin que proclaman los mandamases de la calle de la Estación.
No corren tiempos de alegrías, así que nadie desembucha la pasta que escasea en la mesa de los triles hasta saber en que queda la cosa. Lo cual parece haber contagiado a los jugadores, como un bucle que un día se desmadeja y al siguiente se vuelve a rizar. Al final en sus botas está el futuro, ahí sí que no cabe esconder la pelota, el cubilete ni los dados. O entra o nos vamos de paseo. Por la riberica del Ebro abajo.
"Fluminis impetus laetificat civitatem..." es el cántico que legó a su pueblo el poeta (el ímpetu del río -su corriente- alegra la ciudad). Ese mismo río que apellida y da tanta personalidad a Miranda, divide la vieja población de la moderna, la misma que mezcladamente mientras juega al mus, va de pintxopote o sube al monte se debate entre ser cola de león o cabeza de ratón.