viernes, 8 de abril de 2016

Más de Diccionarios gitanos

He de agradecer a los lectores de este blog, ya baldío, sus visitas puntuales con temas como este. Que son muchas. Tienen toda la razón, ya la expresen con educación, mofa, o lo que les venga en gana. Esto de los diccionarios sobre el caló, romanó (tampoco es fácil saber cómo llamarlo) no han pasado de un postizo y diletante empeño traído a cuenta por gentes de la afición, sí, del flamenco y focklorismo dccimonónico de Sevilla, mayormente.
La foto de portada es de un libro que acabo de leer. Lo compré en Logroño en la calle de San Juan, tan llena de pinchos como la famosa zona aledaña del Laurel, en la librería de viejo Piedra del Rayo, que también edita una inmejorable revista antropológica, muy por encima de cualquiera otra que goce de los pesebres burocráticos. A su buen hacer debemos que los riojanos estemos eternamente agradecidos y deudores de su colección, cuyos números no faltarán en la Universidad regional para preservar el acervo común que nos va legando.
Este libro me decía, Carlos Muntión en su local de la Piedra del Rayo, es uno de lo más vendido en La Rioja. Escrito por Juan Ramón Montoya Jiménez e Israel Gabarri Viera, sin duda, la difusión entre sus primicos puede más que el marketing y la publicidad. He echado en falta en él una aportación más sistemática. Prejuicios míos, muy payos. Lo que hacen es lo debido, van contrastando los diccionarios del XIX publicados sobre este habla mixta, denominada también pogadolecto (una lengua rota, usando un gitanismo como prefiere el sociólogo gitano Nicolás Jiménez González), con su propia recopilación de familiares de Madrid y la llamada Castilla la Vieja. George Borrow, Jorgito el de las Biblias, trabajó con gitanos meridionales para su libro The Zincali por lo que es más apreciable la labor de rastreo.
Es difícil encontrar pies y cabeza en todo esto: hablamos de fósiles del lenguaje, inciertamente recordados.
Los estudios del lingüista Marcel Courthiade así lo indican. Profesor de la sección de estudios de romanó en el Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales (Inalco) francés, es respetado como uno de los mayores especialistas mundiales en romanó. Su vinculación con sus hablantes es profunda: aunque él tiene origen payo, es considerado como uno más por los gitanos. "La relación de parentesco entre la lengua romaní y la India se descubrió en el siglo XVIII", recuerda. En su momento, esto resultó muy sorprendente, porque aún tardaría en asentarse la teoría, hoy comúnmente aceptada, del origen indio de los gitanos, emigrantes diseminados en Oriente Próximo y Europa -con el tiempo, su presencia llegaría a los cinco continentes- a través de dos grandes oleadas migratorias efectuadas entre los siglos IX y XII. Los descubrimientos continuaron hasta relacionar al romanó con el sánscrito, lengua clásica de la India. El sánscrito evolucionó en dialectos que se convirtieron en diversos idiomas que se hablan hoy: son las llamadas lenguas neoindias. Por ejemplo, el hindi y el nepalí. Y el romanó.Courthiade distingue varios tipos de hablantes efectivos y potenciales. "En primer lugar", indica, "los de la llamada raíz común de la lengua romaní, una lengua que no se ha alterado demasiado, como es la de los hablantes de los Balcanes y Europa del Este". En segundo lugar, los que hablan un dialecto muy germanizado, como los gitanos de Alemania, Austria y Francia. "Y en tercer lugar", continúa, "están aquellas hablas que han dejado de ser idiomas". "Sólo conservan algunas palabras en romanó, y utilizan la gramática de la lengua mayoritaria del país donde viven". Sucede en Portugal, en el sur de Francia, en el Reino Unido. Y en España.En Rumania se puede estudiar el romanó. En Francia tiene vinculación con los estudios superiores. En distintos países de Europa se traducen películas, hay agencias de noticias en esta lengua, y una inmensa cantidad de páginas web. También se pueden encontrar periódicos, revistas, libros, obras de teatro, programas televisivos. Todo lo contrario que aquí. "En la antigüedad, en territorios del Este europeo, los gitanos acabaron como esclavos de señores feudales, vivían aislados y no tenían contacto con la gente de la sociedad mayoritaria ni con su lengua", explica Nicolás Jiménez, sociólogo, antiguo becario de la OSCE, uno de los pocos gitanos españoles que ha aprendido romanó junto a Marcel Courthiade. "En España, el gitano, pese a que a lo largo de la historia ha sido perseguido, siempre ha vivido en núcleos urbanos, en contacto con el payo". "Por tanto, la lengua primigenia se fue perdiendo porque el esfuerzo de mantenerla no tuvo utilidad", resume. "No obstante", matiza, "quedó un resto, que es lo que conocemos como caló". Es decir, una serie de palabras en romanó pronunciadas en medio de un entramado gramatical español.
(El País, 30 de octubre de 2005)
Los proyectos del sociólogo Nicolás Jiménez por el estudio de su lengua quedaron en nada. Hoy es junto a sus churumbeles frutero en el Levante español. Ni a las instituciones ni  a las propias asociaciones gitanas, les va mucho, más preocupadas por pillar las subvenciones anuales.