lunes, 14 de diciembre de 2009

Crematorio de Rafael Chirbes (II)


Las buenas novelas como el buen vino siempre son/están de actualidad. Como riojano me perdonareis este símil tan clásico, es natural que sea el primero que se me ocurre. Lo digo porque no voy a comentar ningún estreno, porque no entiendo que sólo haya de publicarse únicamente sobre las pelis, las obras (de teatro, musicales, de literatura… de arte, en suma) que se puedan comprar, es decir entendidas como consumo o espectáculo. No confundo comunicar con publicidad, ¡si en alguna medida alcanzo! Menos procuro conducirme por los usos serviles tan extendidos, al menos conscientemente.
CREMATORIO fue premio de La Crítica, excelso reconocimiento para una novela y un autor no muy conocidos en su propio país, al que dedica su memoria y su documentación para fundirla en un crematorio crepitante de alusiones literarias y cinematográficas, de artículos y reportajes periodísticos. Dice el autor: “a la mayoría de los autores saqueados (digámoslo así), incluida la Biblia los he homenajeado citándolos con cualquier excusa". A otros no, porque no ha encontrado la oportunidad o ha perdido la fuente del apunte, del recorte, de la cita, etc.
A esta reseña “mía” compuesta en su homenaje sucede otro tanto: está hecha de reseñas que comparto unidas a mis impresiones como lector y que no desbrozaré. Adelante, pues.
Y lo primero, he de confesar que estuve a punto de desistir de su lectura. No es que se trate de un libro difícil, ni hermético, ni con referencias crípticas y culturales. Todo lo contrario. Es una novela directa.
Rafael Chirbes es un escritor español fundamental de nuestra literatura que vive gracias a los lectores alemanes. Y no porque tenga una de esas agentes literarias que abren mercados, otra expresión de la posmodernidad editorial más palpitante, sino porque Rafael Chirbes a pesar de ser un tipo orgulloso, locuaz, espléndido, buen gastrónomo, avispado catador, divertido, defensor de Galdós y Faulkner sin esquizofrenia, solitario, tal vez con algún parecido al Federico Brouard de su novela; además, y sobre todo, tiene suerte. Esa fortuna del perdedor sonriente y con encaje, y resultó que una traductora alemana le buscó a él y al editor -genial la historia de nuestra literatura exportable, donde vienen a buscar lo que no está en el expositor- y así Chirbes se convirtió en autor leído en Alemania. ¿Por qué se dice que Javier Marías fue elogiado por los críticos alemanes, con Reich-Ranicki a la cabeza, y nadie señala que Chirbes también lo fue y en mayor medida? Pues por la misma razón que se mantiene la vieja concepción de Renfe, sigue habiendo tres clases de vagones, al menos para la gente que espera a los escritores en la estación. Me hace gracia pensar que de su soberbia narración /La buena letra/, la editorial Anagrama debió colocar unos diez mil ejemplares, como mucho, aventuro, y sin embargo en Alemania pasó de los doscientos mil, y hasta le dedicaron una semana en Colonia, donde por cierto no apareció autoridad española: ni literaria ni consular ni periodística.

¿Y qué es Crematorio? Las novelas no se explican, se leen, y lo más que puede hacer un comentarista es acercar el libro a los lectores. Ahí encontrarán el mundo nacido en la posguerra, crecido en la transición y que se hizo grande gracias al socialismo especiado y los populares imperturbables. Una familia, un constructor, un mundo. Cuando los sueños se hacen realidad y resulta que la realidad no tiene nada que ver con aquellos sueños. Pero así es la vida que hemos ido creando relatada por un escritor que un día decidió retirarse a vivir en un pequeño pueblo y se limita a la cosa más difícil de cuantas tareas puede tener un novelista: abrir bien los ojos del recuerdo, afilar el lápiz y ponerle una cierta distancia a lo indescriptible. A esto, algunos chicos de la crítica brillante lo llaman moralismo, cosa que no he entendido en mi vida, porque ellos lo aprendieron de sus abuelas, mientras que las gentes como Rafael Chirbes y los protagonistas de Crematorio no conocen ninguna moral como no sea la frustración de no haber llegado más lejos. ¿Habrá algún día quien cuente que si no fuera por escritores como Chirbes buena parte de nuestra literatura podría pasar por andorrana? Algo así como una variante del antiguo duralex; para todos los usos y todos los gustos.
Después de leerla, la volví a leer. No recuerdo haber hecho lo mismo antes con otras narraciones. Fue un acierto. Pude disfrutar algo más ligeramente puesto que cada página ofrece un concentrado introspectivo poco aconsejable para lecturas pasajeras como fueron las idas y vueltas del Metro: ¡cosas de nuestro tiempo! Además termina por donde empieza por lo que su relectura es un continuum muy realista: El funeral de Matías (un revolucionario, reciclado en las filas del PSOE en su retiro costero, nuevo gurú de la agricultura ecológica) al que acude su hermano Rubén, el constructor sin escrúpulos, un bon vivant culto y refinadísimo, torturado por lo que considera una vieja traición familiar. Me quedo con su anatomía de la familia. La red de monólogos que teje entre sus miembros describe inmejorablemente (o casi) la injusticia íntima de sus relaciones, la familia como forma de ejercicio de los valores de la propiedad, se nos dice en la contraportada…

jueves, 10 de diciembre de 2009

El Día de los Derechos Humanos

Hoy es el día de los Derechos Humanos.
El 6 fue el día de la Constitución española.
¡El 5 no fue el día de Berlusconi!
Empiezo por este último. Porque el 5 tal vez no fue su día, dado el éxito de las manifestaciones convocadas a través de facebook, pero tal vez se quede en eso, como los demás días simbólicos de algo, en gestos que nos recuerdan muchas veces que la realidad permanece impertubable. Para Rebelión Gorka Larrabeiti todo esto nos lo ha contado muy bien en sus últimos artículos sobre Italia:

http://www.rebelion.org/mostrar.php?tipo=5&id=Gorka%20Larrabeiti&inicio=0



La Constitución española fue aprobada por 15 millones de votos sumados en circunscripción única. Hoy la población residente en España roza el triple de millones.
¿Cuántos además de esos 15 millones de votantes viven o recuerdan haberla votado? Teniendo en cuenta que la población que más suele votar es la de mayor edad, y sobre todo en ocasiones "solemnes", echen la cuenta aproximada 31 años después. ¿Cuántos les salen? Conclusión provisional: nos guste o no la bendita Constitución tan ensalzada sigue ahí blindada a reformas cuando la inmensa mayoría de su "pueblo español" de este siglo ni pudo aprobarla por razones obvias ni puede rechazarla por regulaciones menos obvias.

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Estrasburgo/valida/boda/gitana/union/pleno/derecho/elpepusoc/20091209elpepisoc_4/Tes
¡9 años de pleitos, desde el juzgado de lo social que le reconoció su derecho hasta la máxima instancia en derechos humanos de Europa! Por medio los tribunales españoles, incluido el Constitucional se lo negaron. Puede verse su peregrinación en el siguiente enlace, también el momento de mi crítica al desamparo que dictó el más alto tribunal español: http://www.gitanos.org/servicios/prensa/dossieres/17895.html
Coincidiendo con el día de los derechos humanos el Tribunal de Estrasburgo ha mostrado una sensibilidad necesaria hacia las minorías cuando es de justicia reconocerla. Cuando María Luisa se casó en 1971 por el rito gitano en la España de Franco los de su etnia eran peligrosos socialmente por una ley aprobada un año antes. Difícilmente iban a acudir a un Registro Civil a inscribir un matrimonio que no aceptaba otra forma que la religiosa (católica) y en el que en muchos casos no constaba siquiera su nacimiento.
Mi enhorabuena, pese al tiempo transcurrido a los magistrados europeos y a la hoy ciudadana española apodada "La Nena".

miércoles, 9 de diciembre de 2009

¿ES UN BLUFF EL DEPORTE ESPAÑOL?


Tocaba ya algo de deporte en este blog, no propiamente de ciclismo, aunque tampoco propiamente es de deporte. Tiene que ver más con el floreciente negocio del doping, que lo es como todo negocio ilegal, y con la política y los políticos. En España se presume de una ley que aún no ha condenado a nadie. O de una operación policial que ha servido para otros países...Los que también presumen sin rubor de los éxitos alcanzados son los políticos.
He traducido un artículo aparecido hace unos días en el diario italiano Il Giornale, controlado como tantos otros por Berlusconi. A quienes no les resulte fiable les sugiero este otro igual de reciente:


Si repasamos las hemerotecas de Francia, Alemania, Dinamarca, Holanda, etc., lo mismo nos darían para una buena monografía. Personalmente recomiendo el blog de ciclismo que aparece entre mis "Afinidades" en el margen de la izquierda. Sorprende que dedicado al ciclismo maneje una documentación que hubiera maravillado al mismo Borges y que lo sitúan en mi opinión entre los mejores, sin atenernos a circunscripciones nacionales, puesto que refiere todas las pruebas más importantes del calendario internacional y sigue a los ciclistas con el mismo criterio. Algo que el buen aficionado a este deporte suele compartir. No ocurre así con los demás deportes de masas y menos en este país donde la gente se aficiona incluso a las carreras de caracoles si el que más corre es español, y sólo mientras gane, claro. Y al contrario, despreciando todos aquellos otros (reporten o no medallas) donde brille más nuestra ausencia.
En fin, coloco ya el artículo anunciado. Lo hago porque no veo que nadie se dé por enterado de lo mucho que se habla fuera de este reino del deporte español, aunque no siempre en el sentido que esperamos. No entiendo el silenciamiento de la prensa patriótica, si en cualquier caso la reacción viene a ser que nos tienen envidia o que más trampas hacen los de fuera...


La fábula del deporte español? Un bluff (De la redacción del diario italiano Il Giornale)

Hace años que nos están contando la bonita fábula del deporte español. Como todas las fábulas tiene un fondo de verdad, pero en conjunto es pura ficción. ¡El pequeño pueblo ibérico capaz de dominar el mundo en cualquier disciplina: fútbol, ciclismo, atletismo, baloncesto, balonmano, y a la escoba y a la brisca, si es preciso. Se dan todos los elementos para una épica nacional, muy rentable sobre todo políticamente. De hecho, el astuto fabulador Zapatero la ha usado magistralmente para cubrir lo que estaba sucediendo en el país real, un terrorífico golpe económico debido al pinchazo de la gigantesca burbuja inmobiliaria.Según la preciosa fábula, España siempre ha pasado sobre ascuas acerca de la magia que ha transformado a muchos sapos en príncipes azules. Sin embargo, no existe fábula sin magos, lo saben hasta los más pequeños. Por casualidad, un buen día del 2006, le tocó a la policía revelar su existencia al mundo entero a través de una investigación bautizada como “Operación Puerto”. El Merlín del cuento, hacía volar con sus mejunjes hemáticos hasta a los asnos, se llamaba y aún se llama Eufemiano Fuentes. Profesión ginecólogo, el astuto alquimista no habita en el mundo de las fábulas, si no en la verdadera historia como protagonista del mayor escándalo de dopaje a nivel mundial. Por sus antros misteriosos -vaya misterio: en pleno centro de Madrid- pasaban casi todos: futbolistas, tenistas, atletas, y obviamente ciclistas. Un asunto sucio y vergonzoso, suficiente al menos para preguntarse algún porqué.Nada: la fábula no pregunta jamás porqué. Debe continuar, debe ilusionar y encantar. Así mientras en el resto de Europa cada país procedía a castigar gravemente a sus propios héroes falsos, España continuaba narrando las gestas de los suyos. Ninguna investigación, ningún castigo. Eliminado sólo el mago Fuentes, los sapos transformados en príncipes, tenían vía libre para seguir.Pasado el tiempo: por un mago en fuga, cien magos aparecen por todas partes. En estos últimos días la gran redada por una nueva partida diabólica de fórmulas químicas, con detenciones en Murcia, Valencia, Barcelona y Granada. Implicados deportistas de distinta extracción y variable cotización. Una vez más, la demostración de como la fábula ha prosperado. Y la constatación de cuantos asnos volantes han poblado el resplandeciente firmamento español.A todo esto, la fábula triste y personal de Nadal. Seis meses después, seis kilos menos. El físico imponente, que le permitía llevar a las cuarenta y ocho horas de juego y a la extenuación al talentoso federer, reducido en dos tallas. Y sus derrotas, ya fuera del Master (batido 7-6 y 6-3 por Novak Djokovic). Un caso único, de congreso médico: la primera vez en la historia que un atleta adelgaza y empeora su rendimiento. Habitualmente sucede lo contrario: que un kilo más termina por lastrar el talento. Quien baja de peso despega en su rendimiento. Para Nadal, todo lo contrario. ¿Qué pensar? En cuanto a la bonita fábula española, valga la suprema ley de Andreotti: es pecado pensar mal, aunque casi siempre se acierta. A todos nosotros, que no llevamos anillo en la nariz y que desde un tiempo hemos dejado la edad de las fábulas, nos urge especialmente felicitar a los amigos españoles.
En primer lugar, a los magistrados españoles, que después de haber enfangado durante tres años el escándalo de la célebre “Operación Puerto”, se dan cuenta ahora cómo tanta laxitud ha desencadenado una carrera de emulación, dada la impresión general de impunidad garantizada. Felicidades por el trabajo hecho. Felicidades también a los periodistas españoles, que después de haber silenciado a la prensa de medio mundo acusándola de insana envidia por la supremacía ibérica, desde los últimos días se ven obligados a contar otros trucos, otros enredos, otras porquerías, esta vez sin la mínima posibilidad de minimizar, esconder, ironizar. Cómo olvidar: han defendido incluso al campeón de la sangre trucada que responde al nombre de Valverde, último fenómeno de ciclismo, desenmascarado y condenado por la justicia italiana. Lo único que han sabido escribir sobre el caso, indignadísimos, es que los italianos, no tenían el derecho a perseguirlo de este modo. Periodistas, a zafarrancho de combate.Resta por último la esperanza de poder felicitar, un día, también a Zapatero, cuando a la fuerza se decida a salir de su mundo encantado y a afrontar -como otros gobiernos - el flagelo del doping. Contar con esta posibilidad no resulta necesario, puesto que es más fácil que Zapatero desaparezca antes de la escena, consumado en el empeño de narrar bellas fábulas.
Moraleja: ¡al diablo quien se obstina en vender la propaganda de los milagros deportivos. Algo se había comprendido con el milagro de la DDR. Algo se había comprendido con el milagro de China. Algo se comienza a comprender con el milagro de España. Si debo ser sincero, algo también está sucediendo en la natación. Tratemos de abrir los ojos y remover las neuronas. Los milagros los lograba un hombre sólo, y dos mil años después muchos son los que dudan. ¿Porqué deberíamos creer a ciegas precisamente los de Zapatero?
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Nota. Las fotos de Nadal están sugeridas por comentaristas del blog de ciclismo citado. En la primera el entonces number One parece el mismísimo Hulk! En la segunda -tomada estos últimos días- a la Masa ya se le ha pasado el enfado.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Crematorio de Rafael Chirbes: la hoguera de los escritores



"Así dicen los grandes directores de orquesta que hay que tocar a Beethoven, a Brahms, a Schumann, eso es el trabajo bien hecho, la música como tal, sin más, sin esos subrayados que la mayoría de las veces sólo sirven para encubrir carencias, la música sin efectismos. El genio suele ser un farsante que disimula sus deficiencias con la ampulosidad de los gestos. Por lo demás, alguien que, en el fondo, en vez de trabajar, se dedica a ejercer como relaciones públicas, a rodearse de una corte de exégetas que crecen en torno a él, haciéndolo crecer a él. Halagar a mecenas, a galeristas, a periodistas, a banqueros que desgravan impuestos a cambio de colgar cuadros en un bajo con ventanillas y mostrador de atención al cliente; a cambio de financiar conciertos, de crear patronazgos de esto y aquello, eso es lo que te otorga el estatuto de genio, que te tengan ellos en el catálogo."

El giro moderno que tomó la novela española en los 80 coincidiendo con "La movida" me apartó de su lectura por mucho que "El País " naciente pretendía vendernos nuevos valores despegados de la caspa nacional. Ya vemos en que ha devenido el diario independiente de la mañana, hoy global: defiende su emporio cultural y sus intereses industriales por encima de éticas periodísticas, con prácticas gansteriles que ponen bajo sospecha las pretendidas ínfulas de su intelligentsia. Ello unido a que mis lecturas y empeños han sido ajenos al llamado terreno de la ficción han hecho de mí un perfecto ignorante de las bendiciones de su propaganda oficialísima. Mis pequeños descubrimientos han obedecido a otras vías más particulares, en ocasiones un tanto curiosas.
Tal es el caso de mi hallazgo de Rafael Chirbes. Cuando a principios de este nuevo siglo respondía a mi profesora de Alemán del Instituto de la calle de Zurbarán de madrid que no leía a ningún escritor español porque no me interesaban no lo decía superficialmente. Esta señora que hablaba la lengua de Goethe con la excelencia de Hannover (el equivalente a la del castellano de Valladolid) nombró a Rafael Chirbes arrobadamente. A nadie más, por cierto, pero su admonición, mereció la pena. Llegado el verano leí de seguido Mimoun, En la lucha final, Los disparos del cazador, La larga marcha y La caída de Madrid. Siento que después no terminara de leer el resto de su obra: La buena letra, sobre todo, o Los viejos amigos. Tal vez acabé algo saturado por el fresco que componía en su “trilogía” (en realidad, en todas sus novelas, no sólo las 3 primeras a partir de La lucha final), ahora no dudo en que suponee el más logrado esfuerzo en retratar a la gente de su generación y a la España que él ha conocido desde su nacimiento a fines de los 40.
No recuerdo ya si pertenece a La larga marcha o a cualquiera de las otras una escena que personalmente encuentro como el mejor resumen de la lucha antifranquista o cuando menos toda una estampa para entender debidamente los milagros y chascos de la transición. La recreo improvisadamente (mis excusas para el autor):
Un grupo de estudiantes pertenecientes a la alta burguesía conspiran contra la dictadura ante la complaciente hospitalidad –incluido té y pastas- de sus mayores, escépticos, ya que ven más como un juego de niños, esas reuniones, y para nada amenazantes o peligrosas: como lo van a ser si no falta el hijo del ministro tal, del banquero X o de la familia de más ringorrango…Todas esas perfectas y paralelas sobremesas de sociedad se rompen una buena tarde por un solo detalle que no encaja. Una de las visitas, una marquesa latifundista de Badajoz, ha reconocido sin duda ninguna a uno de sus peonzuelos entre los chicos del salón. La reacción no se hace esperar, su indignación no admite remilgos: ¿Qué hace entre sus cachorros aquel obrero llegado a la capital después de abandonar su cortijo!! ...Evidentemente, allí se consumaron aquellas conspiraciones de salón.

(Mañana hablaremos de Crematorio, paciente lector)
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Cuatro cuestiones para Rafael Chirbes:
-¿Qué ha aprendido con Crematorio, y qué cree que aprenderá el lector?
En esta novela intento llevar al límite lo que empecé en las dos novelas anteriores (La caída de Madrid, y, sobre todo, Los viejos amigos): demoler todos los lenguajes con los que nos hemos construido, descubrir que son -en palabras de Victor Hugo- postizos que ocultan lo real. Lubricantes, consoladores. Mis guías en el viaje han sido Lucrecio y La Celestina, dos auténticas trituradoras del mundo que les tocó en suerte.
-¿La realidad es tan desoladora como su novela?
Hemos perdido la idea de participar como alfareros del mundo. Son otros los que lo están haciendo a su monstruosa medida, y nosotros lo vemos desde fuera, ni siquiera atónitos: más bien entre pasmados y asustados. Cualquier idea de razón, de justicia, de equilibrio, o valores como la fidelidad y la bondad, han sido sepultados en la práctica. Jamás había tenido una sensación tan grande de que vivimos en sombras, abandonados por los dioses, en un mundo ajeno. Debajo del paraíso contemporáneo, hay una escombrera y un lago de basura, o un cadáver cuyo hedor hay que tapar.
-¿Qué ha prestado de sí mismo a los personajes, a Rubén y Matías?
En realidad, todas mis novelas son, a la vez, un paseo por el entorno de Chirbes y una excavación en sus pozos oscuros. Cuanto más miro hacia fuera, más sale lo de dentro como un eco sombrío de esa música ambiental. Matías, Rubén, o los protagonistas malvados de Los disparos del cazador y de La caída de Madrid, me sirven como muro sobre el que estalla la fragilidad -y falacia-de mis buenas intenciones. Frente a la cháchara de los bienpensantes, el malo tiene una indigerible dosis de realidad. Es lo que hay, sin tapujos. Ahí, el modelo es ese inalcanzable Torquemada de Galdós. Quién hiciera un personaje así.
-¿Teme la respuesta de la crítica?
Escribo de lo que puedo, de lo que -ni yo mismo sé por qué- se me impone. Qué le voy a hacer. Tengo mis fantasmas. Vivo solo, escribo a solas, me reconcomo, dudo, me convenzo de mi torpeza, y salgo por donde puedo en esto de la literatura. En Crematorio se me ha escapado el horror de que nada de cuanto he -o hemos- hecho haya servido para nada. Me dan mucho miedo todos esos muertos sin herederos en los que nos hemos convertido. Las únicas semillas fértiles parece que las ha plantado el diablo.