domingo, 15 de noviembre de 2009

El veranillo de san Martín con Martina

Que empezó en su día, 11 de noviembre, y aprovechamos sus 3 jornadas hasta ayer. Ese día de San Martín firmamos un contrato por el que Martina se comprometía a asumir los cambios en sus clases de natación. A cambio, la contrapartida es onerosa en croquetas, chocolates con churros y sesiones de parque y futbolín. Este fin de semana antes de que bajen las temperaturas nos fuimos fuera de los madriles, aunque sin salir de Madrid. Hacia el este hasta Colmenar de Oreja. Por la A-3 contemplamos desde la autovía Valdemingómez. Un poblado marginal de los más vergonzosos de Europa. Después de muchos años el crecimiento de Madrid obliga a las soluciones de urbanización e infraestructuras que se van a tomar.

¡No es México deefe! Algo tenemos dicho sobre esta realidad hace unos cuantos años.

Lo primero que hicimos en Colmenar_de_Oreja fue comprar unas cabezas de ajos (¡Ni que estuviéramos en Corella!) y unas cebollas que entusiasmaron a la exótica turista Ikuko.
Lo segundo fue preguntar por la maestra de Martina a la menor oportunidad que se nos presentó.

Lo tercero, visitamos su magnífica iglesia. Hecha de piedra blanca, como la que se utilizó para el Palacio Real y la fuente de la Cibeles. Dentro, tuvimos la suerte de escuchar el reestreno de su órgano: http://www.docenotas.com/noticia/2605/instrumentos/%C3%B3rgano-colmenar-oreja.html


Yl contemplar os cuadros también restaurados de Ulpiano_Checa.


Antes de llegar a la iglesia pasamos por un convento (de clausura). Llamé al timbre:
-Ave María Purísima.
- No será para tanto. Oiga que le puso los cuernos a su marido....
Me colgaron. No estoy acostumbrado a este tipo de saludos eclesiásticos. Es más, a bote pronto, no me pareció un saludo, sino un dogma. Reconozco que reaccioné como un borde. Me pasa a menudo: tal vez porque lo soy. Yo quiero pensar como Montaigne que se debe a que la estulticia me saca de quicio. ¡Vamos, que no trago a los que dan patadas a la lógica! Y más si se visten de santos o de santas. Que, por cierto, no veo que se respete del mismo modo la libertad religiosa de todos...
A resultas de lo cual, me quedé sin saber en que ocupaban su tiempo estas buenas mujeres. Si hacían dulces, artesanías o lo que fuera que yo hubiera estado dispuesto a comprar obviando nuestras diferencias. Eso es el comercio desde la antigüedad, pero no pudo ser. Frente al convento, posé con mi hija, ambos, muy enfadados por todo esto.

Bajo la cruz las ominosas palabras de "caídos por Dios y por la Patria", inscritas para aún una más lacerante perpetuidad. ¿Llegaremos a ver el día en que todos los pueblos de España se levanten sin estas huellas criminales de su pasado?
Prosigamos con la visita. Cuando llego a una localidad que desconozco... O bien busco su punto más alto. Mis piernas siguen siendo de atleta. O busco su centro. He de confesar que este pueblo me deslumbró: no hallando cerros que escalar, sus dimensiones me sorprendieron. Sus calles me lo anunciaban sin encontrarlo. Algunas señales me recordaron el paso del tiempo, de costumbres, de épocas pasadas, cómo ésta que prohibe el paso de carruajes.




¡Ah, que se me pasaba! También dejaremos para la posteridad la burla tan inteligente de mi hija hacia la cruz sobre la que se sienta:

Por fin, llegamos a la Plaza Mayor, una belleza si no fuera porque permiten carruajes modernos como éstos:

Me dicen que transitoriamente. A ver si es verdad. Plazas tan antiguas no fueron pensadas para esto. ¿Podría existir algún derecho moral de sus autores? ¿Habrá algún descendiente que los defienda?
Tras el preceptivo vermú nos encaminamos hacia el lavadero romano y la ermita.


Como si se tratase de una ciudad subterránea hallamos esta joya, los jardines y el paseo a la ermita. Sumergidos enmedio del barranco, al fondo vimos el túnel del Zacatín que atraviesa la plaza. A ella volvimos.
...Y aún anduvimos bastante porque los restaurantes están no aquí (sólo dos), sino más arriba en una rotonda desde donde parten los autobuses hacia Madrid.
Martina después de no dejar un miligramo de la sopa se recreó con fotas artísticas:


Ya de noche, nos esperaba Chinchón, a menos de 5 kms. Vimos el cuadro de Goya en la Iglesia de la Ascensión, nunca mejor llamada, pues es empinada la cuesta desde su más famosa plaza.


Muy contentos nos volvimos a Madrid. ¿Existe alguna trinidad más divertida que la formada por mi hija, su madrastra y mi santo espíritu? Visitamos algunas cuevas con tinajas de vino o de aceite centenarias. Mañana os lo explico. Las mismas tinajas que en Colmenar. Sólo nos faltó buscar la miel, la miel de esa Colmenar romana, Apis Aureliae. ¿Dónde está, querida maestra Alicia?

3 comentarios:

  1. !Felicidades Martina!!

    Otoski

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  2. Gracias en su nombre. Si el buen tiempo continúa tal vez the next week-end vayamos a las Navas del Marqués. ¿Eso queda cerca de tu Peguerinos, verdad?

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  3. Si muy cerca, pero una pena no, no fuimos este fin de semana, andab yo malucho en cama. !otra vez será!!¿Siguen saliendo hongos por la zona o no se veía ni la muestra?

    otoski

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