domingo, 7 de febrero de 2010

Por alusiones a San Blas

Mi padre hubiera cumplido en su onomástica de este año 94. No pudo ser. Por estas navidades acudimos familiares y amigos a la villa riojana que ni le vio nacer (esa fue Barcelona que es ciutat!, no com Madrid) ni morir. Se celebraba una misa, supongo que las misas se celebran, no soy entendido. Y acudí presto, contra mi costumbre, más que nada por agradecer el gesto hasta los que allí acudieran, a pesar del rigor del invierno. Les esperé en el bar del pueblo, pues ya sólo queda uno.
Al lado de su amplio salón estaba un cine que no llegué a conocer en mi niñez por cierre prematuro. Mientras esperaba me interesé por sus ginebras. Según el joven y moderno camarero (lo digo por su imagen) sólo podía ofrecerme ¡la Gordons! Me hizo retrotraer a unos tiempos no vividos, como los de ese cine, aquellos mismos de mi preinfancia en que un periodista joven, alias Umbral, vivía en Madrid recién llegado acudiendo como cronista a las carreras del hipódromo de la Zarzuela. Entonces, se ve que sólo bebían Gordons, como que no había más coche que el portentoso seicento! Pero este miope que les escribe atisbó una Hendrick gin!!!!!!!!!!!!!!!, ¿qué diablos hacía allí!, y automáticamente pidió, su voz sonó como resorte, prefiero esa botella... No he de decir que el precio no correspondía a la calidad de lo que se ofrecía.... Y un trago, y otro trago.
Como fui deportista veloz acudí al camposanto donde estaba la tumba de mi santo padre en un alto promontorio, cerca de una capilla medieval del siglo XII. Saben de dónde viene lo de capilla. Paciencia, lo explico. Pero será mañana, ahora me voy a dormir, Blanca nieve, bronceada niña de la fuente, seguidora mía de mi predilección.
Y mañana es hoy. Lo de capilla lo explico fácilmente: http://etimologias.dechile.net/?capilla. Ya veis, en dos palabras que decía Jesulín, el de Ubrique, y me sobra una: prodigios de la tecnología.

En cuanto a la parte religiosa del acto, es decir, la misa (no se me pierdan) poca cosa que reseñar, ya saben ustedes que por su naturaleza mística se trata de experiencias inefables, salvo que uno sea San Juan de la Cruz o si es fémina, Santa Teresa. Mi hija Martina en el momento cumbre de la eucaristía rompió a llorar, un servidor pensaba que por la solemnidad del referido acto en general, mas me equivocaba. Le pasaba lo que a su progenitor hace 40 años. El mes pasado lo contaba precisamente:

(...) Hasta ese momento ese señor llamado Dios y un servidor nos conocíamos (puesto que Él es ubicuo y omnisciente) pero sin mayores problemas. Dejé que metieran mi tierna cabecita en un pilón (no me sentí con fuerzas como para resistirme). Olvidada esa broma un tanto pesada y sin venir a cuento (¿o sí?); lo de la comunión me pareció mejor: que te dejaran comulgar como a los mayores incluso ponía fin a alguna bronca que había montado años antes en plena misa por esa caprichosa discriminación. ("El prurito de la Historia", 11/1/10).

También me sirvió de reencuentro con ese cura exégeta del último milagro (o primero, no llevo la cuenta) de la virgen de Junquera. Lo contaba el pasado 8 de septiembre: http://sakurambotsumamu.blogspot.com/2009/09/debio-suceder-un-8-de-septiembre.html

En "Foto de una guerra", justo hace un mes, ya publiqué otras fotos -algunas casi centenarias como sí lo es la estatua/fuente centenaria con que abro el post- de ese mi pueblo natal que lleva por nombre curiosamente uno muy parecido a otro del Friuli, región de donde procede Paola, la mamma de Martina.
Y eso fue todo. ¡Ay Martina, además cómo ibas a comulgar si eres una infiel como tu madrastra!

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