domingo, 24 de mayo de 2009

¡Un poco de todo! (Mi Tourmalet)

Para mí la escritura no ha dejado de ser un sucedáneo. Primero he necesitado leer -y mucho- antes de ponerme a escribir. (Obviemos el periodo estudiantil en que dirigí y colmé algún mamotreto). Después he preferido vivir. Ser un atleta. Y ahora disfrutar de los placeres, más bien de retirado: hasta en esto he sido precoz. Un ejemplo “de rabiosa actualidad” ilustrará uno de ellos. Como riojano estaba destinado a amar los caldos de mi tierra. Y a fe que lo estoy haciendo y me inspiran multitud de escrituras. Una, ¿es bueno estar dopado para escribir?Mientras lo pienso me preparo un buen gin-tonic y escucho a Bob Marley. Esta mañana hemos estado con África disfrutando de sus ritmos, de sus colores… en la Ciudad Universitaria. Paciente lector, te preguntarás: ¿pero si acabas de proclamar que te inspiran los riojas? Y bueno, no salgo mucho de ella. Existe una bodega llamada Rioja Alta que importa en este reyno, hoy llamado de España en singular, una ginebra inglesa “Gin Raffles": http://www.vinissimus.com/es/destilados/tipo/ginebra/detalle_destilado.html?id_destilado=raffles…ya he vuelto. ¿Me ayudáis a recordarme dónde me había quedado?No importa. Por sugerencia de Ikuko escuchamos a Jimmy Hendrix, "Litle wing" y más. Yo busco a Ismael Lö, y su grito de África….Martina ha dicho comiendo: "Ikukito es la mejor cocinera japonesa…casi iba a decir la mejor china"- qué cachonda, he respondido a risa desbocada. Esta niña sale a mí. Audaz, sobre todo, porque ahí es nada, mi hija la proclama la mejor cocinera de un país de más de 120 millones. ¿Habrá podido ya Martina conocer a todas? Sólo en su región de Osaka están los mejores cocineros y comedores de esa angelical isla. Tal vez haya querido decir la mejor japonesa que conoce, pero entonces puesto que no hay otra que Ikuko, sólo podía ser ella. No, mi hija es mucho más generosa. Seguimos con su halago y su puya: “casi iba a decir china”. Le ha salido involuntariamente, aunque me temo que de mayor fingirá esa misma espontaneidad. Bueno, no sé porque se me ocurre esto…- Podría hablar del racismo chinofóbico, ¿se dice así? Es algo connatural en esta plaza. Me recuerda a un profesor del Departamento que cuándo se enteró de que iba a hacer una tesis sobre los gitanos me contó un chiste que resume todo lo dicho de la manera más gráfica. Lo reproduzco: Era de uno que visitó los EE.UU y volvió asombrado de su racismo:"bueno, pero si tratan a los negros peor que si fueran gitanos". Pues eso. Lo natural es que se hable mal de los gitanos o de los chinos, y de que nos asombremos del racismo de los yankis, porque nosotros no somos así. Nosotros en América nos mezclamos, sin hacer remilgos; de todas formas, mejor no entramos en detalles.
- Ahora escuchamos a Ismael Lô Jammu África.-
Antes me acordaba ya no sé por qué de mi primera subida al Toumalet, con apenas 20 años, con apenas una corona de piñones con un máximo de un 23 y un plato pequeño de 42: ¡un valiente! Ah, si, la memoria aún no me falla. Venía a cuento porque Martina ha cuidado muy bien la botella de Rioja, de manera que se vertiera, como si fuese su natural tendencia, en la copa de papá. Ikuko, un tanto indignada, ha manifestado: “En este país ya de tan pequeñas son camareras (!!!!!!!!!!!!!!)”- Alors, he recordado una camarera de chambre -¿profesional?- que me obsequió en Barèges, a mitad de la subida del Tourmalet.- Yo volvía –descendía- de esa cima y buscaba cobijo en alguna parte. Entonces llegué a ese villorrio sin apenas infraestructuras, suplida por humanidad. La misma que hoy lamentan perdue, mes amis français, ah la France est emmerdée! Con mi vélo recorrí las calles de abajo arriba sin encontrar donde dormir. Casi había perdido toda esperanza cuando alguien me abrió las puertas y me invitó a cenar. No recuerdo bien los detalles, y menos ahora. Se trataba de un pequeño hotel familiar, sólo que permanecía cerrado. Gentilmente me dejaron pasar. Era más bien una familia monárquica, de nostalgias borbónicas. Yo venido de España no les defraudé. Nunca he sido republicano porque sí, en cambio, ya conocía la historia de nuestros borbones coronados bastante bien. Os juraría que hice las delicias de mis comensales y sin comerlo ni beberlo -o más bien mientras bien yantaba y bien bebía- fui centro de la atención de la bella hija de la casa, algo mayor que yo. Definitivamente, quien mejor me podía agasajar, como se verá.
Mi francés era entonces más fluido que hoy. Mi velocípedo y los Pyrenées morigeraban las pasiones de un joven explosivo de apenas 20 años. En cambio, Elle bajo su sonrisa lisonjera estaba dispuesta a violar el descanso gratuitamente ofrecido.
Apenas mi cuerpo hacía la digestión de las obsequiosas viandas y de los postreros quesos regados con sus acreditados vinos en la chambre a la que ella misma me había conducido… apenas las luces habían sido apagadas y el silencio ¡reinaba! en todas las inmediaciones... noté como alguien se introducía en mi lecho y con un francés tan amoroso como divino me susurraba al oído bellos sonidos que un tanto aturdido, no logré identificar. ¿Qué habrías hecho tú, excitado lector o lectora, en tal situación? He de decir que Elle, ay, no recuerdo su nombre, se encargó de todos los pormenores. Yo, hélo de reconocer, me dejé llevar. Sin oposición. Después de casi semanas de puro ascetismo, entregado por entero a mi bici, de cuyo nombre si me acuerdo: la llamaba precisamente Fidéle, a la que hasta esa fecha pirenáica había sido fiel. Incluso a la que dediqué un cuento de mis viajes que reposa junto a ella en el olvido. Fidéle invitada de piedra yacía abajo comprensiva. Sólo yo había sido invitado a los placeres de la mesa y a los regalos gozosos de un cuerpo sazonado para despertar en el mío esas otras sensaciones relegadas.Mis muslos eran tan de acero como los tubos de mi Fidéle, mis pulmones amasaban el aire hasta ser capaces de fundir los ardientes deseos de mi hospitalaria amante. Fueron varios los puertos de aquella sub-etapa nocturna. No protesté, por la mañana había corrido cientos de kilómetros y subido y bajado el Aubisque, Luz-Ardiden y ya dije el Tourmalet. En Barèges encontré otra "luz" ardida, o era "lumi-ère"? Fue parecido: subir y bajar. También terminé felizmente rendido. Y felizmente y recuperado pude continuar el próximo día. ¡Es prodigiosa la naturaleza! Lo mismo me desgastaba que me sanaba para afrontar las más duras pendientes disfrutando del paisaje, ora grandioso, ora voluptuosamente sensual. El primero me hizo disfrutar de sus vistas, el otro con el añadido de su piel, en la que me afianzaba como el gran corredor de fondo que llegué a ser. No cabe duda de que el Tourmalet volví a subirlo muchas veces más. ¿Deporte? ¿A ti qué te parece? Han pasado muchos años, Elle se instaló en París, con un tal Sarkozy de renombre zíngaro-húngaro (truculentamente divorciado de la remotamente tzigane y nieta de Albéniz) -¡qué cosas, tú!-. Aunque vuelve como una gran madame a esos Pyrenées verano tras verano, lo mismo que otros ilustres visitantes parisiens, cuya lista de más de un siglo sería larga de enumerar.
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En algún momento he escrito estas líneas a los compases de Paréntesis, de la cual también fui víctima por algún pasajero amor, cuyas urgencias hube de atender. Ay, y porqué ellas no se hacen cargo tan puntualmente de las nuestras. ¿O sí?

2 comentarios:

  1. Buen simil hacer cumbre en el Tourmalet y en Carla Brunni. Eso si que es un doblete!!!!

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  2. Me parece que fue Groucho el que decía que cada vez que veía unas montañas se acordaba de Marylin.
    -Sí, ya han prohibido esas etapas subdivididas. Una lástima, no entiendo, la verdad, porqué ahora se dopan.

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