lunes, 26 de noviembre de 2012

Los episodios nacionales de Galdós, entre el XIX y el XXI

"La política como arte culinario, no para dar de comer a los pueblos, sino para matar el hambre de cuatro vividores..."
(Leyendo a Galdós, tan realista ayer como hoy, y por eso mismo, a menudo desprestigiado).
En la noche de San Daniel, 10 abril 1865. Volviendo a Galdós como si fuera ayer:
"En la Puerta del Sol, el tumulto y vocerío eran espantosos. El Gobernador militar mandó hacer fuego...La Guardia Veterana repartía sablazos (...)
Centauros que no jinetes, parecían los guardias; esgrimían el sable con rabiosa gallardía, hartos ya de los insultos con que les había escarnecido la multitud. No contentos con hacer retroceder a la gente, metían los caballos en las aceras, y al desgraciado que se descuidaba le sacudían de plano tremendos estacazos."
 Hace 150 años Galdós nos contaba lo que ahora vemos en imágenes grabadas: niños salvajemente atizados, o mujeres o ancianos o cualquiera que pasara por ahí. Y que no es que la historia se repita pero los 35 años de la Isabelona terminaron como terminaron y los otros tantos de su nieto, el XIII, ni te cuento.
"Algunos ateneístas de los que se arremolinaban en el pasillo pensaron salir...

- No salgan ahora; no salga nadie...Por poco me gano un sablazo...El dolor que tengo ahí, ¡ay!, es de un golpe, ¡ay!, es de un golpe, ¡ay!...Se me vino encima la cabeza de un caballo...Ya cargan, ya vienen cargando por la calle de la Montera..."

Nota mía: en esos años el Ateneo estaba en esa bulliciosa calle de Madrid.

"Chiquillos audaces plantábanse frente a los corceles, y con los dedos en la bocas soltaban tremendos silbidos. Al golpe de las herraduras, echaban chispas las cuñas de pedernal de que estaba empedrada la calle costanera. Un individuo a quien persiguieron los guardias hasta un portal de los pocos que no estaban cerrados, cayó gritando: "¡Asesinos!
Hacia la esquina de la calle Aduana, dos sujetos de buen porte retiraban a una mujer descalabrada. 
- ¡Sangre!...Esto va bien.
Por la calle de Sevilla y Carrera de San Jerónimo había pasado la tragedia, dejando en las baldosas huellas de sangre. Los que allí perecieron no eran gente díscola y bullanguera, sino pacíficos señores que en nada se metían, iban a sus casas, salían del Casino o del café de la Iberia, pensando en todo menos en su fin inminente..."
¿De qué Madrid nos habla Galdós? Infantes, mujeres y transeúntes víctimas. ¿Es una estampa castiza del Madrid finisecular o del ya nato y malaventurado siglo XXI?

No hay comentarios:

Publicar un comentario